Desde el año del bicentenario, el escritor Zein Zorrilla publicó una saga de ensayos que intenta responder de dónde vienen los peruanos y, en resumidas cuentas, por qué somos así.
El ensayo tiene siete volúmenes, el último, El mestizo de los andes y su destino, los orígenes, que pone foco en las cuatro décadas que duró la conquista española. Las bases del Estado colonial y la futura república se cimentan en esa época, y a sangre y fuego. Los indígenas no son los únicos enemigos a vencer de Francisco Pizarro y sus socios, entre ellos ajustan cuentas por las tierras y los indios, pizarristas y almagristas.
El Perú se convirtió en ingobernable; una prolongación de ese caos se tiene hoy. Zorrilla sostiene que el país no es uno solo, sino una pluralidad de 50 naciones gobernadas desde Lima. Por eso no funciona. “Es como si el profesor de un aula comprara zapatos número 40 para todo un salón de clases; a todos no les dará la misma talla”, explica.
― ¿De qué manera los días de la conquista se prolongan hasta nuestros días?
― Persiste el Estado colonial (país centralizado en Lima). Cuando llegan los españoles, acá solo había indígenas. Luego, fruto del cruce de español con indígena, nace el mestizo y el criollo, de padre y madre español. Estos últimos también reclaman derechos y privilegios (tierras y población indígena). Esas son las encomiendas avaladas por la Corona española en contratos con Francisco Pizarro. Tiempo después, la Corona se da cuenta de que los beneficios son muchos para los conquistadores y limitan la encomienda. Por ejemplo, esta ya no podía entregarse a perpetuidad, solo a dos generaciones. Se enteran de los abusos contra los indígenas. Designan un nuevo virrey, Blasco Núñez de Balboa, que traía varias órdenes. Una de ellas: los españoles no podían tener indígenas a su servicio, podían volver a sus comunidades. Los conquistadores se rebelan contra estas medidas y lo matan.
― ¿Por qué la corona española prohíbe la esclavización de los indígenas?
― Las presiones del papado de la Iglesia católica; esta reconocía a los españoles como conquistadores, pero no dueños de las almas de los indígenas. Para los españoles afincados en Perú, la medida era absurda, lo único que justificaba su presencia aquí eran las minas de plata (…). Luego llega el virrey Toledo. Elimina las encomiendas, arma minas de plata y mata al último inca de Vilcabamba. La mayoría de indios se apoyaban en él y era de donde venían los levantamientos. Toledo organiza la república de indios y españoles. En sus cartas, destaca las cualidades de los mestizos, pero no confía en ellos, por eso les prohíbe montar a caballo, usar armas, educarse, vivir en poblaciones indígenas y tampoco podían estar en ciudades españolas. Se va y revienta la oposición mestiza y se da durante cien años. Ahí está Túpac Amaru. Los mestizos hemos jugado un rol tremendo pese a que nos han maltratado. Utilizaron a la masa indígena para esos levantamientos.
― Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, no acepta las nuevas leyes e incluso le dicen que se declare rey, que rompa con España.
― Eso le aconseja su lugarteniente, Francisco de Carbajal, el Demonio de los Andes. Él tenía más de 80 años, había estudiado en Salamanca, era un hombre de muchas luces. Le dice: “Declárate rey, te apoyamos y nos haces duques, marqueses”. Le dice que todos los reinos se han hecho así, con la espada. Le recomienda tomar por esposa a una de las hijas del inca de Vilcabamba. Le asegura que los indígenas van a ver que su reina es parte de ellos y no se van a oponer. Pero a Gonzalo le tiembla la mano. Muchos historiadores, entre ellos el norteamericano Prescott, dicen ese era el camino que había que tomar y hubiese sido mejor.
― ¿Y cómo todo ese cambalache de la conquista se prolonga hasta nuestros días?
― En la historia de la humanidad predominan tres clases sociales: una élite, la plebe y la clase media. Cuando vino Toledo, dejó una sociedad desbalanceada, los indios abajo, los españoles arriba y los mestizos afuera. Naturalmente, por eso comenzaron los levantamientos.
― La versión del imperio incaico era bastante idílica, pero había muchos abusos y traiciones.
― No, es otra idea heredada que tenemos, que no es muy cierta, de que había un imperio incaico y que hoy día hay una nación peruana. Somos comunidades humanas en diferentes geografías que han desarrollado su propia tradición. Esas diferentes naciones no logran funcionar de manera unida. Los incas no pudieron dominar a todos. Había 2.000 idiomas que correspondería a 2.000 naciones. Esa historia del Perú fragmentado no se ha escrito, solo las crónicas españolas, la criolla. Por eso, uno de los objetos del libro es hacer tomar conciencia de que aquí ha pasado algo. El baúl no está cerrado, nosotros lo abrimos.
