El árbol de Navidad es uno de los elementos más importantes para promover el espíritu navideño en el hogar. Al igual que otras tradiciones que se realizan para festejar estas festividades de fin de año, el armado del árbol une a la familia. Es usual adornarlo con moños, estrellas o figuras de ángeles. Pero, ¿conoces de dónde proviene esta costumbre? A continuación, sigue leyendo la nota para conocer su origen y significado.
Existen árboles de diferentes tamaños, colores y materiales. Y en la mayoría de los casos suele ser el espacio donde se colocan los regalos que serán entregados a la miembros de la familia. No obstante, lo más importante es la unión que puede generar entre padres, hijos y hermanos para la llegada del 25 de diciembre.
En sus inicios, el árbol de Navidad tenía un significado completamente diferente al que tiene en estos días. Su historia empieza cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa, lugar donde se celebraba el nacimiento de Frey, que era reconocido como el dios del Sol y la fertilidad. Esta tradición consistía en adornar un árbol perenne en los días previos a la celebración actual de Navidad.
Al principio, simbolizaba al árbol del Universo, denominado Yggdrasil. En su copa se hallaba Asgard y Valhalla, que significa la morada de los dioses y el palacio de Odín, respectivamente. Mientras que en las raíces se ubicaba Helheim, que hacía referencia al reino de los muertos.
Durante el proceso de evangelización en el siglo VIII en Alemania, San Bonifacio cortó el árbol del Universo para dar por culminada la adoración a dioses paganos, según la óptica del cristianismo. Así, colocó como reemplazo un pino con hojas perennes, las cuales simbolizan el amor de Dios. También se agregó manzanas para representar el pecado original, y velas para representar la luz de Cristo.
Conforme ha pasado el tiempo, las esferas y las velas se han transformando en luces y otros tipos de adornos que han dado forma a la versión actual del árbol de Navidad.
El árbol de Navidad representa la vida y el amor de Dios. Foto: AFP
El árbol navideño es uno de los elementos más importantes para celebrar la Navidad, pues simboliza la vida y el amor de Dios. Se decora con estrellas, luces o guirnaldas. Asimismo, se suele utilizar un árbol artificial, pero existe la opción de que sea natural. En estos casos, es común que se utilice un pino o un abeto.
También se ha convertido en una tradición colocar regalos al pie del árbol de Navidad para los niños, a quienes luego se les entrega mencionándoles que los obsequios han sido traídos por Papá Noel. No obstante, el sentido cristiano busca recordar que todos los bienes proceden de dicho árbol.
El árbol es uno de los símbolos más representativos de la Navidad. Foto: AFP
La estrella es el último adorno que se coloca en la copa del árbol. Esta se añade recién el 24 de diciembre y es costumbre que el más pequeño de la casa lo haga para otorgarle un mayor significado. De acuerdo con la Iglesia Católica, la estrella simboliza la fe, la cual debe guiar la vida de todo seguidor de Cristo, pues hace alusión a la estrella de Belén.
El árbol de Navidad se suele armar el 8 de diciembre. Foto: captura de YouTube
Cada año, se suele armar el árbol de Navidad el 8 de diciembre. Así lo estableció el papá Pío IX en el año 1954, ya que es un día donde los cristianos conmemoran el nacimiento de la Virgen María, quien fue madre de Jesucristo. Por eso, la Iglesia Católica considera esta fecha como el comienzo de la celebración del periodo de Navidad y el 25 de diciembre el día de la llegada de Jesús.
Los evangelios de Mateo y Lucas mencionan el nacimiento de Jesús en Belén de Judea y de una madre virgen. Sin embargo, ninguno menciona el 25 de diciembre ni da una fecha exacta de este acontecimiento.
En los versículos del 1 al 3 del capítulo 2 de Lucas apenas se nos da una pequeña referencia temporal. “En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realice un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen (…)”.
El papa Julio I, cuyo pontificado fue entre los años 320 y 353, sugirió conmemorar la llegada de Jesús cada 25 de diciembre, lo que coincidía con la fecha del Natalis Solis Invictii; su sucesor, Liberio, estableció que dicha fecha era el natalis dies o día del Nacimiento.