Cuando se piensa en Sarhua, en Ayacucho, lo primero que nos viene a la mente son sus famosas tablas de Sarhua, que cuentan la vida y costumbres de la comunidad sarhuanina, es decir, una narrativa, un testimonio, la mayoría de las veces, festivo. Sarhua es también conocida por su arte textil. Sarhua es precisamente el título de la exposición que se viene llevando a cabo en la galería Herlitzka & Co., en Buenos Aires, la cual reúne obras en el registro textil de los destacados artistas peruanos Herbert Rodríguez, Gaudencia Yupari Quispe y Venuca Evanán, y cuenta con Issela Ccoyllo como curadora.
Esta exposición no es un hecho aislado, es parte de una secuencia que estamos viendo en los últimos años en cuanto al arte textil peruano. La República conversa en extenso con los artistas y la curadora. Vale la pena el tiempo invertido.
-La pregunta puede sonar sencilla, pero su respuesta podría resultar compleja. ¿A qué creen que se debe el interés y el paulatino crecimiento del arte textil en Perú?
-Gaudencia Yupari: Claro, ahora hay una mayoría haciendo textil, antes no era valorizado y ahora sí. Lo que hacemos es para difundir la cultura viva, para que no desparezca, para mantener la tradición. Ahora las nuevas generaciones ganan concursos sobre la cultura de Sarhua.
-Herbert Rodríguez: Por influencia de los cambios que se viene dando a nivel mundial con la globalización, cobra importancia la valoración de la diversidad como fuente de creatividad. Recordemos que la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural es del año 2001, esa declaración es parte de un proceso de toma de conciencia de la importancia de la cultura para el desarrollo sostenible. La cultura, al estar basada en el patrimonio cultural, genera cohesión social, y, también, fuentes de trabajo. Esto vía la Industria Cultural. Hasta antes de Castillo se venía dando en Mincul una interesante dinámica de impulso a la relación cultura y desarrollo. Todo eso quedó trunco y hemos retornado a la ausencia de políticas públicas en cultura.
-Issela Ccoyllo: Hay un encuentro entre tradición y experimentación en el arte textil que nos habla de la contemporaneidad del arte textil en el Perú. Al mismo tiempo que los artistas rescatan técnicas de tejido, bordado o costura, aplican y experimentan con nuevos materiales y con el color, abordando temas usualmente no vistos en las artes visuales; lo hacen desde un proceso desafiante e innovador.
"Agua de puquio" de Gaudencia Yupari.
Para narrar la historia de los procesos culturales del país se incluye cada vez más la creación local en su diversidad, entre ellas el desarrollo técnico y artístico del textil que se ha transmitido por generaciones en las comunidades indígenas y en el taller familiar. Estas producciones que hasta hace algunos años no eran incluidas en exposiciones ni en colecciones de arte contemporáneo, hoy son estudiadas para entender sus diversos contextos, y con ello se ha hecho evidente también que quienes han preservado el arte textil son mayoritariamente mujeres cuyas trayectorias solo habían sido reconocidas en el circuito de la artesanía. Y por otro lado, están los/las artistas que pasaron por una escuela de arte, pero sus exploraciones han estado vinculadas al arte textil, y son ellas quienes decidieron hacer de este medio su lenguaje para la creación contemporánea. En ambos casos, este tipo de trabajo tuvo poca difusión o circulación en los espacios de arte y me estoy refiriendo solo a Lima.
Sobre el paulatino crecimiento que mencionas, efectivamente se está dando, y es que hay dos situaciones cuyos efectos se pueden ver hoy claramente. Uno corresponde a los procesos de descolonización en el sur global que cruza lo étnico-racial y exclusiones por identidad; y dos, la revisión histórica de género en el arte. Esto ha implicado que museos y espacios culturales tengan que actualizarse, aunque lentamente. En otros países de la región nos llevan muchos más años de haber iniciado la reforma y se notan los avances.
No estoy segura si es una toma de consciencia razonada por parte de las instituciones artísticas, pero el resultado es que hay una mayor representación de la creación contemporánea en su diversidad, hay más artistas del textil participando en exposiciones y concursos, son finalistas y como hemos visto en estos últimos tres años, han obtenido premios, lo que nos permite conocer sus propuestas en exposiciones individuales. Hay más espacios dispuestos a exhibirlo y, por supuesto, más personas que lo coleccionan.
