Un arco del triunfo hecho con material reciclado (barreras de plástico para cerrar el tráfico, viejos lockers de metal) nos recibe con el lema “Bicentenario Festejación” y adornado con banderas peruanas. La obra, de Miguel Angel Velit, está pintarrajeada con graffitis que remiten a la cultura urbana y a sucesos más políticos: las protestas de noviembre del 2020, aquellas que culminaron con la renuncia de Manuel Merino de Lama a la presidencia del Perú.
Un poco más allá, llamando la atención visual, podemos observar tres enormes esculturas en negro de un cuervo ¿o un gallinazo?, un soldado -como aquellos con los que jugábamos de niños- pero en versión gigante y un gato de la suerte, como esos que vemos en los chifas. Imágenes cotidianas, rutinarias, reformuladas por Haroldo Higa para convertirse en arte pop.
En busca de algo perdido...Perú, un sueño es una exposición en el Museo Nacional del Perú (MUNA) que explora distintas miradas del Perú desde el arte en el año de su Bicentenario. Los curadores de la muestra, Teresa Arias, Juan Peralta y Daniel Contreras, empezaron a trabajar la propuesta desde setiembre del 2020. Han logrado reunir obras que reflexionan sobre el Perú de las últimas décadas y hacer un contrapunto de obras antiguas y recientes.
“Tuvimos un doble reto: el del espacio del museo -toda la primera planta- y el del contexto del Bicentenario. No nos planteábamos una celebración sino una propuesta que fuera un punto de encuentro pero también de reflexión, y una buena oportunidad para la inclusión de gente que quiere sentirse representada”, explica Juan Peralta, uno de los curadores.
La selección ha sido ecléctica, representativa y valiosa: hay obras de artistas consagrados como Christian Bendayán con El banquete -una alegoría sobre las riquezas expoliadas de la Amazonía- y también de Judá Ben Hur, un artista chorrillano autodidacta que sorprende con sus frazadas intervenidas casi al inicio del recorrido de la exposición.
Entre las obras ya (re)conocidas por su importancia artística en distintos momentos de nuestra historia política o social no faltan la Bandera N° 1 de Eduardo Tokeshi, de los 80, aquella que parece llevar un fardo o un embrión en su interior. “Nos habla de la muerte pero también de una promesa o de algo por nacer”, precisa Peralta. También están las banderas de Lava la bandera del 2000, de Susana Torres, un trabajo que apareció al calor de las movilizaciones contra Alberto Fujimori.
El reconocido mural de Juan Javier Salazar “Mañana” también forma parte de la muestra: es una suerte de catálogo de expresidentes diciendo esa palabra. Nos habla de las promesas incumplidas, de lo que siempre está por hacerse, de la mentira que desplaza para un incierto futuro lo que debe hacerse hoy.
En busca de algo perdido...Perú, un sueño tiene cinco ejes: “Alegorías patrias”, “Héroes y heroínas”, “Educación cívica”, “Antropofagias” y la “Promesa de la vida peruana”, a través de los cuales se indaga en nuestro rumbo como nación con discursos artísticos que recrean hechos históricos o la simbología patria. Un texto de los curadores dice: “Se plantean dos interrogantes: ¿Qué es lo que buscamos como país y ciudadanos? ¿Es posible seguir soñando con un mañana o es preciso despertar hoy?
Antes y ahora
Teresa Arias, también curadora de la muestra, señala que la propuesta era confrontar la imagen tradicional de representación de acontecimientos históricos con otras representaciones modernas. En la exposición, por ejemplo, pueden verse obras más académicas de artistas como Etna Velarde, Bruno Portuguez o Jorge Salazar, con propuestas más actuales como la pintura de Lu.cu.ma., Huanchaco o el trabajo textil de Liliana Avalos, con sus escudos patrios que ya no contienen recursos naturales sino imágenes de heroínas peruanas o mujeres anónimas que luchan día a día en nuestras calles.
La muestra tiene pintura, escultura, fotografía, video, intervenciones y otras técnicas artísticas. Hay viejos maestros como José Sabogal y artistas novísimos como Hernán Hernández Kcomt, con su obra Tomo II Folio 180. Hay piezas realizadas por artistas populares: están los músicos de Gedion Fernández, las esclavinas bordadas del centro del país con imágenes de Túpac Amaru o de Andrés Avelino Cáceres, pinturas murales rescatadas de las paredes de restaurantes, imaginería del interior del país, obras hechas con tapas de gaseosa y anuncios publicitarios.
El arte chicha, popular, nacido en las calles de Lima como fruto de la fusión andina y urbana, también está presente con obras como Querer es Poder de Elliot Tupac, la icónica imagen de un león rompiendo sus cadenas y a punto de saltar pintada sobre las puertas traseras de la carrocería de un camión.
“Han sido meses de venir a ver este espacio y a definir contenidos”, comenta Juan Peralta. El resultado ha sido una gran exposición, que recorre parte de nuestra historia republicana, recuerda hitos de nuestro devenir como país y reflexiona sobre lo que hemos sido, y lo que somos ahora que el Perú cumple 200 años de independencia. También incluye el trabajo del Museo Escolar Pampa Canto Grande, del colegio San José Obrero, de San Juan de Lurigancho.
El texto de presentación explica así el título de la muestra: “Sebastián Salazar Bondy publicaba en 1958 el artículo En busca de algo perdido, donde sustenta la necesidad del creador peruano de recuperar aquello que caracteriza el arte desde sus inicios: su sentido vibrante y espiritual. Tiempo después, hacia 1982, [...] tres artistas ocupan una casa a las afueras de Lima, lanzándose a la aventura de plasmar su versión de la realidad. Entonces apareció Perú...un sueño, exposición con la que el Grupo Chaclacayo parecía cumplir lo que Sebastián proponía: ‘el futuro es incierto pero (a través del arte) podemos intuirlo”.
En síntesis una exposición imperdible: el arte puede proponer formas distintas de volver a mirarnos como país.