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Cultural

Travis: una red de conexiones

Banda escocesa brindó un concierto en donde no solo hubo epifanía musical, sino también un genuino lazo emocional con sus miles de seguidores. Esruvo bueno.



Travis. Foto: Raúl Umeres.

La tercera presentación en Lima de la banda escocesa Travis, en el marco de su gira mundial Raze rhe bar, tuvo más de un elemento a destacar. Más allá de las demagogias discursivas que se puedan tejer sobre los lazos que se forman entre las bandas/cantantes extranjeros con el público local, porque la conexión va más allá del gusto y del ritmo, lo que se vivió en la noche del pasado miércoles 13 no solo resultó poético como experiencia, sino también dejó una pregunta válida que responder, o al menos hacer el intento de hacerlo: ¿no es acaso un milagro que Travis toque en Lima, en donde ha formado una pequeña gran minoría de seguidores?

Corría el año 2008. Era pues una década en la que el país empezaba a conectarse con el mundo, en términos de grandes shows. Había un aparato logístico y empresarial que estaba apostando por presentaciones que generaran grandes convocatorias de público. Había una demanda y se tenía que ir a lo fijo. Lo que años atrás se veía por MTV, ya era posible verlo en vivo y en directo.

R.E.M., la mítica banda norteamericana de rock, tres años de disolverse, se presentó en el Estadio Nacional en noviembre de ese 2008. De todos los grandes espectáculos que se estaban dando -no en la cantidad que signa a los últimos años-, el concierto de R.E.M era el que movió masas. El que puso a los demás en segundo lugar. Razones sobraban: Michael Stipe y compañía eran los responsables de haber inoculado en toda una generación algunas canciones que marcaron su imaginario.

Travis fue el grupo encargado de abrir el concierto de los R.E.M. Para muchos, fue una sorpresa; para otros, una alegría. No es que Travis fuera un grupo desconocido -en la actualidad tiene 34 años y cuando estuvo por primera vez en Lima, marcaba 18- al que se le estaba dando la oportunidad, su música ya se podía escuchar en plataformas musicales y algunas de sus canciones en contadas radios locales, como Doble Nueve. Francis Healy, Andy Dunlop, Dougie Payne y Neil Primrose dejaron una muy grata impresión. Fue una presentación ante un gran público y el nombre de la banda se empezó a reconocer en el imaginario musical peruano. Es decir, te presentaron el material y uno escoge si lo sigue y no hay problema si no. Como tiene que ser.

Ocho años después, Travis se presentó en el Parque de la Exposición en una velada de noviembre que más de uno calificó, y con justa razón, de apoteósica. Y ocho años después también, y también en noviembre, hizo lo propio en Arena 1 de San Miguel.

Fue un encuentro con los seguidores duros, una manifestación tajante de cuando una propuesta artística no solo te gusta, sino lo que es más importante: cuando esa misma música que te gusta igualmente te habla, te dice lo que otras propuestas no. Bajo ese cobijo, pocas cosas importan. No le importa al seguidor si el espacio designado se llena o no. Se entiende que Arena 1 no se llenó, pero estuvo lejos de estar vacío. Tampoco eso importa. Porque lo que importa en realidad es la verdad que tuvo este último concierto de Travis, en donde incluso el bajista Dougie Payne celebró su cumpleaños por anticipado (el jueves 14 cumplió 52): la reunión de una comunidad de miles alrededor de canciones, como “Bus”, “Alive”, “I love you anyways”, entre otras, que tienen ese extraño poder de aterrizarte.

Lo entendió el público que fue y, ni hablar, de los escoceses que hicieron de cada tema una ejecución especial. “No nos interesan los charts, tocamos con el corazón”, dijo Francis Healy. Porque de eso se trata. Travis es de esas bandas que se fundan en raíces fuertes, que tuvo claro desde el inicio qué tipo de música quería hacer (rock alternativo) y lo que esperaba conseguir con ella. En ese panorama, la fama o la ovación, son elementos secundarios. Travis es una banda seria y festiva, sus miembros asumen la música como un compromiso con el otro, por eso tocaron como tocaron la noche del miércoles, en donde hubo lugar para todas las epifanías sonoras, para la revolcada emocional con temas como “Good feeling” y “Butterflies”, por ejemplo.

Al inicio nos preguntamos por qué es un milagro escuchar a Travis en Lima. Por su calidad, tarde o temprano iba a llegar a estas tierras. Su conexión con Perú obedece a que fue traída en 2008 con criterios más personales que comerciales. Travis era la banda de Coqui Fernández. Trajo a R-E.M. y quiso poner a una banda que le gustaba mucho y que dialogara en verdad emocional con los norteamericanos. Además, después del concierto, mientras se ordenan ideas, como que no fue tan extraño tener a Daniel F como telonero. Días atrás, el reconocido músico peruano le dijo a La República que no sabía cómo reaccionaría este nuevo público ante su música. Lo que se vio no se cuestiona: conectaron.

Hace algunos años, entrevisté, con el periodista gráfico Javier Zapata, a Coqui Fernández. De lo mucho que se habló y de lo mucho que se pudo haber hablado si el tiempo no fuera tiempo, Coqui Fernández dijo que quería compartir la música que a él le gustaba. Travis le hablaba y le habla a Coqui Fernández. De la misma manera que que le habla a sus fans peruanos. Travis queda en el corazón.