En medio, Issela Ccoyllo. Foto: Miguel Vásquez
-Venuca Evanán: Antes de la llegada de otros continentes ya se hablaba a través de los textiles, teníamos el quipu, las mismas prendas ya decían mensajes, las utilizaban para diferentes ceremonias, también entiendo que identificaban el rango de la persona que lo tenía puesto. Eso yo entiendo por historia, supongo que ya han estado viendo cómo ha habido presencia en nuestro lenguaje que era el arte textil. También supongo que en el tema del arte contemporáneo lo van proponiendo los artistas en conjunto con los curadores. En mi experiencia práctica, lo que voy viendo es que también hay cierta élite, personas que van direccionando qué cosa se va a mostrar y por cuánto tiempo. Eso es lo que voy notando en la práctica. Yo lo veo como un dominó, tal museo, tales curadores proponen y de ahí todos proponen por un tiempo moviendo ese tema.
-Tanto Venuca Evanán y Herbert Rodríguez incorporaron el arte textil a sus propias obras, ¿qué posibilidades expresivas encontraron en ese registro?
-Herbert Rodríguez: La valoración de lo local y popular viene desde el inicio de mi trayectoria en los 80, como una propuesta generacional de descolonización cultural que iba a contramano del canon moderno, esto es, fue una apuesta de ruptura con el abstraccionismo ancestralista. En el 2019, visité el taller de Gaudencia en Chorrillos, vi su talento en el bordado e imaginé mis diseños de máscaras o personajes desde el registro de sus posibilidades de diseño, materiales y color.
-Venuca Evanán: Viendo que en la feria de arte contemporáneo Art Lima del 2019 proponían textiles, para mí se abrió una paleta de posibilidades, aunque ya antes estaba probando con el textil, pero más llano, como el nacimiento que hice en el 2013 que tenía pellejo de oveja y trenzados teñidos con tintes naturales que se usan como llaveros, con pompones, pero ya luego de entrar a la feria vi que lo que se viene a uno a la mente, uno lo puede plasmar, y yo en Sarhua veo mucha riqueza en expresiones desde su vestimenta, desde las cosas que se utilizan cotidianamente, desde la música, la danza. A comparación de otros pueblos, Sarhua está resistiendo. Y cuando veía cómo mi tía Gaudencia hacía las polleras, y en Sarhua cómo cosían, el manejo de la aguja, del hilo, esa técnica del piqueteo es difícil, no es fácil y a veces te regateaban el precio siendo un trabajo arduo. Yo decía ¿por qué no se toma en valor las mismas prendas que se realiza a mano en las comunidades, hay que esperar a hacerlo en un cuadro? Ahí surgió la duda, y qué pasa si esto lo llevamos a un “cuadro”, ahí fue cuando quise experimentar, pero primero con trocitos que fui reuniendo. Hice la obra “Manchay punchaw”, donde pongo mi correa –inspirada en el chumpi– que había hecho a mi medida con los símbolos de los “ojos de Dios” que son los rombos, luego en el 2019 jugué con maderas y tiras de grecas de la pollera. Luego hice “Las Varayuq” y para hacer las franjas de esa obra en textil, porque me gustaba mucho el trabajo del piqueteo, lo trabajé colaborativamente con Richard Pomasoncco, que hace polleras y luego empecé a probar con las pecheras de las blusas, para eso me acerqué a Alejandra Mejía que es cosmetóloga, pero también hace blusas para la comunidad sarhuina. Le propuse y le di la idea de lo que me gustaría hacer y así surgieron los primeros tres trabajos que hicimos como tapiz. Luego dibujé figuras de mujeres y ella los plasmaba en la técnica de las blusas con materiales como lentejuelas, y eso lo llevé a la Bienal de la Amazonía en Brasil. Antes de eso jugué con la frazada de lana de oveja de mi abuela, o sea que ya empecé a jugar con los materiales que veía en Sarhua, y ahí hay muchas cosas por explorar en el tema textil que no se ha tocado todavía de Sarhua.
-¿Cómo ves, Gaudencia, este interés por el arte textil? Como pocos has visto el proceso de su consolidación. Y ¿qué es lo que falta para consolidarlo aún más?
-Gaudencia Yupari: Falta hacerlo conocer, mejorar la calidad, buscar clientes. Que el textil de Sarhua tenga más difusión, antes éramos más conocidos por las tablas de Sarhua, pero ahora se va sabiendo que también se hace textil.
"Blusas de mujeres de Sarhua" de Venuca Evanán.
-Ustedes llevan muchos años explorando los beneficios del arte textil. De lo que ven, ¿perciben oportunismo en cómo se le está abordando?
-Gaudencia Yupari: El piqueteo es una técnica muy trabajosa, yo quisiera avanzarlo más rápido pero no puedo, es un largo proceso. Sí hay los que copian diseños y se adueñan. Antes, yo nomás hacía chaquetas (blusas sarhuinas), ahora son varios los que hacen, pero sin buen acabado.