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― El Perú era gobernado por ciertas castas, pero eso ya no sucede, Toledo, Humala y el mismo Castillo llegaron al poder siendo mestizos auténticos.
― El Perú era gobernado por una oligarquía. La élite criolla, en el escenario peruano actual, ha sido arrinconada. Solamente han quedado los grandes intereses económicos que tienen operadores políticos. Se ha reducido al manejo económico puro por la ascendencia de esas capas medias, pero están llenando nomás el espacio, no están reflexionando ni viendo cómo cambiar. Pero la élite oligárquica no va a soltar el manejo así nomás. Lo lamentable sería que, si este ascenso de las capas medias continúa, y amenaza asfixiar y desalojarlos, recurran a una dictadura para restablecer el orden, entre comillas, y decidan quedarse un tiempo más.
― Como pasó con Fujimori.
― Como con Fujimori, como en Chile. El cambio violento lo trató de hacer Velasco. En Palacio estaba la imagen de Francisco Pizarro, Velasco la cambió por la de Túpac Amaru. Hizo la reforma agraria. Hay una clase alta que se va a caer, pero nosotros tenemos que estar preparados para asumir, en economía, en política, en lo militar.
― Pero no hay ese nivel de preparación.
― Es una pena que las universidades hayan terminado de encorsetar el pensamiento y la creatividad de la gente. En Nasca hay 30 plantas procesadoras de mineral, 29 son manejadas por empíricos, no por gente que ha tenido un tránsito universitario. El desarrollo de su conocimiento y su personalidad el peruano lo ha hallado en la informalidad en todo sentido.
― En un 70%.
― Exacto, aun intelectualmente. De la universidad no hubiera salido un Mariátegui.
― Rafael Dumett me decía que el Perú no tiene pensadores de la talla de Mariátegui o de Haya de la Torre, lo que vino después fue Sendero Luminoso.
― De acuerdo con eso. No se ha hecho una revisión de lo que fue el conocimiento marxista en nuestras latitudes. El indigenismo fue una discusión muy grande de qué hacer. Luego de Mariátegui y Haya hubo un silencio hasta el velascato. El marxismo funcionó para Alemania, pero no en Rusia ni en China, menos acá donde somos un montón de naciones.
― Hay una polarización sobre lo rojo, caviar, derecha bruta y achorada, y nos pasamos en ese debate.
― La olla donde se generan estos adjetivos es el mundo criollo. Ellos solo tuvieron a José de la Riva Agüero, pero no más. Ahora se han ido a la chacota, al sarcasmo.
― Pero del otro lado también.
― Del lado de la izquierda, ya no hay izquierda.
― Quienes se encarnan como líderes de izquierda, hoy se abrazan con los fujimoristas, prefieren esa alianza y nunca con el caviar.
― Son instituciones que ya no representan nada. Están en sus días finales. Debe surgir otro tipo de gente, pero no debemos confiar en una república criolla, esto va a salir del interior.
― ¿Usted cree que el Perú es un país viable?
― Tal como está, no. Hace poco Hernando de Soto decía que el Perú es ingobernable. Las medidas no pueden darse desde Lima igual para todos. Tenemos que reconocer a las naciones, darles su oportunidad y que ellas encuentren su camino y en esa suma de naciones, recién el Perú encontrará su camino.
― Se habla de que Puno era más afín a Bolivia.
― Y quizás a Arequipa, y tal vez Cusco. Iquitos más afín a Brasil. Es el riesgo que nos espera. Todo el territorio no pudo ser gobernado por los incas, porque eran muchas naciones con diferentes idiomas, por eso entraron los españoles. La revolución de Túpac Amaru que causó 100.000 muertos fue con los Canas (de Cusco), casi los 100.000 ajusticiados en el Cusco fueron Canas, nadie más lo apoyó. Cuántos criollos estuvieron en Junín y en Ayacucho combatiendo. Nadie. Todos fueron indios reclutados a la fuerza o por propinas. Ellos hicieron la independencia que se la regalaron a los criollos. En la guerra con Chile, una sola nación la declaró, la criolla de Lima, y al final pagamos el pato todos. El señor Valladares, dueño de 300.000 hectáreas en Cerro de Pasco, se enteró de la guerra cuando entraron los chilenos a llevarse sus vacas. Los cajamarquinos decidieron arreglar por su cuenta. Perdimos la guerra por desunidos. Si ahora el Perú enfrentara algún conflicto con cualquier nación, lo perdemos otra vez. Si el Perú no pone los pies otra vez en tierra, se quedará con Lima, Cerro de Pasco y Huancayo.
― Entonces, sí es un país ingobernable.
― Exacto, tal como está, sí.