El videoarbitraje, también conocido como VAR por sus siglas en inglés, fue utilizado por primera vez en la historia de los Mundiales durante el partido entre Francia y Australia en el 2018. Su función es ayudar al árbitro principal a evitar errores graves y manifiestos durante el juego, como por ejemplo un penal claro no pitado o un gol en fuera de juego.
Cabe resaltar que el VAR solo interviene en faltas muy claras, incontestables o en situaciones que resulten decisivas, ya que la idea es que el fútbol no pierda su fluidez con constantes interrupciones.
El VAR es una herramienta que facilita a los árbitros la toma de decisiones. Se trata de un conjunto de cámaras que retransmiten a una sala apartada del campo, donde los asistentes de video pueden revisar las jugadas. Únicamente se utilizan en cuatro situaciones muy concretas que pueden determinar el resultado del encuentro, y ofrecen grandes ventajas sin apenas interferir en el ritmo del juego.
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Según la FIFA, el árbitro puede recurrir al videoarbitraje en cuatro ocasiones específicas, que pueden modificar radicalmente el curso de un encuentro:
El VAR funciona por medio de un equipo de asistentes de video que, en una sala, disponen de imágenes televisivas del partido tomadas desde distintos ángulos y tiros de cámara para su análisis. Estos asistentes están en conexión directa por un intercomunicador con el juez del encuentro tanto para realizarle advertencias como para recibir sus preguntas. Se aplica siguiendo estos tres pasos:
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La respuesta es no, ya que la máxima autoridad dentro de la cancha es el arbitro principal. Si él no está de acuerdo con una indicación del VAR, puede revisar la acción en una pantalla situada junto al terreno de juego, y luego tomar la decisión según su propio criterio. El equipo de video puede informar al árbitro de un error de apreciación, o bien de alguna acción que no haya visto. La corrección, de haberla, debe ser comunicada a equipos y público.