-Herbert Rodríguez: Se habla de una apropiación instrumental, por la tibieza de las reformas que he mencionado. Pero, visto el enorme lastre del racismo histórico en el Perú, tengo la tendencia a ver esas tibias reformas como una potencialidad valiosa. Pasa que el propio hecho que lo antes etiquetado, y segregado, como artesanía ingrese a las salas de arte pone en evidencia lo artificial del canon previo, esto es, que lo local y popular eran algo inferior. Cierto que falta un debate público, pero no olvidemos que la deriva conservadora del país significa también que se refuerza la privatización de la cultura, esto es, salas de arte y museos no son públicos, están a cargo de la élite económica del país, ellos mismo establecen sus prioridades.
-Venuca Evanán: Aquí no he visto tanto, afuera sí, pero de diferentes formas y es muy interesante salir y ver en otros lugares cómo lo están mostrando, cómo juegan con el textil. Deberían seguir por el tema de la historia, para nosotros era nuestro lenguaje el textil, una forma de comunicarnos, entonces debería seguir abriendo espacios para seguir trabajando estos temas. Hace poco en un conversatorio en Madrid, una persona con ascendencia de ambos continentes decía que el europeo vino a enseñar arte acá (a Perú) porque arte para ellos solo es pintura en lienzo, entonces te hace pensar en qué hacían nuestros antepasados antes de que llegaran personas de otros continentes. Son otras formas de ver las cosas, acá hay otras cosas que poco a poco se va descubriendo y siempre va acompañado de un tema ritual y utilitario, pero también hay un proceso creativo, hay técnicas.
-¿Cómo te está yendo Gaudencia? Tu hija, Violeta Quispe, acaba de ganar la última edición de Pasaporte para un artista y es finalista del premio ICPNA.
-Gaudencia Yupari: Me está yendo bien, agradeceré siempre a Herbert, por medio de él aprendí que podía hacer más con el arte textil y llegué afuera del país. Me siento orgullosa que mi arte haya llegado a las manos de Mauro Herlitzka y del museo Reina Sofía. Jamás pensé que iba a llegar hasta allí, solo pensaba en pintar tablas de Sarhua. Ahora Mauro está explicando mi trabajo en Argentina y quiero que siga creciendo más. A otro país no me invitan todavía.
"Personaje" de Herbert Rodríguez, realizado por Gaudencia Yupari.
-Issela Ccoyllo: Recientemente, el museo Reina Sofía de Madrid adquirió para su colección dos piezas textiles de Gaudencia, y es finalista en el concurso del Premio Nacional de Pintura del BCR. Ella viene trabajando en formatos cada vez más grandes y siempre atenta a los detalles y aplicaciones textiles, con relatos autobiográficos de la vida idílica en su infancia, su primera maternidad y relatos que procesan episodios del periodo de violencia interna en Sarhua.
-Sarhua se está exponiendo en Buenos Aires. Estamos ante obras de tres reconocidos artistas peruanos. ¿Hay más interés por la tradición textil en el extranjero que en el propio país?
-Issela Ccoyllo: La exposición Sarhua constituye parte del trabajo sostenido de la galería Herlitzka & Co. que ha presentado en años anteriores dos muestras bajo el título Trama en América, donde han reunido obra textil de artistas latinoamericanos. Se trata, sí, de la primera exposición de arte textil de Sarhua, desde la mirada de tres artistas que han tenido acercamientos diferentes. Gaudencia es una experimentada maestra en la confección de polleras y blusas para las mujeres de su comunidad. Su propuesta personal se reinventa desde el momento en que, como ella misma señala, “aceptó el reto de Herbert” para realizar los diseños del artista con las técnicas y colores de las prendas sarhuinas pero adaptadas al formato de tapiz. Para Herbert esta práctica no es nueva, su trayectoria se ha fundado en la experimentación con el textil desde 1979 y la ha mantenido a lo largo de su carrera; y en el caso de Venuca, desde su primera exposición ha incorporado a su propuesta pictórica el textil sarhuino, hasta llevarlo al formato de tapiz en colaboración con Alejandra Mejía, confeccionista de blusas sarhuinas.
