
En “La entrevista”, Paola Ugaz conversó con el historiador, Paulo Drinot, quien presentó su nuevo libro “Historia de la prostitución en el Perú”. El escrito narra cómo vender sexo era percibido como un peligro para el orden, la salud, y la moral; y, además, explica los intentos del Estado por reglamentarlo para impedir la propagación de enfermedades venéreas.
- ¿Cómo nace la idea de este libro?
Este tema me lo encontré en el archivo. Estaba trabajando otro tema, con cartas escritas por mujeres que se autodefinían como prostitutas al prefecto de Lima. Se quejaban de varias cosas les cerraban el burdel, las obligaban a mudarse. Me llamó mucho la atención estas cartas porque este tipo de documentos son raros. Comencé a tomar notas y creció el interés por el tema que se ha trabajado en Europa u otros países de América Latina, pero, en el contexto peruano, hay algunos estudios, pero no tienen el alcance que tiene este libro, que cubre casi más de un siglo.
- La cuestión sexual, que es la base de esta historia, también dice que Lima era un lugar muy insalubre, ¿cómo se ve la noción de salud pública? ¿Cómo veían los peruanos en 1900 la salud pública?
Bueno, depende de qué peruano. Los expertos, los médicos, a fines del siglo XIX, comienzan a ver la salud pública como un tema de importancia nacional. Se vincula la salud pública con problemáticas políticas, nacionales. Se convierte en un tema importante. Dentro de esta preocupación pública, entran las enfermedades venéreas, enfermedades relacionadas a la sexualidad.
Cobran particular importancia porque existía esta idea de que la sífilis debilitaba a los hombres y, por extensión, a la nación. Era sumamente importante controlar la propagación de estas enfermedades para asegurar que el país podía incrementar su población, volverse más fuerte y contrarrestar las amenazas de otros países.
Las políticas que se desarrollan frente a la prostitución están pensadas con ese objetivo. Se implementa un sistema de gestión de la prostitución que se llama el reglamentarismo, que existía en muchos países del mundo, el cual consistía en que las mujeres debían registrarse y pasar por exámenes médicos semanales. La idea, la esperanza era que con estas prácticas se podía reducir en contagio, en la práctica no ocurrió nada de eso.
- Otro tema es el de cómo veían al sexo. Para las prostitutas era un trabajo del cual podían vivir bien, no tenían muchas opciones de desarrollo laboral.
Es importante entender que la opción de vender sexo, para las mujeres peruanas en este periodo, se debía en gran parte a las pocas oportunidades laborales que tenían y cuando tenían trabajo - servicio doméstico o costureras- lo que ganaban era muy poco.
Muchas de las mujeres que trabajan como prostitutas también hacían otras cosas, vender sexo era una manera de recursearse de cierto modo.
Las mujeres podían vender sexo y, eventualmente, no hacerlo, pero con el reglamentarismo comienza a aparecer cierta profesionalización con algunas mujeres que ya se dedican exclusivamente a la prostitución. Son una minoría en realidad. Podemos encontrar a mujeres que hicieron dinero, se convirtieron en damas muy famosas, pero son casos excepcionales. La mayoría de mujeres que se prostituía vivía en condiciones sumamente precarias.
- El Congreso acaba de aprobar una ley que prohíbe enseñar sobre educación sexual a los niños porque se les puede “homesexualizar”, ¿encuentras paralelos de cómo se quería ocultar el problema de la prostitución con esta iniciativa?
Había mucha oposición sobre una discusión abierta sobre la sexualidad por parte de la Iglesia, pero lo interesante es que la educación sexual surge en los años 20´s dentro del Ejército, de los médicos militares. Ellos veían que la tropa, soldados, los reclutas estaban expuestos al contagio venéreo porque asistían, según lo cuenta Mario Vargas Llosa en “La ciudad y los perros”, a los burdeles, se contagiaban y, cuando volvían a sus lugares de origen, había este temor de contagiar a sus esposas o comunidades. Los médicos comienzan a plantear que es necesario introducir un programa de educación sexual con la finalidad de darle los medios a los soldados de protegerse.

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