Siempre que dibujamos un paisaje, no dudamos mucho a la hora de escoger el color para pintar el Sol, pues en nuestra cabeza tenemos grabada la idea de que es amarillo con toques rojizos o hasta un poco anaranjado, si lo situamos en un atardecer. Sin embargo, nuestra estrella más cercana y centro de nuestro sistema planetario, no es de ninguno de estos colores.
Como todo cuerpo incandescente, el Sol emite luz en un espectro continuo de colores que al ser visto desde un prisma refleja los tonos rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta, es decir, todos los colores del arcoíris. Es por eso que no debe extrañarnos que al unir todos sus colores descubramos que el Sol es realmente blanco.
Aunque desde nuestros hogares percibamos el Sol de color amarillo, la colección de gases, como helio, hidrógeno y otros elementos, de los que está hecha esta inmensa estrella es tan caliente que emite luz blanca. Sin embargo, la apariencia de sus rayos se distorsiona al pasar a través de la atmósfera terrestre y son percibidos aquí de color amarillo.
Sol. Foto: composición LR/Treveler/Meer
Pero ¿por qué vemos al Sol de ese tono y no de los colores de onda más largos como el rojo y el naranja?
El astrónomo uruguayo Gonzalo Tancredi, profesor de la Universidad de la República, explicó a BBC Mundo que, al absorber más fuertemente los colores de onda más corta, desde el violeta hasta el verde, lo que predomina es el amarillo en el espectro medio.
El Sol es de color blanco. Foto: Twitter @StationCDRKelly
Por si alguien dudaba de la veracidad de esta información, el astronauta Scott Kelly usó sus redes sociales para confirmarla, pues el destacado científico pudo ver el Sol desde fuera de la Tierra, concretamente desde la Estación Espacial Internacional, y notar que efectivamente era de color blanco.