Para agregar, acabo de estar en la 15 Bienal de La Habana donde una de las principales exposiciones que presentan es Los otros caminos de la seda, la cual reúne artistas de países del sur global, un setenta por ciento son mujeres, todos vinculados por el tejido como medio. La curadora de la muestra, Yanet Oviedo, me invitó a colaborar en la sección teórica y en uno de los conversatorios abordamos la participación de artesanas tejedoras de México en la muestra Textil latinoamericano que se presentó en la tercera bienal, el año 1989. Lo que quiero decir es que hace 35 años hubo interés por reconocer una estética popular y latinoamericana en el arte textil, desde una bienal internacional que sentó sus bases en los procesos de descolonización. Un proceso que en el Perú se desarrolla lentamente respecto a nuestros países vecinos.
-En el texto curatorial, Issela Ccoyllo, citando a Manuel Segade, señala que el arte textil siempre ha estado relegado. ¿Ha habido mucho prejuicio en su valoración?
-Herbert Rodríguez: Me produce una sensación de extrañamiento el hecho de que el racismo cultural no genere incomodidad en los que dirigen las instituciones del arte, sus equipos y los artistas. Racismo es el trato diferenciado por identidad cultural, algo que conocemos bien. Si bien existe una sensibilidad hacia los casos de discriminación en el espacio público, me extraña, repito, cómo no indigna la subordinación, segregación o exclusión de los modos de creación artística en las salas de arte, historia, escuelas de arte. Siempre digo que una evidencia de la subvaloración del diseño, que abarca al textil, es la ausencia de un museo del diseño. Pasa que somos un país biodiverso con un acervo creativo milenario, pero con enormes retos asociados a la pobreza. Un museo del diseño o salas de arte con enfoque intercultural, no solo es un tema de valoración de las estéticas locales, sino, una manera concreta de hacer real la frase cultura motor del desarrollo”.
-Issela Ccoyllo: En el Perú seguimos consumiendo el arte según los valores estéticos eurocéntricos, aunque existen y existieron esfuerzos por reconocer las estéticas populares locales. El arte textil se hace con materiales “no artísticos”, “no cuelga como un lienzo”, “no es pintura”, no se enseña en las escuelas de arte, la técnica y los materiales que se usan las vinculamos a una actividad doméstica realizada por mujeres, mayoritariamente indígenas, por tanto, tiene poco valor. A pesar de estos prejuicios cargados de racismo y exclusiones en el arte, en la vida ritual y cotidiana de las comunidades andinas y amazónicas es una práctica muy valorada. Hay una consciencia por mantener la tradición y en el textil se prolongan conocimientos de diversas técnicas, así como un proceso colaborativo y comunitario que no vemos pero que es importante conocerlo para entender el origen y contexto en el que se desarrolla.
Un hecho es que el arte textil es objeto de estudio en la historia del arte global. Y, por supuesto, hay preguntas que quedan abiertas para reflexionar, como ¿qué estamos queriendo decir hoy con la categoría “arte textil” y qué es lo que se quería decir con ello a fines de los años 80?
Lo que he venido confirmando desde hace una década es que el arte textil es nuestra pintura local. Lo ha sido –sin llamarlo así– hasta la colonización. Esta idea surgió mientras trabajaba la muestra de la artista Paloma Álvarez en el año 2012, durante la cual puede conocer su propuesta textil con la que egresó de la especialidad de Pintura. Tanto ella como Nereida Apaza recibieron en años contiguos, 2012 y 2013, el Premio Nacional de Pintura del BCR. Ambas egresaron en Pintura y hoy son artistas multidisciplinarias y de textil; a ellas se suman en años siguientes artistas como Carolina Estrada, Cristina Flores Pescorán, Romina Chuls, Clara Best, Ana Teresa Barboza, María José Murillo. A este grupo, se suman Venuca Evanán, Gaudencia Yupari, entre otras. ¿Qué es lo que tienen en común? La práctica de la pintura como primer aprendizaje y su deriva en el arte textil y el tejido. Y por otro lado están las trayectorias familiares de artistas como Elvia Paucar y su padre Santiago Paucar (Junín), Máximo Laura y su padre Miguel Laura, Alfonso Sulca y su padre Ambrosio Sulca (Ayacucho), Wilma Maynas, Olinda Silvano, Lastenia Canayo, entre otras artistas de la comunidad shipibo-konibo. Hacer este recuento rápido y con omisiones por supuesto, significa una vuelta al momento en que egresé de la universidad con una investigación que hice sobre el arte textil de Sarhua centrada en la prenda del moroponcho. Luego del cual no continué y me enfoqué en mi labor desde el Museo de Arte de San Marcos como parte del equipo responsable de la colección de arte contemporáneo. Pensar en ese momento el lugar del arte de Sarhua sería, sin dudar, la colección de arte popular. Hoy, las obras de Venuca, Gaudencia y su hija Violeta diluyen esas categorías. Esta idea de que el arte textil es nuestra pintura local, como también en países con esta tradición ancestral, ya lo ha sostenido Elvira Espejo en uno de sus últimos libros. Elvira es artista, tejedora, poeta y reconocida investigadora boliviana con quien coincidimos en este pensamiento mientras recorríamos la sala de Textiles del Museo de Arte de Lima y el Museo Amano, eso hace un año.
