“Oohh, Diego no se va, no se va... No se va, Diego no se va...”. Un cántico que nace del corazón, el que sonreía cada vez que Diego Armando Maradona tocaba un balón de fútbol. Pelusa seguirá vivo en el recuerdo de las miles de personas que se dieron cita en la Casa Rosada para darle el último adiós en medio de lágrimas y gritos de desesperación por ver partir a su ídolo.
No hubo diferencias, las camisetas rivales se fundieron en el mismo dolor y familias completas pugnaron por ver de cerca el ataúd que alberga hoy a su ‘D10s’. No existía impedimento alguno, ni el coronavirus ni la policía eran suficientes para despejar las colas que alcanzaban unas veinte cuadras a la redonda del que era el nuevo trono del rey del fútbol.
La puerta principal estaba abierta para la familia y para los amigos cercanos. Tras el ingreso de su exesposa Claudia Villafañe junto a sus hijas Dalma y Gianinna en horas de la madrugada, una de las primeras personalidades en acercarse a despedirse de Diego fue el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
Quienes tampoco demoraron en llegar fueron sus compañeros de México 86′, amigos del fútbol y el plantel de Gimnasia y Esgrima, quienes fueron los últimos en escuchar sus indicaciones técnicas. Mientras tanto, los incondicionales del ‘D10s’ esperaban solo luz verde para ingresar.
A las seis de la mañana sus devotos hicieron su ingreso en medio de aglomeraciones y trifulcas con los agentes policiales, las cosas no pasaron a mayores y por horas solo se escuchó el sollozo de un pueblo en luto. Pero diez horas (4 p.m.) no eran suficientes para que el mundo se despidiera del mejor, y a gritos le pidieron a la familia alargar el velorio. “Tres horas más”, accedieron, pero con Maradona nada es suficiente.
Los fanáticos saltaron las rejas de la Casa Rosada para acceder al féretro y el cuerpo de Diego tuvo que ser retirado de la sala en la que se encontraba, la misma en la que fue velado un histórico presidente como Néstor Kirchner. Y es que el fuerte dispositivo de seguridad, debido a la movilización de hinchas, no alcanzó para la multitud que ni el gas pimienta pudo calmar.
Nadie pudo contener lo que sucedía afuera y se decidió terminar con el velorio. Por la puerta trasera y bajo estrictas medidas de seguridad y tensión se trasladó el cuerpo del que fuera el mejor jugador argentino de todos los tiempos al cementerio de Bella Vista, donde hoy reposan sus restos junto a los de sus padres, don Diego y doña Tota.
El camino hacia el que hoy es su nuevo hogar se convirtió en una caravana indescriptible, histórica y aplaudida. Pancartas, globos, un arcoíris de camiseta de fútbol y el cántico perpetuo, “Ohhh, no se no se va, Diego no se va...”, estremeció al mundo.
El Dios más humano que dejó este mundo dormido, pues la autopsia confirmó que se fue tras sufrir una insuficiencia cardíaca que le generó un edema agudo de pulmón y le provocó una muerte súbita, partió en medio de un aroma a multitud, como él lo quiso, como siempre lo pensó y, aunque en sus últimos días lo dudó, sus hinchas no le defraudaron.
El entierro fue en estricto privado en medio del dolor de una familia que Diego construyó a su modo y cuyas diferencias no fueron suficientes para dejarlo solo en sus últimos días.
“Gracias por haber jugado al fútbol, gracias por jugar al fútbol porque es el deporte que me dio más alegría, libertad. Es como tocar el cielo con las manos. Gracias a la pelota”, el discurso que Maradona confesó que se habría dicho a sí mismo durante su entierro y que estuvo presente.
El adiós del ídolo tampoco fue ajeno a las controversias, palabra que caracterizó los años más sublimes de Diego. Y es que Leopoldo Luque, el último médico personal que tuvo Maradona, participó del velatorio íntimo que organizó la familia y horas después regresó a la Casa Rosada para darle el último adiós a su amigo, en medio de un silencio que ni la insistencia de la prensa, que aguardaba más detalles del comunicado emitido horas antes por Matías Morla, el abogado de Pelusa, pudo romper.
Morla hizo una fuerte crítica a la falta de atención médica que Diego habría recibido en sus últimas horas. “La ambulancia tardó más de media hora en llegar, lo que fue una criminal idiotez. Este hecho no debe ser pasado por alto y voy a pedir que se investigue hasta el final de las consecuencias. Como me decía Diego: vos sos mi soldado, actúa sin piedad”, expresó en su escrito.
Por otro lado, Alfredo Cahe, el doctor de casi toda la vida de Diego, alzó la voz y cuestionó las decisiones tomadas en sus últimos días de vida: “Acaba de fallecer de una manera insólita que realmente uno trata de explicarse o de tener noción de qué es lo que pasó. Tendría que haber estado un médico permanentemente en la habitación de Diego. El chequeo cardiovascular a mi entender no fue hecho en forma total, es decir, no se lo cuidó como correspondía”, dijo conmocionado en Telefé Noticias.
Con respecto a su última operación por un hematoma subdural en el cerebro y el alta de la misma, Cahe sentenció: “Lo que sé es que supe que una fracción de médicos dijo que no era necesario operarlo de forma inmediata y otro sector dijo que era urgente la operación. Por otro lado, no me pareció lógico que le den el alta. Diego tendría que haber permanecido, no digo solamente en esa clínica, sino en un lugar profundamente internado con una infraestructura diferente, como cuando lo llevábamos a Cuba”.
Marcelo Bielsa, DT de Leeds United
“La pérdida de un ídolo es una sensación de debilidad para todos nosotros. Para nosotros fue y va a seguir siendo un ídolo. Que ya no esté nos da muchísima pena”.
José Mourinho, DT del Tottenham
“Su fútbol lo podremos seguir viendo cada vez que queramos, siempre estará ahí, pero a Diego ya no. Le echaré de menos y echaré de menos sus llamadas”.
Diego Simeone, DT Atlético de Madrid
“Maradona es fútbol, es Argentina... Tuvo ese carácter rebelde que evidentemente lo identificó donde estuvo. Me quedo con el espacio que me tocó vivir a mí cerca de él”.
Charly García, cantante argentino
“Nunca me voy a olvidar de nuestras charlas. Cuando te pregunté qué título le pondrías a tu segundo gol a Inglaterra y me respondiste ‘miré el arco y esquivé patadas’”.
Ronaldinho, exjugador brasileño
“Mi amigo, mi ídolo, mi número 10, gracias por cada momento en tu compañía. Apreciaré todos los momentos juntos, donde estuve para admirarte y rendir homenaje a tu grandeza”.
Gabriel Batistuta, exjugador argentino
“Eternamente gracias, llorando por vos. Acompaño a sus familiares ante esta gran pérdida y dolor. Descansa en paz... Querido Diego, querido amigo”.
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