“Tuve una vida muy agradable. Más que agradable, feliz. No me avergüenza decirlo, creo que no hay que tener pudor frente a la felicidad. Es un derecho y todos la buscamos. A mí me marcaron hechos dolorosos, pero siempre pude salir del dolor para volver al placer. Nunca me sentí víctima ni me revolqué en el goce del masoquismo. Escapé de la depresión y la flagelación. Les huí como quien huye de una peste. Pienso que al haber interpretado tantas vidas me salvó de mí mismo”, se lee en una de la páginas del libro Soy lo que soy, que resume la apasionada vida de Osvaldo Cattone en sus propias palabras.
Se trata de la autobiografía póstuma que el recordado actor y director argentino terminó de escribir durante la pandemia, meses antes de morir, y cuando la emergencia sanitaria lo obligó a cerrar su amado teatro Marsano.
En Soy lo que soy (que desde hoy sale a la venta con Penguin Random House), Cattone narra momentos claves de su vida en Argentina, Italia y Perú. Además, dedica capítulos a amigos del teatro como Regina Alcóver, Ofelia Lazo y Susana Giménez. También a su segunda esposa, la actriz argentina Amelia Bence, y a su productora y amiga Makhy Arana.
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De sus primeros años cuenta sobre el profundo amor que tuvo por el teatro desde que era un niño pequeño. También, habla de su primera esposa y del único hijo que tuvo cuando tenía 20 años antes de partir a Italia para estudiar. “Mi esposa me hacía la vida imposible. Estaba triste, confundido, sin energía (...). Con la complicidad de mis padres partí a Italia. Para todos los que criticaron esa actitud miserable, debo decirles que fue lo mejor que pudo pasarle a mi hijo, porque el novio de su madre le dio a Javier una educación de príncipe. Fue su verdadero padre y formaron el hogar estable y ‘decente’ que ella me pedía y yo no podía darle”, escribe.
Cattone también trae a la memoria la vez que sus padres se embarcaron de Buenos Aires a Italia para visitarlo y que el encuentro feliz nunca llegó porque su padre murió una noche antes de zarpar. “Le dio un infarto. Papá estaba cubierto con una sábana. Le di un beso en la frente. Lo miré, como seguramente no lo había mirado nunca. No me contuve y empecé a llorar en silencio. Papá, pobre papá. Tenía cincuenta y cuatro años. Pocos para partir de esta manera”, describe el actor con profundo dolor.
Pero Osvaldo Cattone, que llegó al Perú en los años setenta y nunca más se fue, consagra gran parte de su obra a la vida y los amigos que hizo en Lima, entre ellos, su productor y compañero de vida Chalo Gambino (a quien dedica el libro). “Chalo ha sido un soporte emocional, un compañero nada invasivo que contiene a ese tsunami que soy yo”, refiere. Y Regina Alcóver, quien se convirtió no solo en su dupla en el escenario, sino en una hermana para él.
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Para Regina Alcóver leer este libro “es como escucharlo hablar”: “Osvaldo era un libro abierto, tenía para hacer varios tomos, se quedó corto. Estaba entusiasmado como un chico con su biografía. Era muy rico como ser humano, como amigo y compañero, muy divertido aun en los momentos difíciles y duros”, cuenta al teléfono.
Yvonne Frayssinet, otra de sus actrices favoritas y de la que también habla en el libro, recuerda que Cattone “era un ser muy dulce, cariñoso y empático. Además, durante la pandemia “esperaba volver al teatro, tenía mucha fe”.
De hecho, el teatro es el protagonista intrínseco de su historia, un arte que defendió hasta en los momentos más crudos.
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“Me tocó padecer el gobierno de Alan García, uno de los peores de la historia. Toque de queda, bombas, destrucción, muertes; un Perú adolorido y desolador. Pero no me moví. Nunca cerré. Nunca me di por vencido. Nunca tuve miedo. Yo sabía que estaba trayendo un tipo de cultura, que estaba sembrando algo que, con el tiempo, tenía que transformar la sociedad (...)”, escribe Cattone sin dejar de matizar sus páginas con anécdotas curiosas junto a grandes figuras como Chabuca Granda, Gina Lolobrígida, Sohía Loren y hasta Charles Chaplin.
El próximo martes 8 de febrero se cumplirá un año de su partida física, así que la salida de esta autobiografía es un homenaje para él. Su productora Makhy Arana adelanta que para marzo esperan presentar el libro de manera presencial desde el teatro Marsano. “Además, esperamos poder abrir el teatro este año y que se cumplan los proyectos de Osvaldo, como él quería”, dice.
“A él no le gustaban los monumentos, vivía del aplauso de la gente, no se hizo millonario, pero yo sí le haría un monumento en esa plaza frente al Marsano”, dice Regina Alcóver y reflexiona: “Él se ganó su lugar. Ese rey no se muere y vive en mi corazón”.
Con Regina Alcóver. Su musa teatral, compañera, amiga y hermana. Foto: difusión