“Mientras tengamos posibilidades de clasificar, la vamos a pelear hasta el final”, le dijo Leonel Galeano a La República antes del desenlace glorioso del FBC Melgar en la Copa Sudamericana y la clasificación a octavos de final.
En la previa al partido ante Cuiabá, hubo concentración total para lograr la victoria. Por eso, es que se pidió prudencia a la hora de comentar cómo iba el resultado entre Racing y River Plate en Avellaneda, los uruguayos debían darle una mano a los arequipeños con un triunfo por cualquier marcador.
El estadio de la Unsa tuvo anoche poco más de 8.000 espectadores. En la tribuna occidente, se concentraron unos 2.000. Melgar vs. Cuiabá y Racing vs. River se jugaron a la misma hora porque los dos locales tenían chances de clasificar.
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Los últimos 30 minutos de ambos partidos fueron de infarto. Melgar, dominador del encuentro, ganaba 1-0, pero a los 61 minutos el brasileño Nescau puso el 1-1. En las tribunas, hubo bronca, pero la percepción de que el partido se ganaba sí o sí se veía en la cancha.
Cinco minutos después, la tensión aumentó porque en Avellaneda, al minuto 66 de juego, Horacio Salaverry, anotó el gol uruguayo. De forma increíble, los rojinegros se estaban quedando sin clasificación porque solo estaban sumando un punto ante los cariocas.
Valentino y Derly, asistente físico y utilero de Melgar, corrieron a la banca de suplentes para dar la noticia. Inmediatamente, hubo alboroto. Muchos, incrédulos, fueron hasta el camerino para coger su celular y confirmar que lo que parecía imposible. En la tribuna, un aficionado se levantó y dijo: ¡Gol de River Carajo! La misma figura, pero multiplicado por miles se repitió. Todos con el móvil en la mano. Sí, era cierto, Racing perdía en casa.
“Cuando supimos que River ganaba, hubo momentos de ansiedad y nerviosismo porque estábamos empatando. El empuje de la gente fue muy importante”, dijo Cristian Bordacahar. Mientras el tiempo avanzaba, el “Dominó” no lograba el gol de la hazaña. Todos enfocados en dos partidos a la vez. Muchos no vieron el gol de Bordacahar a los 85 minutos porque estaban con los ojos en la pantalla de su teléfono. El argentino anotó de cabeza para que las tribunas del estadio de Arequipa se vengan abajo.
Tres minutos después, una mala información cayó desde occidente. “¡Se acabó, perdió Racing!”, gritaron. La banca melgariana saltó. Abrazos, vivas y festejo adelantados. No era cierto, aún faltaban seis minutos por jugarse.
Mientras que, en el Cilindro de Avellaneda, el portero de River, Fabrizio Correa, era el héroe con atajadas impresionantes; en Arequipa, Bordacahar puso el tercero, el sello de la victoria a los 90 minutos.
Se jugaban los descuentos. Cinco adicionales más en los dos partidos. Miles de personas con el celular en la mano. La imagen de la televisora Direct TV enfocó en la banca a Martín Pérez Guedes, rodeado de sus compañeros.
Pitazo final. Esta vez, con toda seguridad, Melgar había logrado la hazaña de clasificar a octavos de final en la Copa Sudamericana con 12 puntos, en mérito a cuatro triunfos y dos goles más de diferencia sobre Racing. La jornada terminó con el Cilindro apagado y el estadio de la Unsa encendido en euforia. El himno de Arequipa entonado con alma y corazón cerró una jornada que estará escrita en las páginas más felices del fútbol arequipeño.