En un retablo de 26 por 30 centímetros, Alberto Flores Ataucusi, que se inició en este tipo de arte hace más de 30 años, ha plasmado en diez escenas la historia de un virus que ha paralizado al mundo y al país. En la primera de ellas, impactante y dramática, llega el coronavirus y nos aterroriza. Médicos, enfermeras, policías, militares, trabajadores de limpieza, pobladores de la ciudad y del campo, lo enfrentan pero es inútil. El mal cobra sus víctimas.
En la escena dos las autoridades toman medidas para enfrentar al virus: la cuarentena, el aislamiento. Pero muchos no pueden sobrevivir en la ciudad porque no pueden trabajar. Y deben volver a sus regiones. En la escena tres, un escolar estudia a través de la televisión, en medio de las carencias, con Aprendo en Casa. Y así, otras escenas hablan del coronavirus presente en las cárceles, las muertes en los hospitales, la pobreza. Todo en un retablo.
Alberto Flores Ataucusi, nacido en Vinchos, Ayacucho, empezó a trabajar sus retablos con el tema del Covid-19 días después del anuncio de cuarentena, a fines de marzo. “Quería expresar lo que estaba pasando”, cuenta. En esa labor estaba cuando su mamá se puso mal y falleció por su avanzada edad. Él viajó como pudo a Ayacucho y recién a su regreso concluyó dos retablos que hablaban del tema. “Ahí pongo lo que me ha impactado en este tiempo”, dice.
Sus creaciones aparecieron en la página de Facebook del Instituto Cultural Teatral y Social (ICTYS) y han llamado la atención por su fuerza, su dramatismo y su impactante factura. Hasta el momento ha realizado cuatro retablos sobre el tema, plenos de figuras, de escenas, de situaciones que nos pasan a todos y que recordaremos cuando todo haya pasado. Sus retablos serán una memoria de la pandemia expresada con dolor y belleza.
Alberto Flores Ataucusi, 43 años, aprendió los secretos del retablo cuando era un adolescente, en el taller del maestro Claudio Jiménez, un reconocido retablista ayacuchano. Hace una década que trabaja por su cuenta junto a su esposa. Ha ganado varios concursos, pero como todos los artesanos fue duramente golpeado por la pandemia. Los retablos sobre el Covid-19 los hizo por una iniciativa que le nació, pero usualmente hace sus trabajos a pedido.
Arcilla expresiva
El artesano Leonidas Orellana, ceramista nacido en Quinua, Ayacucho, tierra de alfareros, siempre ha expresado nuestra realidad en sus obras. Ha conocido la violencia en los años 80, los desastres naturales, la inflación, la pobreza. Y en los tiempos que corren las noticias sobre la pandemia han sido motivo para muchos de sus más recientes trabajos.
“Fue una sorpresa esto del Estado de emergencia, nos golpeó, pero una forma de revertir la situación es hacer cosas de ese momento. Mi primera cerámica sobre el tema fue un personaje que decía ‘Yo me quedo en casa’. Y después hice el Cerro San Cosme en cuarentena, con la gente adentro de sus casas y los animalitos paseando afuera”, cuenta.
También ha hecho la Costa Verde, vacía de personas y vehículos, y llena de aves y peces desplazándose libres cada uno en su hábitat.
Unas escenas que vio por la televisión lo movieron mucho: aquellas de la gente volviendo a sus regiones caminando, haciendo la ruta de regreso de la ciudad al interior. Él fue un migrante en la capital en los años 80, cuando llegó a Lima huyendo de la violencia. El éxodo de las personas, caminando en multitud, lo movió a expresar esa situación en sus cerámicas.
“Son muchas cosas las que pasan y que los artesanos queremos expresar: la lucha de los médicos por salvar la vida de la personas, la gente de mayor edad que ha vencido al Covid, los buses y los vuelos humanitarios. Todo eso está en mi trabajo reciente”, cuenta.
La pandemia ha golpeado a los artesanos pero hay formas de ayudarlos comprando sus obras. En la página Ruraq Maki, se puede ubicar a muchos de ellos. En las páginas de Facebook de ICTYS o De Nuestras Manos y Artesanías del Perú (Mincetur), también. Y en Internet se puede encontrar varias asociaciones. El trabajo de Alberto Flores y Leonidas Orellana, y el de muchos más, es una muestra de que la realidad puede ser dura, pero se puede enfrentarla con talento y esperanza.