La máquina de hacer lluvia
Llega al cine Tiempos futuros, película peruana de ciencia ficción que tiene como eje central a una máquina que hará llover en Lima, una ciudad arrasada y más gris que nunca. Conversamos con los creadores de este mundo creado sin efectos especiales y a golpe de metal y melancolía.
No sabemos en qué tiempo estamos: o en la oscura y empobrecida Lima de los años ochenta, que respira melancolía o en la Lima del futuro que, arruinada por los malos elementos o una dictadura, se ha vuelto más gris. Y en medio de este escenario apocalíptico, un padre, que es un inventor casero (Fernando Bacilio como Luis), y su hijo adolescente (Lorenzo Molina como Teo) quieren crear una máquina para que llueva en Lima. No porque no haya agua en la ciudad, sino con un fin más idealista (un diluvio arrasaría con lo malo y dejaría lo bueno) o hasta poético (comparan a la ciudad con una persona con una pena muy grande que nunca pudo llorar).
Esta es, a grandes rasgos, la trama de Tiempos futuros, película peruana que se estrenará este 17 de noviembre y está siendo promocionada como un film de ciencia ficción, retrofuturista y hasta le han llamado el Blade Runner cholo (por la película de Ridley Scott), pero tiene más guiños a Mad Max por la estética del vestuario (cascos y lentes estrambóticos). Es la ópera prima del cineasta Víctor Checa (36) quien no quiere encasillar a su película en un tiempo definido: “Puede ser el Perú de los ochenta, pero los personajes usan smartphones y tecnología de bots. También nos puede remitir a una Lima pandémica, por el clima de incertidumbre y desolación”.
El gran protagonista -o antihéroe- de la película es la máquina que generaría lluvia que tiene obsesionado a Luis, y que, si bien al comienzo lo vincula estrechamente con Teo (los dos se sumergen en un deshuesadero buscando chatarra para construirla y viven juntos la angustia de que un día funcione), finalmente creará tensiones entre ellos a medida que se convierte en un mastodóntico artefacto de brazos metálicos que parece aplastar el pequeño departamento que habitan padre e hijo en un ruinoso edificio del centro.
Dice Checa que el germen de esta historia fue Esquema de los tiempos futuros de H. G. Wells: “En él se dice que después de la Segunda Guerra Mundial cualquier hombre generaría un diluvio y un nuevo comienzo de la sociedad”. Pero para escribir el guion -junto al mexicano Víctor Huizar- también se inspiró en su padre (llamado como él), que era un inventor que desarrollaba de forma casera una máquina productora de energía que usaría en un proyecto agrícola.
Metálica y artesanal
El mérito del equipo detrás de la realización de Tiempos futuros fue crear la máquina de generar lluvia y otros artilugios -como pequeños escarabajos con microcámaras espías- sin usar paredes verdes y efectos especiales producidos a computadora, más bien, los diseñaron y ensamblaron artesanalmente. Y aquí entra a tallar Sandro Angobaldo, arquitecto y director de arte quien, junto al productor Javier Salvador, hizo posible concretar el mundo imaginado por Checa: “Lo fascinante de diseñar la máquina fue pensarla como un personaje que tiene vida, órganos, corazón, extremidades. Pero no fue pensada solo como un capricho estético, hay investigación detrás”.
Fernando Bacilio como Luis y la máquina hacedora de lluvia, que fue construida de forma artesanal. Foto: difusión.
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El punto de partida para diseñarla fue explorar en la Revolución Industrial: “Fue una época de mucho fierro, de estas locomotoras y máquinas a vapor, de ahí tomo las referencias”, dice Angobaldo. Luego tuvo que comprender por qué no llueve en Lima, y para eso se asesoró con un meteorólogo de la UNI que le habló sobre las partículas higroscópicas. Esas gotitas de humedad, que se acumulan en la atmósfera y al chocar entre sí ganan masa y se convierten en gotas que caen por la gravedad, y que en Lima se desvanecen pronto debido a los vientos.
Un paso siguiente fue crear una hipótesis sobre cómo sería el funcionamiento del aparatejo, el cual fue validado con un ingeniero mecatrónico. “La máquina debía verse bien estéticamente, pero también debía ser verosímil en la ficción”, dice Angobaldo. Tomaron de referencia el experimento de siembra de nubes de Bernard Vonnegut de 1946, según el cual el compuesto químico de yoduro de plata aceleraba las dichosas partículas higroscópicas convirtiéndolas en lluvia. Entonces, la lógica de la máquina de la película sería la siguiente: “En el departamento, padre e hijo se dedicarían a cultivar estas nubes artificiales a partir de reacciones químicas y luego las dispararían al cielo”, explica Checa. Y rematarían esta acción con una antena parabólica: “Que lanza una frecuencia de ultrasonido que contribuye a acelerar las partículas”.
Por cuatro meses, que fue el tiempo que tomó idear la gigantesca máquina, Angobaldo se convirtió en un científico loco como Luis, el personaje de la película. Finalmente, la máquina fue construida por el escultor David Flores, de Mamut Art, y estuvo lista al límite del comienzo del rodaje en 2018. Tiene el acabado de metal y óxido de los artefactos viejos, pero, en realidad, fue hecha de madera y fibra de vidrio; además de piezas que el equipo encontró en Tacora, como tanques de lavadoras, hornos o piezas de aviones. “Escapamos de la pantalla verde porque queríamos hacer las cosas como en el cine antiguo, donde se todo se construía”, dice Angobaldo.
Los escarabajos con cámaras espías -que nos remiten a Black Mirror- también fueron hechos con minuciosidad, modelados en fibra de vidrio. Estos bichos son usados por una banda de jóvenes espías (Baca, Jeremi García, Raiza, Paulina Bazán y Haya, José Flores), a la que se unirá Teo, alejándose del proyecto de su padre.
Bocetos de cómo serían los escarabajos espías. Foto: cortesía.
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Melancólica y más gris que nunca, así se verá Lima en Tiempos futuros, que, además de su estética oscura, ofrecerá al espectador una musicalización interesante que rescata las canciones de la banda peruana Voz Propia.
Checa finaliza revelando el trasfondo de su film: “El papá quiere crear esta máquina que hará llover y acabará con lo malo, pero lo que parece una buena intención está más cercano a un pensamiento autoritario que pretende saber lo que está bien y mal”.