Mientras avanzo por la avenida Reducto, en el límite de Miraflores y Barranco, me pregunto en qué momento aparecerá la estructura de concreto de la UTEC, donde Piero Cosme tiene su oficina. Pienso, además, en qué le voy a preguntar a este joven de 23 años, que junto con Briggite y Sebastián, su equipo, fundaron PEOPL, un emprendimiento cuyo objetivo final es que los pacientes con cáncer vivan. O, por lo menos, sobrevivan. En su misión los ayuda Pipo, un chatbot de WhatsApp que monitorea síntomas, hace reportes médicos y te recuerda tomar los medicamentos y las citas con el doctor.
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Llego al edificio brutalista de UTEC. Piero hace un par de gestiones y me hace entrar a un amplio cubículo donde pareciera disputarse el destino de la salud pública del continente. Con una fluidez a prueba de balas, el joven ingeniero revela que trabaja cerca de 100 horas a la semana, prácticamente sin sueldo. Es una carrera contra el tiempo que quienes hemos tenido experiencias cercanas con el cáncer conocemos.
El surgimiento de PEOPL responde a una realidad trágica como inevitable. Los tres miembros fundadores vieron a una edad temprana la llegada del diagnóstico en alguno de sus padres, hecho que los marcó y les hizo notar los problemas que enfrentan los pacientes oncológicos. Es así que aunaron sus esfuerzos con el fin de ‘dar soluciones’ en una industria de la salud fragmentada a nivel de datos y servicios. Pero ¿qué hacen?
Como me dice Piero Cosme, el CEO de la startup, buscan construir un ecosistema de acceso a la salud. Para ello, han desarrollado un asistente oncológico virtual llamado Pipo, que ayuda a los pacientes a aliviar la carga operativa del cáncer. Sin embargo, no se trata de un simple robot automatizado. En la difícil tarea de humanizar la tecnología, los fundadores de PEOPL rescataron la importancia de personas de carne y hueso.
Han desarrollado un asistente oncológico virtual llamado Pipo, que ayuda a los pacientes a aliviar la carga operativa del cáncer. Foto: PEOPL
Por eso, en sus inicios, ellos mismos escribían los mensajes de Pipo con una guía estandarizada de respuestas. Aprendieron a entrenar al asistente y, más adelante, legaron parte de su experiencia a la inteligencia artificial. También se han enfocado en crear comunidades de pacientes, de modo que puedan empoderarse en materia de información y dejar que compartan sus dudas. Pero esto es solo el comienzo. La meta detrás de estos servicios es crecer de tal modo que puedan incidir en otros aspectos que obstaculizan el tratamiento del cáncer: los precios altos, el desabastecimiento, el acceso a los servicios. Básicamente, usar toda la data que recopilen y procesen para mejorar la realidad de las personas, y construir esperanza donde, muchas veces, los factores externos se encargan de desintegrarla.
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Lejos de desmotivarlos, dice Piero, las personas que hoy ya no están son la razón por la cual continúan con el proyecto. “No está en nuestra cabeza desmotivarnos”, sostiene.
Su meta es ‘dar soluciones’ en una industria de la salud fragmentada a nivel de datos y servicios. Foto: PEOPL
En un arranque de confianza, el CEO de 23 años cuenta que, en parte, el proyecto implica hacer todo lo posible antes de que el cáncer de su padre regrese, un hecho bastante probable. En dos, cinco, diez años, ¿qué condiciones hallará?
—Tan rápido como pueda, tan fuerte como pueda, voy a trabajar para que cuando vuelva esto, podamos ver un sistema de salud un poquito mejor—, enfatiza.
Al final, todo es un asunto de esperanza. Y los que la hemos perdido alguna vez, o los que la estamos perdiendo, o los que ya perdimos todo, podemos convencernos de que, mientras haya una promesa pendiente, en realidad no todo está perdido.