
La mirada persistente. Fotografía peruana. Siglos XIX-XXI (Fondo Editorial de la Universidad de Lima), de Marisa Mujica Pinilla, es una publicación monumental que pone de relieve una de las manifestaciones más sólidas de la cultura peruana en los dos últimos siglos. Pero además cumple un propósito necesario para estos tiempos marcados por la división y la intolerancia: nos hace sentir el Perú mediante la sensibilidad de sus fotógrafos. ¿Por qué Perú tiene una rica tradición fotográfica? Sobre este tema y otros relacionados, La República conversó con Marisa Mujica Pinilla.
-La mirada persistente es un libro necesario. Ordena muchas cosas de la tradición fotográfica en Perú.
-Yo también creo que era necesario, porque desde el año 2001, que se hizo un libro en el MALI, no se había hecho nada integral. Entonces estaba pendiente. Se necesitaba un libro que agrupara varias historias con relación a la historia de la fotografía en el Perú. Entonces hay tres capítulos históricos al inicio para dar un contexto y después hemos avanzado hasta el siglo XXI. Hay más de 470 fotos y más de 100 fotógrafos.
-Imagino que hay fotógrafos que no han podido ser incluidos. Es inevitable.
-Es inevitable. Pero de repente, este es el inicio para un segundo tomo que otras personas pueden hacer, incluyendo lo que faltó.
-Pero de los fotógrafos consignados, no sobra ninguno.
-Así es. Este ha sido un trabajo apasionante. Nos ha tomado tres años y hemos hecho muchísima investigación, y he contado afortunadamente con un comité consultivo de primera; pienso ahora en Herman Schwarz, Luz María Bedoya, Juan Enrique Bedoya, Jorge Villacorta, Billy Hare y Javier Silva Meinel.
“Wasichacuy” (2019) de Jero Gonzales. Foto: Jero Gonzales.
-El libro tiene seis secciones y siete portafolios. Hay varios periodos de producción aquí. De ellos, ¿cuál te resulta especial? O mejor dicho: ¿qué no se tenía mapeado y que se incluye ahora? Este tipo de publicaciones suele traer tapaditos.
-Me parecía que había una deuda con Secuencia. No hay ningún libro que hable exclusivamente de Secuencia. O sea, Secuencia es el corazón para mí de lo que ha sido la fotografía de autor. Fernando La Rosa, Billy Hare y Javier Silva crean esta asociación sin fines de lucro. Por primera vez se le da un lugar a la fotografía de autor. Y no solamente eso, sino que vienen en esa época Minor White y Aaron Siskind que representaban el modernismo abstracto.
-¿Secuencia absorbió lo contemporáneo y moderno de la época? Hablamos de mediados de los 70.
-Totalmente. Justo en esa época Fernando La Rosa conoce a Edward Ranney, que también escribe en el libro. Él estaba haciendo toda la limpieza y clasificación de la fotografía de Martín Chambi. Edward le enseña a Fernando La Rosa el trabajo de Chambi. Fernando se queda boquiabierto y se le ocurre hacer una muestra en Lima, justamente en Secuencia de la fotografía de Martín Chambi. Entonces, no solamente es una atención hacia afuera, a lo internacional, sino también hacia nuestras raíces a través de Chambi y Edward Ranney lo lleva al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
-Se sabía de la referencia de Chambi, pero no había esa suerte de oficialidad.
-Así es. Sabíamos de la importancia de Chambi, pero cuando Edward lleva su trabajo a Nueva York, nos dimos cuenta de su envergadura. El maestro de Chambi fue el arequipeño Max T. Vargas, quien le enseñó la imagen del fotógrafo artista. Eso no se había dado antes.
“El juicio”. Circa 1929. Martín Chambi. Foto: Colección fotográfica Martín Chambi.
-Cuando la fotografía era nada más documental.
-Exacto. Se documentaba con la fotografía, pero la idea de que la fotografía sea un medio de expresión, de fotografía de autor, eso viene de Max T. Vargas, que es el maestro en Arequipa de Chambi. Chambi se va después a Cusco a hacer lo mismo de su maestro.
-Secuencia fue fundada en 1976 y tuvo tres años de intensa actividad, tal y como se indica en la sección Un nuevo comienzo.
