Para conocer a Vincent Van Gogh, uno de los pintores más extraordinarios de la historia, hay que entender primero sus motivaciones, sus frustraciones y los escasos afectos que tuvo en vida. Quizá el más grande de ellos fue su hermano Theo, con quien mantuvo una prolongada correspondencia. El libro Cartas a Theo recoge unas 800 misivas escritas por el pintor impresionista a su hermano menor, entre 1872 y 1890, y son extractos de esos manuscritos los que reciben a los visitantes de la muestra Beyond Van Gogh, en la Videna de San Luis.
Pensada como una experiencia en la que el espectador puede atisbar la intimidad del artista holandés, lo primero que se puede ver en este recorrido son caballetes con lienzos a medio pintar, cuadros suspendidos en el aire y girasoles, que hacen referencia a una de sus series más famosas.
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Y luego aparecen las palabras de Vincent a Theo. “Sueño con pintar y luego pinto mis sueños”. “El amor siempre causa problemas, es verdad, pero hay que aceptar a su favor que da energía”. “Me gustaría caminar contigo para saber si miramos las cosas de la misma manera”. El segundo hijo de un pastor protestante y de una madre que nunca superó la pérdida de su primer niño, ignorado y menospreciado, conversa con el único pariente que trató de comprenderlo, y que con el tiempo se convertiría en su representante y promotor. Con esto termina la primera parte de la experiencia.
La tecnología se abrirá paso en las dos salas restantes. La empresa Bizarro Live Entertainment, una de las productoras de esta muestra, trajo a Lima 40 proyectores de última generación que deben dar la sensación de envolver al espectador. La tercera y cuarta sala de la muestra no tienen sombras, todo es invadido por el color y los brochazos imaginarios del artista que solo se atrevía a firmar como Vincent.
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En la tercera sala el autorretrato de Van Gogh lo domina todo, apenas matizado por colores tenues que tratan de opacarlo, en la cuarta sala uno pasa por los azules de “La noche estrellada” y se ve pierde en sus destellos amarillos. Se detiene un momento en la “Terraza de café por la noche”, hasta que todo se fragmenta y se transporta a la habitación de Van Gogh en Arlés, Francia. El viaje, en los 1.800 metros cuadrados de la sala cuatro, es rápido y armonioso. Están los retratos del pintor, los campos dorados de Arlés, su obsesión por la naturaleza y el mar, toda su obra va y viene por efecto de un sincronizado juego de luces, color y música.
El responsable de este encuentro de las artes plásticas y la tecnología es el francocanadiense Mathieu St-Arnaud, quien ha trabajado para experiencias similares con el Cirque Du Soleil. De allí la espectacularidad de esta muestra.
Tomó unos ocho meses planificarla y ponerla en marcha. El principal escollo en Lima fue conseguir un lugar que pudiera albergar los cuatro mil metros cuadrados de montaje. La sede de Legado en la Videna fue la elegida. Luego vino el reto de conseguir la tecnología necesaria, servidores y proyectores. “Me gusta cuando la gente dice que sintió que se elevaba cuando se proyectaba La noche estrellada. Esa es la idea de esta muestra, la inmersión, y también la posibilidad de que con este proyecto se reactive la industria del entretenimiento en el país”, dice Daniel Merino, vocero de Bizarro Producciones.
Como todo evento cultural, sus promotores estudian la posibilidad de dar tickets gratuitos a las instituciones que los requieran.