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Domingo

Mario Molina, trazos de una vida

Un homenaje a la memoria del querido ilustrador y caricaturista de este suplemento, fallecido esta semana.

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Mario Molina y las viñetas de su novela gráfica En la cara no. Foto: archivo La República | Archivo La República

Para retratar un país complejo como el Perú, Mario Molina se nutrió de fantasía, ciencia ficción y aventuras de marineros y pistoleros. Creció como dibujante viendo los trazos del francés Jean Giraud (alias Moebius), en su clásico Teniente Blueberry, y del italiano Hugo Pratt en los cómics del navegante Corto Maltés. De allí, de la tradición europea, venía su línea limpia. Pero el humor mordaz, que debía resolverse en pocas viñetas, lo vio primero en el Inodoro Pereyra del argentino Roberto Fontanarrosa. Esos fueron sus maestros, los referentes a los que acudía cada cierto tiempo. Aunque no le perdió nunca el rastro a lo más actual en el mundo de la historieta. Su gran debilidad en los últimos años fue el trazo del californiano Mike Mignola, un hombre que utiliza las sombras y los claroscuros para contar las historias de misterio de su famoso Hellboy. También seguía los relatos policiacos del argentino Eduardo Risso y los del serbio R. M. Guéra. Aquel era su universo como ilustrador, pero también tenía alma de reportero. Cuando se embarcó en la confección de En la cara no (Reservoir Books, 2021), una novela gráfica que retrata la violencia urbana que invadió las calles de Magdalena en los 90, organizó varios paseos por el distrito con su coautor y guionista, Óscar Malca, con el fin de registrar los cambios en los escenarios de su historieta. También revisó material de archivo de distintos medios, como este. Era tan riguroso que el correo en el que pedía revisar fotos de la época, era en realidad un resumen de los hechos vividos por el Perú durante el último tramo del gobierno de Alan García y el encumbramiento del fujimorato.

¿Se dejaba llevar a veces o lo estudiaba todo? Cuando la famosa China Tudela de Rafo León llegó a Caretas, luego de pasar por Monos y Monadas y Expreso, a Molina le tocó el encargo de definir el aspecto gráfico del personaje. “Pepo (Molina) hizo un ensayo espectacular. En cuatro trazos definió al personaje. Su versión de la China Tudela expresaba muchas cosas, un origen de clase, por eso la nariz respingada, pero además su candidez, que a veces se confundía con cojudez”, cuenta Rafo León, y agrega: “Aportó al personaje tanto como lo hice yo, le dio una profundidad psicológica, algo que solo pueden recrear los buenos caricaturistas”.

Sus amigos y colegas dibujantes lo recuerdan como alguien serio y tímido, difícilmente dado a las celebraciones tumultuosas, comprometido con sus ideales, los que plasmaba también en sus ácidas viñetas políticas. Hablan de eso y de su otra pasión: el cine. Era conocida su afición por los norteamericanos John Ford y Cameron Crowe. De hecho, de un último viaje a Europa, en 2019, se trajo las biografías de ambos en la valija.

Mario Molina y las viñetas de su novela gráfica En la cara no.

Molina en Domingo

Cuando llegó a este suplemento, había pasado previamente por El Comercio, donde publicó por largo tiempo su Domingo de Palos, un resumen satírico de los hechos políticos de cada semana.

Era agosto de 2016 cuando apareció su primera viñeta en la página dos de Domingo. Y desde entonces, esa fue su atalaya. Nos acompañaba también en Navidad, cuando publicaba su famosa lista de regalos para las figuras más importantes de la política.

En noviembre de 2017, cuando los goles de Jefferson Farfán y Christian Ramos nos llevaron de nuevo, luego de 36 años, a un mundial, le encargamos una ilustración distinta, una portada que resumiera la ilusión de los peruanos por llegar a Rusia 2018. Seguimos su proceso desde los lápices hasta el color, pasando por el entintado, y en cada prueba nos sorprendía un poco más. Mario retrató con un estilo divertido y conmovedor un momento histórico.

Publicó una portada más con nosotros. Una que anunciaba que el 2020 sería difícil por la guerra entre el Ejecutivo y el Congreso, pero nunca supimos que el verdadero problema vendría de fuera de nuestras fronteras.

Desde su viñeta semanal lanzaba dardos a las figuras más conocidas de nuestra fauna política.

En la pandemia pudo terminar En la cara no. Era un proyecto postergado varias veces que lo ilusionaba, porque pasaba de caricaturista político a narrador gráfico, a historietista, que era para lo que siempre estuvo preparándose. El éxito de ese cómic trajo dos nuevos encargos. Uno vinculado con el mito del Inkarri, en el que Mario iba debutar como guionista, y otro en el que debía adaptar La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa a la historieta. La Lima violenta de En la cara no, retratada por el ilustrador, había convencido a una transnacional para ficharlo.

En noviembre del año pasado nos informó de su condición. Un mal oncológico le impedía seguir dibujando. La enfermedad fue tan cruel que lo primero que le quitó fue el dominio de sus manos. Decidimos esperarlo. Desde esa fecha hasta la semana pasada su viñeta siguió en la página dos de este semanario, bajo el título “Lo mejor de Molina”. Era material de archivo que fuimos publicando con la esperanza de que volviera a coger los lápices y a ocupar el sitio que tenía entre nosotros. A inicios de esta semana recibimos la dolorosa noticia de su partida. Nuestro querido ilustrador no volverá a estas páginas, pero su creatividad y su estilo corrosivo serán siempre inspiración para Domingo.

Molina en la memoria

"La caricatura política está de duelo, la historieta también. Mario Molina, nuestro gran artista del humor político, se fue. Pero no su obra inteligente, lúcida, certera, progresista, irreverente, libre, que muchos años nos ayudó y nos seguirá ayudando a entender nuestro querido y complicado país y a nuestra indescriptible clase política. Cada una de sus caricaturas fue y seguirá siendo una ventana a la reflexión y un placer gráfico". Heduardo.

"Se dice que para reconocer a un buen dibujante hay que fijarse en las manos de sus personajes. Las que trazaba Mario eran realmente impecables. Su línea tenía elegancia y soltura. Todos empezamos imitando a algún maestro, y en los comienzos de Mario se reconoce la influencia del gran Fontanarrosa; pero luego, como suele ocurrir, afirmó su propio estilo. En Caretas le dio un rostro a la China Tudela, el célebre personaje de Rafo León". Carlín.

"Mario Molina ha muerto y eso nos ha causado un gran dolor. La vida tiene sus misterios y, aunque Mario estaba despegando en una nueva veta de su creatividad, con la novela gráfica, en que había entrado por la puerta grande con En la cara no, hecha al alimón con el escritor Oscar Malca, ya había dado muestras significativas de su arte. Como dibujante era prolijo, optó por la línea clara, dominó la anatomía humana, como se evidencia en las ilustraciones de La China Tudela, columna de Rafo León". Juan Acevedo

"Mario tenía un estilo pulcro y definido, muy marcado por su completa admiración por el extraordinario trabajo del francés Jean Giraud, conocido como Moebius, y claramente, por su afición al buen cine. Su carrera no fue lo que quizá él soñó, que era ser un dibujante de historietas a tiempo completo, sino que tuvo que alternarla con la ilustración y la caricatura política, pero todo lo que hizo fue de gran calidad". Omar Zevallos.