Domingo

La rebelión de los Científicos

Ante la inacción de los gobiernos frente a la emergencia climática, hace unos días miles de científicos salieron a las calles a alzar su voz. Pero el mundo no parece estar escuchando.

Científicos Peter Kalmus y Eric Gill encadenados en la puerta del banco Chase de Los Ángeles. Foto: Captura video
Científicos Peter Kalmus y Eric Gill encadenados en la puerta del banco Chase de Los Ángeles. Foto: Captura video

El hombre llevaba gafas y una bata blanca. Se llamaba Peter Kalmus y era climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. “Estoy aquí porque los científicos no están siendo escuchados”, dijo.

Tenía un brazo encadenado a las puertas del edificio del banco JP Morgan Chase de Los Ángeles. A su lado, otro científico, llamado Eric Gill, había hecho lo mismo.

“Hemos estado tratando de advertirles por décadas de que nos dirigimos hacia una jodida catástrofe. Y hemos sido ignorados”, continuó.

Científicos

GLOBAL. Científicos Peter Kalmus y Eric Gill encadenados en la puerta del banco Chase de Los Ángeles. Abajo, El movimiento Scientist Rebellion se manifestó el 6 de abril en 25 países.

Era el miércoles 6 de abril. Kalmus, Gill y otros científicos se habían encadenado en el edificio del Chase porque es la corporación que financia más proyectos de combustibles fósiles en el mundo. Otros hombres y mujeres de ciencia se habían ubicado a su alrededor, portando banderolas alusivas al daño al planeta que estaba cometiendo la institución financiera.

“Esto tiene que parar. Vamos a perderlo todo. Y no estamos bromeando. No estamos mintiendo. No estamos exagerando”. Kalmus pronunció estas palabras emocionado, a ratos con lágrimas cayéndole de los ojos. Poco después, un centenar de policías de Los Ángeles llegó y rodeó al grupo. Sacó a los científicos de la puerta del edificio y se los llevó esposados, como si fueran criminales.

Ningún medio cubrió el episodio. Días después, Kalmus contó que al día siguiente esperaron pacientemente a que algún diario o noticiero local los llamara para entrevistarlos. “Ninguno lo hizo. Ni uno solo”.

Protesta urgente

A finales del año pasado, la película Don’t Look Up causó sensación entre otras cosas porque mostraba cómo un grupo de científicos trataba de advertirle al mundo de la inminencia de una hecatombe y en respuesta el mundo los tildaba de alarmistas, hasta que fue demasiado tarde.

Lo ocurrido el miércoles 6 en algunas de las principales ciudades de los Estados Unidos y Europa perfectamente podría haber sido una secuencia extraída de esa película.

Ese día, más de un millar de biólogos, climatólogos, físicos, oceanógrafos, geólogos y profesionales ligados a las ciencias que estudian el estado del planeta dejaron sus gabinetes y salieron a las calles, en lo que llamaron “un acto de desobediencia civil”, para llamar la atención de los gobiernos, pero también de los ciudadanos, sobre la proximidad del desastre.

En España, en Reino Unido, en Alemania, en Ecuador, en un total de 25 países, los científicos bloquearon calles y puentes y ocuparon las escalinatas y fachadas de edificios gubernamentales y de empresas productoras de combustibles fósiles. En varias de esas protestas fueron arrestados o reprimidos por la policía.

La manifestación ocurrió poco después de que el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático presentó su tercer informe sobre la crisis climática que vive el planeta. El documento, titulado “Es ahora o nunca”, lanzó una dramática advertencia: si las emisiones no tocan techo y empiezan a disminuir máximo en 2025 será muy difícil evitar una catástrofe.

Fue en ese contexto de urgencia, pero, a la vez, de desinterés de los medios y el gran público sobre la situación, que los miembros de este movimiento internacional llamado Scientist Rebellion (Rebelión Científica) se manifestaron pacífica y contundentemente.

No será la última vez. Muchos científicos sienten que no pueden seguir callados más tiempo. “Soy un científico del clima y un padre desesperado”, escribió Peter Kalmus en The Guardian. “¿Cómo puedo suplicar más fuerte? ¿Qué podemos hacer yo y mis colegas para evitar que esta catástrofe se desarrolle a nuestro alrededor con una claridad tan insoportable?”.