-Venuca Evanán: Sí, y no solo textil, sino todo lo que es el tema de arte indígena. Afuera siento que le toman más interés, pero también puede ser por exotismo. Siempre entre artista y curador se van proponiendo cosas, y si se van saliendo de la forma tradicional vamos creando nuevas propuestas. El que no arriesga no abre camino. Como un amigo dice, hay que saber las reglas para luego ver si la podemos romper y qué tanto podemos romperla. Y sí, para mí el arte textil ha sido desvalorado, viniendo desde cómo te dicen muy caro esto”.
En la playa de Chorrillos. Foto: Miguel Vásquez.
-Imposible preguntarles por esta controversia sobre la diseñadora Anis Samanez y el arte textil de las comunidades shipibo-konibo.
-Gaudencia Yupari: Un textil original shipibo-konibo es hermoso, en Gamarra he visto que lo venden estampado, pero no iguala al original. Imitan, pero para mí, no cosen. La gente conoce a quien verdaderamente hace un buen trabajo, depende del artesano, la calidad y la competencia de hacerlo cada día mejor. La calidad siempre se tiene que mejorar para que la gente lo aprecie.
-Herbert Rodríguez: Sus disculpas y capacidad de reconsiderar sus ideas equivocadas me parecen aleccionadoras, ¿a cuántos vemos admitiendo un error y retrocediendo en sus ideas para abrirse a una manera respetuosa de considerar al otro? Habrá la desconfianza sobre la sinceridad de su actitud, a mí, me dio una sensación de vergüenza ajena que una profesional de cara al mundo se manifieste tan gruesamente prejuiciosa, y no sé si es su astucia empresarial lo que le lleva a pedir disculpas, pero, nuevamente, quiero creer que se ha dado cuenta que desconocía de los derechos culturales.
-Issela Ccoyllo: Antes que una controversia en redes, valiosa para sensibilizar, pero efímera, lo que quisiera celebrar es que la comunidad shipibo-konibo de Cantagallo ya cuenta con el servicio de agua potable. Si hablamos de cultura como fuente de desarrollo, que desde el Gobierno y el municipio den soluciones a sus problemas básicos. Esta es una oportunidad para que el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo coordinen responsabilidades con la comunidad de artistas para la protección de sus derechos sociales, culturales y económicos.
-Venuca Evanán: Desde mi experiencia, sí se desvaloriza mucho a las personas que son portadoras de ciertas técnicas comunitarias, que tienen todo un mensaje, pero las llevan solamente por algo visual, decorativo y perdiendo toda la esencia del contenido de estas figuras. Entonces, cuando ellas tienen otra formación, quieren llevarlo para otro uso en la ciudad, y también para cierto sector, porque también a los precios que venden al final es difícil que lo paguen las mismas personas que están colaborando en hacer estas piezas. Es colaborar realmente. A veces lo que te paga no te motiva para poder compartir lo que uno sabe y unir con el trabajo de ellas. La misma forma como está el sistema, el egresado de una academia puede cobrar mucho más que aquella persona que ha aprendido algo en su entorno familiar o en su entorno comunitario. Entonces, como nos están diciendo eso desde los mismos ministerios, ya no te sientes con la autoridad de decir que tu trabajo es igual de valioso que las personas que lo van aprendiendo desde la academia, desde centros educativos formales. En mi caso, sí he hecho colaboraciones, pero también sentía que era un trabajo arduo y no muy valorado, era más decorativo. Había hecho contenidos más históricos y que no iba como para un vestido, por ejemplo.
Y lo que pasó con la señorita Milka Franco, que es una conocida mía, hemos trabajado un proyecto en conjunto, podemos tener mucha destreza en hacer nuestras pinturas o intervenciones, pero para negociar precios, si tú no sabes el costeo de tu tiempo, de los materiales, del valor intelectual de tu creación, se aprovechan de eso, se aprovechan de la ignorancia de cómo costear tu producto, darle el valor que tiene y entonces por necesidad se acepta. Tampoco no hay leyes que te puedan defender. En esta forma de “colaboración”, algunos se aprovechan de ese desconocimiento de cómo costear. Si no recibimos asesoramiento de cómo costear, va a seguir pasando el aprovechamiento.