La Monja Alférez fue el apelativo que adquirió Catalina de Erauso, una mujer que se desempeñó como monja, militar y escritora. Según su autobiografía, nació en España en 1585 y a la edad de 4 años fue internada en el Convento de las Dominicas de San Sebastián, de donde fue retirada debido a su mal comportamiento. Desde muy pequeña mostró una personalidad desobediente, rebelde e insumisa. Estas cualidades le permitieron que más adelante pudiera ejercer como militar y luchar en las guerras de conquista de Latinoamérica.
Tras vivir bajo diversos nombres de hombre, le confesó a la Iglesia Católica que en realidad era una mujer y fue el propio papa de la época quien le permitió continuar vistiendo como hombre. Esta es su historia.
PUEDES VER: ¿Es cierto que los incas medían casi 2 metros? Esta fue su verdadera estatura, según historiadores
Tras ser expulsada del Convento de las Dominicas de San Sebastián, fue llevada al monasterio de San Bartolomé de San Sebastián, de donde se escapó cuando tenía 15 años de edad; sin antes llevarse agujas, hilo, telas y tijeras. Fue así que empezó a confeccionar su propia ropa para hombre, ya que consideró que la mejor forma de pasar desapercibida y sin que la persigan era vistiéndose como hombre.
Este es el retrato que se tiene de la Monja Alférez. Foto: National Geographic
Tras ser protagonista de diversos altercados en España, en 1603 decidió embarcar hacia las Américas en búsqueda de aventuras bélicas. Cabe resaltar, que en todo ese tiempo Catalina continuó vestida como hombre y usaba nombres como Pedro, Alonso Díaz, Antonio de Erauso, entre otros.
Cuando llega a Panamá conoce a Juan de Urquiza, un comerciante de Trujillo que le habló sobre el Virreinato del Perú, lo que hizo que Catalina se interesara por ir al Perú a vivir nuevas aventuras bélicas. Para alegría de ella logró formar parte del ejército militar al mando del capitán Gonzalo Rodríguez, enfrentándose a los indios mapuches.
Sin embargo, cuando rechazaron que ascendiera a capitán debido a las quejas por su crueldad, Catalinda decidió robar y asesinar a toda persona que se le cruzara. Tras ser condenada a muerte y escapar en dos oportunidades, se refugió en Cusco y luego en Huamanga, en donde fue captura por tercera vez. Sin escapatoria, decidió revelar su verdadera identidad al obispo Agustín de Carvajal, quien la protegió y la envió a España.
Obispo San Agustín de Carvajal. Foto: Enciclopedia Symploké
Fue el propio rey Felipe IV quien la recibió, decidió que Catalina mantenga su grado de militar y la apodó la Monja Alférez. Además, le permitió usar su nombre masculino, vestir como varón y gozar de los privilegios de varón. Todo esto hizo eco en Europa, llegando a los oídos del papa Urbano VIII, quien la invitó a Roma y la ratificó a que siga usando vestimenta de hombre. Fue así que se convirtió en el primer hombre transgénero que contó con la aprobación de la Iglesia Católica.