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Domingo

Científicos rebeldes

Investigadores y académicos del Perú se suman al movimiento global de científicos que exige a los gobiernos tomar medidas urgentes para enfrentar la emergencia climática. Su primera misión es comunicar lo que saben a los ciudadanos: el cambio climático es real y ya se pueden sentir sus impactos.

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Investigadores Vivien Bonnesoeur, Guisella León, Adrián Huerta y Rossi Taboada. Foto: Oscar Miranda/La República

Adrián Huerta es meteorólogo, con una maestría en Recursos Hídricos. Es catedrático en la Universidad Agraria y consultor del Senamhi.

Rossi Taboada es antropóloga, investigadora en temas de resilencia climática y gobernanza del agua. Actualmente es investigadora asociada al Centro de Competencias del Agua.

Alexis Ibáñez también es meteorólogo y catedrático de la Universidad Agraria. Vivien Bonnesoeur, francés, es doctor en Ciencia Forestal y su área de especialización es la restauración y conservación de ecosistemas. Guisella León, egresada de Arquitectura, es investigadora en temas urbanos y sociales.

Todos ellos han visto, algunos de manera indirecta, otros de manera bastante directa, los impactos que está teniendo la variabilidad climática en la vida de los ciudadanos.

Huerta, por ejemplo, los ve todo el tiempo en los datos meteorológicos con los que trabaja.

Ibáñez los ha visto en sus investigaciones de campo en zonas como los nevados Ausangate y Ampay, que en los últimos veinte años han perdido gran parte de su masa glaciar.

Taboada ha visto ese impacto en comunidades agrícolas del norte (Piura, Lambayeque) y del sur (Ayacucho, Cusco y Puno), donde la variabilidad climática afecta la disponibilidad del agua para los cultivos y el consumo humano.

Cada uno dispone de información fidedigna para tener al menos dos certezas: la primera, que el cambio climático es real –y es tangible en nuestro país. Y la segunda, que las autoridades responsables no están adoptando las medidas necesarias para hacerle frente.

Por esta razón, en el último tiempo, cada uno de ellos decidió ir un paso más allá de su trabajo de gabinete y aportar al crecimiento de ese movimiento global llamado Rebelión Científica, a través del cual cientos de investigadores y académicos de todo el mundo están lanzando mensajes de alerta a los poderosos sobre la hectaombe climática que se nos viene.

Activistas de Rebelión Científica en protesta no violenta en Milán. Foto: Piero Cruciatti / AFP

Huerta, Taboada e Ibáñez suscribieron la carta que Rebelión Científica (Scientist Rebellion, en inglés) publicó hace una semanas en su web para pedirle a la comunidad científica que le diga la verdad al mundo: hay que actuar más rápido porque la meta de no superar los 1.5° de calentamiento ya no podrá ser alcanzada.

Bonnesoeur –que también firmó la carta– y León fueron más allá: ambos son parte de la sección peruana de Rebelión Científica, junto a media docena de activistas más.

–Hace veinte años que los científicos del IPCC alertan de las causas, las consecuencias y la manera de adaptarse– dice Bonnesouer, quien vive en Lima hace cuatro años. –El informe del IPCC es, probablemente, la obra colaborativa más increíble de la historia de la ciencia. Y no hay realmente un nivel de acción, de conciencia, a la altura de eso, por el contrario, está muy por debajo. ¿Cómo puede uno seguir haciendo informes para políticos o gobiernos si se van a quedar en un cajón? Eso es lo que siento y muchos más sienten eso.

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Acciones no violentas

Los miembros de Rebelión Científica están activos desde el año 2020 y en el 2021 realizaron una serie de acciones de protesta no violenta en varias ciudades del mundo, entre ellas durante la COP 26 en Glasgow, pero cuando realmente se dieron a conocer fue durante sus protestas de abril de este año, en las que bloquearon calles y puentes y ocuparon las fachadas de importantes edificios gubernamentales y empresas de combustibles fósiles en 25 países.

En octubre realizaron nuevas manifestaciones no violentas en Alemania, una de las cuales ocupó la sede de la empresa de autos BMW, acción que terminó con 17 activistas detenidos.

Los miembros del capítulo peruano de Rebelión Científica no pueden dejar de reconocer el valor de sus colegas europeos.

–¿Por qué se tiene que llegar a hacer este tipo de acciones? Estas personas fueron detenidas y después los llamaron terroristas. Es otro nivel de compromiso. Pero es lamentable tener que llegar a eso– dice Vivien Bonnesoeur.

–Aunque acá en la región no se ha llegado a eso, se están haciendo cosas interesantes en países como Ecuador– dice Guisella León, por su parte. –Nosotros estamos viendo la idea de sacar la academia a la calle, porque la información que se tiene muchas veces se queda en la academia o, en el mejor de los casos, en los espacios políticos, pero se necesita una ciudadanía que entienda lo que está pasando.

La carta que Rebelión Científica publicó a mediados de octubre invita, precisamente, a los investigadores a informar a los ciudadanos.

El documento, que fue firmado por más de mil investigadores, entre ellos autores de informes del IPCC, pidió que los científicos hicieran una declaración antes de que se celebrara la COP 27 –que comenzó el lunes pasado– en la que le dijeran al mundo tres cosas:

Uno, que la meta del 1.5° del calentamiento global no se alcanzará. Dos, que la nueva meta debe ser un aumento de temperatura “muy por debajo de los 2° C”. Y tres, que los tres pilares de la política climática: mitigación, adaptación y compensación sean efectivos, es decir, que las naciones ricas cumplan la promesa de entregar 100 mil millones de dólares por año para ayudar a las más pobres a enfrentar el cambio climático.

“Nuestra primera responsabilidad no ha cambiado: decir la verdad, en la medida en que podamos discernirla. Los académicos no pueden arreglar décadas de retraso, pero podemos ayudar a las sociedades a tomar las medidas radicales que ahora se necesitan para limitar resultados aun peores”, señalaron.

–Este manifiesto ha sido una oportunidad para consolidar una voz como colectivo y desde diversos países, desde diversas disciplinas y diversas tradiciones, sobre un problema que nos va a afectar a todos– dice Rossi Taboada.

Es cierto que lo que va a pasar son cosas muy complejas y es obvio que hay que seguir trabajando y haciendo ciencia, pero ya tenemos suficientes evidencias y soluciones– dice, por su lado, Vivien Bonnesoeur. –Sabemos en qué dirección hay que ir y en qué dirección no. Y estamos muy retrasados.

Una COP sin expectativas

Vivien Bonnesoeur dice que no espera nada de la COP 27 que comenzó el lunes pasado en la ciudad de Sharm El Sheikh, en Egipto, en la medida que es una cumbre que se desarrolla en un país gobernado por una dictadura. Los activistas de Rebelión Científica y otras organizaciones como Extinction Rebellion también han protestado por los vuelos privados que muchos dignatarios y líderes mundiales usaron para llegar a la cita climática, generando un gran impacto ambiental.