A diferencia de otras países, en Perú los bomberos tienen una labor aún más digna de aplaudir. Además, de sacrificar sus vidas para poder salvar la de otros, cumplen su trabajo de manera voluntaria, es decir, sin una retribución monetaria.
Esto se viene realizando desde hace más de un siglo y medio, pues, de acuerdo al libro “Historia del cuerpo de bomberos voluntarios del Perú”, la primera unidad de hombres de rojo en territorio nacional fue la Compañía de Bomberos Unión Chalaca, la cual se fundó en 1860 y que, con el paso del tiempo, fue recibiendo más personas de Lima, Callao e incluso del extranjero.
PUEDES VER: ¿A qué se dedica el ‘Loco’ Vargas tras retirarse del fútbol y qué negocios estaría planeando?
Entre los emigrantes que formaron parte de estas primeras unidades, estaba el italiano Juan Bautista Berninzoni, el primer bombero que murió en un incendio desarrollado en nuestro país.
Aquí te contamos cómo fue que se mudó a Perú y cuál fue su último acto heroico que le valió para ser recordado hasta el día de hoy.
A mediados del siglo XIX, Juan Bautista Berninzoni se trasladó al Perú con su hermano Tommaso Agostino, atraídos por las oportunidades que Sudamérica ofrecía a los emigrantes de otros continentes y con la expectativa de dar un nuevo rumbo para su apellido.
Según cuenta uno de sus descendientes, al comienzo de su estadía, los Berninzoni se dedicaban a reparar carrozas y al apoyo en construcción.
PUEDES VER: ¿Quién es Karin Quijada, la primera mujer con discapacidad auditiva que obtuvo un doctorado en San Marcos?
En 1866, la armada española derrumbó el puerto de Valparaíso en Chile y amenazaba con seguir expandiendo su ataque hacia Perú.
Por ello, el entonces alcalde de Lima, Pablo Antonio Salinas, convocó a las comunidades extranjeras para poder integrar las unidades de bomberos que apoyarían en el Combate de 2 de mayo.
Inmigrantes de Francia, Suiza e Italia fueron reclutados en este llamado, dando pase a las primeras compañías forasteras como Roma 1, la cual se fundó el 15 de abril de ese año y que Bautista Berninzoni vio como un nuevo hogar.
Juan Bautista Berninzoni llegó a Perú en el siglo XIX. Foto: captura de Facebook
Los inicios del italiano como bombero se dieron en medio del Combate de 2 de Mayo, en el que Bautista Berninzoni y la compañía Roma 1 ayudaron a apagar diversos incendios, como también a trasladar a los heridos a las postas médicas.
Asimismo, fue uno de los supervisores del Hospital de Sangre, que resguardaba los heridos más graves.
El 10 de diciembre de 1870, precisamente a las 8.00 p. m., la noche se vio interrumpida por los campanazos de la Iglesia de San Pedro, ya que el convento de La Merced, ubicado sobre la calle Filipinas, se estaba incendiando.
El recinto fue declarado en emergencia e inmediatamente se alertó a la Policía y a las unidades de bomberos de Francia, Lima e Italia.
La Roma N.° 1 tomó la iniciativa y se dirigió a la parte superior de los techos para tratar de contrarrestar las llamas y buscar heridos. Al poco rato, llegó el soporte nacional y la brigada francesa, pero cuando querían subir para apoyar a los italianos, el techado comenzó a desplomarse, llevándose consigo a cinco bomberos, entre los que se encontraba Berninzoni.
El incendio se produjo a causa de una vela encendida en la celda del fraile Pedro Solís, quien acostumbraba a cocinar en su celda. Lamentablemente, esa noche se había olvidado apagar el fuego, empezando el desastre que luego se propagó a otros ambientes.
Tras el derrumbe de la fachada central del Convento, varios bomberos salieron lastimados, siendo Berninzoni el más afectado, quien con 40 años falleció a causa de contusiones.
El 12 de diciembre, el italiano fue enterrado en el cementerio General de Lima y, posteriormente, recibió una placa de bronce en la puerta lateral de la iglesia de La Merced. Actualmente, un parque de San Isidro recibió su nombre en su honor.
El parque está ubicado en el distrito San Isidro. Foto: captura de Facebook
PUEDES VER: La mujer más millonaria del Perú: conoce qué puesto ocupa en el ránking mundial de multimillonarios
La noche del 14 de febrero de 1931 estaba preparada para ser la cita ideal de varias parejas de Lima; sin embargo, las fiestas de celebración se vieron opacadas por un inesperado incendio que alarmó a los ciudadanos de la capital peruana.
