Muchas personas en nuestro país tienen interiorizado que la pequeña marca que adorna su brazo derecho (a la altura del hombro) es producto de su temor a las vacunas, ya que, desde muy pequeños, han escuchado que esta cicatriz se generó porque se movieron mucho mientras le aplicaban la inyección. Sin embargo, esta afirmación es totalmente falsa, pues esta marca no es más que la prueba de que cuando naciste te vacunaron contra la tuberculosis.
Conocida también como la BCG, esta vacuna fue desarrollado en 1921 por dos investigadores: Albert Calmette y Camille Guérin. Hasta el día de hoy, es la única que existe contra la tuberculosis, una enfermedad que, según la OMS, cada año mata en el mundo a más de 1,4 millones de personas. Cabe resaltar que en el Perú, la BCG se aplica en un rango de edad temprana, desde bebés recién nacidos hasta los menores de 5 años. Se coloca en el brazo, pero también en el músculo de las nalgas.
La vacuna BCG deja una marca en el brazo principalmente porque se inocula por vía intradérmica, es decir, justo por debajo de la superficie de la piel sin llegar al músculo. Según el Comité Asesor de Vacunas de la AEP, esta forma de administrar la vacuna causa la aparición de un pequeño bulto en el lugar de la aplicación que se asemeja a una picadura de mosquito.
En concordancia, Anai Romero, médica egresada de la Universidad de Guadalajara, afirma que, entre los 10 y 15 minutos después de haberla aplicado, la BCG empieza a formar lo que conocemos como una pápula, que es como una ronchita rosada. "En teoría, eso sucede porque debajo de ello está la solución que aplicaste”, detalla Romero para el medio Animal Político.
Después de tres semanas, empieza a quedar como una bolita o mancha rojiza y, finalmente, cicatriza en un promedio de 12 semanas para quedarse con nosotros para toda la vida.
La vacuna BCG se aplica a menores de 6 años. Foto: Vital
Aunque la reacción local a partir de dos semanas de la vacunación con BCG se observa en el 95% de los vacunados, la no existencia de dicha reacción no debe considerarse como sinónimo de fallo vacunal, ya que, de acuerdo con lo que explica el Comité Asesor de Vacunas, cada cuerpo puede reaccionar diferente. En ese sentido, no se recomienda repetirla por el riesgo de reacción local grave a una segunda dosis.