Eficacia y eficiencia son dos palabras a las que se les suelte otorgar el mismo significado, incluso se les considera sinónimos. A pesar de ser unidireccionales—ambas van hacia la misma dirección—, aunque existe una gran diferencia entre ser una persona eficaz y una eficiente.
Conoce en esta nota, qué significa cada término y en qué se diferencian. Por último, encontrarás un caso para entender mejor los atributos de cada palabra.
Según la Real Academia Española, la eficacia es la “capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. Es decir, una persona puede ser calificada como eficaz cuando cumple una tarea que se ha propuesto.
De acuerdo al diccionario de la RAE, la eficacia se define como la “capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado”. Un individuo es catalogado como eficiente si logra una meta u objetivo con los recursos que tiene a su disposición, sin solicitar un aumento de estos o generar algún gasto adicional.
La eficacia se diferencia de la eficiencia en que esta última hace referencia a un óptimo manejo de los recursos. Asimismo, la eficacia es la capacidad de alcanzar un objetivo sin importar si se le dio el mejor uso a los elementos disponibles.
Para comprender mejor cómo difieren ambos términos, procederemos a exponer dos ejemplos.
Dos trabajadores, Enrique y Carla, laboran en una empresa del rubro textil. Ambos deben producir 100 prendas durante su jornada (ocho horas).
Enrique se relaja porque piensa que el plazo otorgado es suficiente para cumplir con su cuota. Por otra parte, Carla elabora una estrategia para fabricar los 100 polos en la mitad del tiempo.
Al final de la jornada laboral, los dos empleados cumplieron el objetivo encomendado, No obstante, mientras que uno tomó el día entero, el otro optimizó su rendimiento para lograr la meta en la mitad de tiempo. De este caso, se puede deducir que Enrique es eficaz y Carla es eficiente, debido a que aprovechó al máximo todos los recursos que tenía a la mano.
Walter es un técnico en aire acondicionado. El 1 de marzo fue contratado por una empresa que desea una renovación de su sistema de ventilación. En los acuerdos entre ambas partes, el especialista se comprometió a entregar la obra culminada en un mes, es decir, el 1 de abril.
No obstante, Walter acabó la instalación de los equipos el 15 de abril, dos semanas más del plazo estimado. Al probar el nuevo sistema, los encargados de la empresa afirmaron que funcionaba perfectamente. Pero le tomó 14 días más terminar el proyecto.
El trabajo del técnico fue eficaz, debido a que acabó la labor. Sin embargo, para ser considerado eficiente, Walter tuvo que haber ideado una manera de optimizar y acelerar la ejecución de la tarea para entregar la obra antes o en el lapso acordado.