-Lo de Secuencia fue vital. Yo lo vi. Tenía 18 años y llegué a conocer hasta a Minor White. Para Minor White, tomar una fotografía era como una epifanía. Era un acto poético y hasta espiritual, en el sentido de que tenías que relacionarte con aquello que mirabas. Creo que con lo visto en Secuencia nació mi pasión por la fotografía. Yo he estudiado después filosofía y teología, pero siempre se me quedó esta semilla de cómo a través del arte uno puede justamente ver la vida desde otros ángulos. Otro aspecto que no pensaba incluir en el camino fue la fotografía de prensa. Me quería concentrar en fotografía artística, pero creo que fue por la influencia de Herman Schwarz que lo hice. Hoy en día, la línea entre lo que consideras artístico o no es sumamente fina. Hay fotografía de prensa que es artística y fotografía tal vez abstracta que no lo es tanto. Entonces, ¿dónde pones la línea? Por ello, vimos la necesidad de incluir prensa también. Este es el primer libro de fotografía, si no me equivoco, en donde se le da un espacio muy grande a la prensa.
“Humareda en el sillón de Sócrates, hotel Lima” (1982) de Herman Schwarz. Foto: Herman Schwarz.
-La mirada persistente es un recorrido de dos siglos de fotografía en Perú y me deja esta pregunta: ¿no se puede ser mal fotógrafo en Perú, no?
-En el Perú hay excelentes fotógrafos. El Perú es un país milenario y eso se percibe no solamente en sus paisajes, sino en su gente también. Quizá eso se deba a que somos un país antiquísimo y eso es lo que registran las fotos. Tu pregunta me ha hecho pensar. Pienso en los tantos matices que hay en Perú, en donde podemos tener fotógrafos como Mariano Zuzunaga, Juan Enrique Bedoya y Flavia Gandolfo. Tenemos fotografía documental, artística y conceptual de gran nivel. En el Perú, la fotografía abarca todos los ámbitos.
Marisa Mujica Pinilla. En el MAC. "En el Perú hay excelentes fotógrafos". Foto: Carlos Félix.
-Desde hace algunos años, las artes en Perú están en un muy buen momento. De todas sus manifestaciones, la que capitanea es la fotografía. ¿Estamos de acuerdo?
-Yo creo que tienes razón. Además del libro, acabamos de ver una muestra extraordinaria de Javier Silva en el MAC; después hemos visto la muestra de Juan Enrique Bedoya en el ICPNA; Roberto Huarcaya nos ha representado el año pasado en la Bienal de Arte de Venecia y se eligió la fotografía como la forma de expresión artística. Eso es extraordinario. Lo que hubo en Monumental Callao también fue espectacular.
“Pachacámac II” (Lima, 1987) de Billy Hare. Foto: Billy Hare.
-Como te he dicho antes de la entrevista, este libro es de los que quedan. Pero, ¿crees que la fotografía peruana corre un peligro?
-No tenemos un archivo nacional de fotografía y es momento de que nos pongamos a pensar en eso. Mariella Agois, a Dios gracias, donó su archivo al MALI; pero hay artistas fotógrafos que si se mueren, sus archivos se pierden. Sería bueno tener un lugar en donde se entregue su trabajo y lo puedan cuidar.
-En una época marcada por la velocidad de imágenes, la fotografía es un llamado a la pausa. Hay mucha gente interesada en ver fotografía.
-El ser humano es tomado por la vida, que cada vez es más rápida, más estresante, más apresurada, pero hay algo en él que también desea una cierta tranquilidad, reflexión y otra calidad estética. El detenerte y buscar otra clase de imágenes tiene que ver precisamente con lo opuesto a todo el tiempo que eres llamado a tomar fotos con el celular sin mirar nada, mientras que esto te invita a prestar atención y poner tu energía en eso.
"La mirada persistente". Imagen: Difusión.
-El libro te deja una sensación de unión con el Perú.
-Toda la gama de imágenes que hay en el libro tiene que ver con nosotros, con el Perú en sus distintos aspectos y facetas. Eso te une porque es conocernos.
-Como te dije hace un rato, me cuesta pensar que haya fotógrafo malo en Perú. Este libro es la mejor muestra de que nuestra tradición fotográfica es muy fuerte.
Aquí en el MAC hay una exposición de arte contemporáneo que está vinculada a la fotografía también. La foto con la que me he identificado se llama “Wasichacuy”. Es un término quechua que tiene que ver con el bien. Esta es una foto de Jero Gonzales que la tomó en 2019. Aquí vemos a un grupo de personas haciendo la casa comunal. Todos están trabajando por un bien común. Cuando he visto esa foto, dije: esto es este libro: un grupo de personas que nos hemos unido para hacer un libro de fotografía. Aquí hay 22 ensayos de distintos aspectos de la fotografía que expresan un vínculo con el Perú. El libro te invita a ponerte en los zapatos del otro, que es un ejercicio, y lo digo en el prólogo. Es algo que muy pocas veces hacemos, porque miras a través de la mirada del otro. Y eso es muy importante porque nos ponemos a estar totalmente aislados en nuestra propia visión de las cosas. Pero hay que cuestionar eso; puedes acercarte al otro y eso es lo que ves en este libro, muchas miradas.

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