“Muchas de las personas que están siendo llevadas a los ventiladores quizá nunca salgan de ahí”, dice Pold Gastelo en los momentos iniciales de la obra Venciendo al diablo, del dramaturgo inglés David Hare. Ambos, escritor y actor, saben de lo que hablan. Hare escribió su monólogo tras contraer el COVID-19 y superar la enfermedad en su casa. Pold estuvo intubado y al borde de la muerte durante diez días. Pero pudo vencer al virus, derrotar al diablo.
Con este monólogo íntimo, dramático, Pold regresa al teatro presencial tras dos años, poco más de lo que ha durado la pandemia. El director, Mikhail Page, leyó la obra y pensó de inmediato en él. Cuando lo convocó ya había pasado el tiempo suficiente para que Pold se animara a leer el texto y se metiera en la piel del autor inglés que cuenta en su texto cómo lo afectó el COVID-19 y también cómo los políticos ingleses enfrentaron negligentemente la pandemia.
“Cuando Mikhail, el director, me llama, ya habían pasado bastantes meses de lo que yo había vivido con el COVID. Ya había tomado distancia, porque si me hubiera ofrecido esta obra cuando recién salí de la clínica, ni siquiera la hubiera leído, no me interesaba tocar el tema. Estaba sensible”, cuenta Pold.
También dice que lo primero que notó respecto a lo que cuenta Hare en Venciendo al diablo, es que el escritor no estuvo en una situación grave, no tuvo que llegar a UCI, sino que superó la enfermedad en su casa, a diferencia de lo que él (Pold) vivió: saturación de 40, inconciencia, alucinaciones, inducción al coma, intubación, reseteo total, largas secuelas.
“Por ahí temí que no iba a encontrar tanto nexo. Pero lo bacán de la obra es que cuenta el proceso de la enfermedad y al mismo tiempo lo mezcla con una crítica política que es un alegato contra lo mal que se manejó la pandemia en Inglaterra. Eso fue con lo que más conecté porque me pareció increíble que en el primer mundo esto se haya vivido igual que en el tercer mundo o cualquier otra parte”, comenta.
A Pold le pareció poderosa esa idea: además de la pandemia del Covid, tenemos otra pandemia que no tiene vacuna y son los políticos.
“Al menos ahora que el propio Johnson ha enfermado gravemente, los conservadores han dejado de restar importancia al COVID-19″, monologa el actor en otra parte de la obra haciendo referencia al desinterés inicial del primer ministro Boris Johnson, y su repentino cambio a partir de que el virus lo atacó a él. En el Perú, el tratamiento que le dieron a la pandemia en un inicio fue el confinamiento, pero después todo se desbordó y para fines del 2020 ni siquiera habíamos negociado la llegada de vacunas.
“La obra habla de la deshonestidad de los políticos, y cómo anteponen su ego en vez de pensar en la gente. También grafica muy bien el hastío y la sensación horrible de arbitrariedad que la gente siente respecto a autoridades que tienen que tomar decisiones y nunca lo hacen. En el Perú también vivimos eso”, comenta Pold.
Vivir para contarlo
Despertar después de diez días intubado, otros seis de recuperación en UCI, y sentirte hecho un guiñapo. No poder escuchar tu propia voz, no poder caminar, sentirte agotado todo el tiempo. Y estar triste y pensar que la vida no tenía sentido. Así se sintió Pold Gastelo cuando superó la parte más difícil del Covid-19 que le tocó vivir en mayo del año pasado.
Pero tuvo fortaleza. Tras una semana en una sala de descanso fue dado de alta. Un lapso relativamente corto para alguien que había estado en el umbral de la muerte. Una enfermera le dijo que había atravesado una etapa que muchos no habían pasado y ahí cambió el chip: se dijo que estaba vivo, que debía avanzar y recuperarse. Por eso le dieron de alta a los veintitantos días de haber ingresado casi muerto: porque estuvo proactivo.
¿Cuándo pudo volver a sentirse bien, recuperarse física, mentalmente? No fue fácil, debieron pasar casi seis meses para que, terapias de por medio, Pold empezara de nuevo a funcionar. Ser actor, dice, también lo ayudó.
“Cuando una persona pasa por eso tiene que hacer terapias para recuperarse. Nosotros los actores estamos habituados. Hacemos ejercicios de respiración, de impostación vocal, expresión corporal. No es algo ajeno. Eso termina siendo una ventaja cuando te tienes que recuperar”, explica.
Pold cuenta que salvó la vida por una cadena de hechos que parecen un guión de miniserie: el día que se puso mal estaba en la casa de su hermano que se había contagiado. Pold le había pedido la noche anterior a su inquilino -un joven venezolano- que pasara a buscarlo esa mañana para encargarle unas compras para otro hermano que también tenía COVID.
Para cuando el joven lo fue a buscar, Pold ya estaba ahogándose semi inconsciente en la casa de su hermano. “Mi hermano, que casi no podía caminar, abrió la puerta y le señaló dónde estaba yo”, cuenta. Y el joven fue por él, lo encontró casi agonizante, lo sacó a la calle y consiguió un taxi 25 minutos después. Nadie quería llevarlo al hospital.
El taxista que lo recogió, lo reconoció porque antes le había hecho una carrera y dijo que esa vez Pold le pareció “buena persona”. Y lo llevó. En el hospital le pusieron oxígeno pero necesitaba una cama UCI y no había. Y entonces Michelle Alexander, avisada por la hermana de Pold, consiguió en media hora una ambulancia para llevarlo a una clínica. “Ella fue mi ángel definitivo”, recuerda Pold.
El actor explica que Venciendo al diablo también tiene que ver con alguien que se salvó y le queda no la culpa sino la rabia del sobreviviente, la impotencia de no poder hacer nada con una situación tan injusta. Eso también lo identifica con el autor de la obra y conmueve al espectador que conoce su historia. La obra se presenta en el Parque Reducto, Miraflores, viernes y sábado, a las 5.30 pm. hasta el 23 de octubre.
“Mucha gente, sobre todo la más pobre, ha muerto por un sistema de salud no equipado. Me siento un privilegiado cuando veo que la gente puede morir porque no consiguió un taxi, o llegó al hospital y no había cama UCI, y no tuvo la ayuda que a mí me pudieron dar. Hoy siento que la palabra gracias me queda pequeña”, dice.