Ese Día de San Valentín no fue más que una tragedia recordada hasta el día hoy por miles de limeños, principalmente por aquellos que rondaban por el Centro de Lima entre la antigua calle Plumereros y zonas aledañas. Las llamas de amor fueron reemplazadas por llamas de fuego, que consumieron un almacén de muebles, el cual recibió el auxilio de un valiente grupo de bomberos.
Lamentablemente, este suceso dejó como saldo —además de derrumbes y heridos— la muerte de cinco hombres de rojo, quienes perdieron la vida haciendo lo que les apasionaba y hasta la fecha son mártires de un suceso que sirvió como precedente para las brigadas actuales contra este tipo de desastres. En esta nota, te daremos a conocer los hechos de este trágico episodio que conmocionó a todo el país.
¿Cómo sucedieron los hechos ?
Al rededor de las 10.30 p. m. de ese sábado, el Cuerpo General de Bomberos recibió varias llamadas en las que se solicitaba el auxilio inmediato para un incendio que cada vez incrementaba. El espacio afectado fue el almacén de muebles de Freire y Compañía, el cual estaba ubicado en los números 345 y 347 de la antigua calle Plumereros, en el corazón de Centro de Lima.
Varias unidades dieron pase a la abertura del hidrante del agua más cercano para intentar dominar el fuego por casi media hora. Si bien el incendio estaba siendo controlado, el asunto se complicó cuando el vetusto inmueble de la parte superior se desplomó y se llevó con él a los bomberos que trabajaban tanto arriba como en el primer piso.
Víctimas que hoy son héroes
Juan Acevedo, Eleazar Blanco y Carlos Vidal, capitán, teniente y subteniente, respectivamente, de la bomba Cosmopolita; junto a Pedro Torres Malarín, seccionario de la bomba Salvadora Lima, y Juan Ochoa, seccionario de la France, fueron las lamentables víctimas de lo que hoy se conoce como la “Tragedia de los Plumereros”. La mañana del día siguiente, aproximadamente a las 9 a. m., se terminó por rescatar de los mártires.
De acuerdo a los compañeros de turno, quien más sufrió fue don Carlos Vidal, pues sus gritos de dolor hasta ahora suenan en los pensamientos de quienes intentaron salvarlo. “¡Mátenme, por favor!”, exclamaba debajo del desmonte que tumbó su cuerpo. La angustia de Vidal se prolongó por varias horas, pues falleció la tarde del domingo 15 en el hospital Dos de Mayo.
El día siguiente, ya con los hechos consumados y la tristeza entre los testigos del doloroso episodio, el entonces alcalde de Lima, Luis Antonio Eguiguren, y otras autoridades expresaron sus ‘pésame’ a las familias de las víctimas y al comandante general de la Compañía General de Bomberos, Federico M. Schiaffino.
Los cuerpos de los bomberos fueron trasladados a la compañía a la que pertenecía cada víctima, para luego ser llevados entre una gran multitud de personas a la Bomba Lima, donde recibieron luto por gran parte del los vecinos de la capital y fueron colmados de ofrendas florales para ser despedidos.
Los medios de comunicación honraron la valentía de estos valientes bomberos. Foto: La Crónica
PUEDES VER: Mirko Saric: la historia del futbolista que el Real Madrid quería fichar, pero se suicidó
En 2005, el comandante del Cuerpo de Bomberos de Sao Paulo, Diógenes Munhoz, recibió una llamada para atender un hecho que para él y su equipo era bastante común: un hombre se había subido a lo alto de una torre de transmisión de señal e intentaba suicidarse.
Según el manual que el escuadrón brasileño manejaba, el procedimiento para tratar este tipo de emergencias era “distraer a la persona y sujetarla”. En casos más extremos, se usan mangueras o tasers (arma de electrochoque) para alejar a la persona del peligro. En aquella ocasión, Munhoz pasó seis horas con el hombre en riesgo, y el desenlace fue bueno. Este hecho le dio una maravillosa idea al comandante que ya ha salvado un total de 57 vidas con el método que creó.
“Me di cuenta de que incluso si la persona desistía, no necesariamente el resultado era positivo. Nosotros, y me refiero no solo a mi equipo, sino también a los policías y profesionales que también manejan estos casos, no estábamos instruidos para preocuparnos por esa persona en profundidad. Estas salidas se trataban simplemente como una llamada más. No nos preocupábamos por lo que pasara después”, señaló el hombre de rojo a la BBC.
El brasileño arriesgó varias veces su vida en los incendios de su país. Foto: BBC