Historia de un cuento gótico
El narrador Javier Arévalo y su hijo Gabriel presentan una fantástica aventura ilustrada: No abras esa caja. En estas líneas, el escritor explica un poco de su proceso creativo.
Escribe: Javier Arévalo
Vivimos, Gabriel y yo, en un estado permanente de inspiración: es decir, crear es nuestro trabajo diario, sin lo cual sería difícil que comiéramos. Él es músico, compositor, arreglista, productor. Gabriel escribió un cuento que tomaba una anécdota de su infancia: quería modificar a un insecto y para ello, complotado con su vecino, preparaba mejunjes, compotas, elíxires secretos y se los aplicaban con la esperanza de que ese insecto reviviera y se pusiera a su servicio. Gabriel me mostró el cuento que escribió con la misma gracia con que escribe canciones, y yo lo edité, luego vimos que la cosa daba para más, y comenzó a extenderse, añadí escenas, luego él añadió otras, y así fuimos escribiendo a cuatro manos la novela gótica que nació en una quinta de Miraflores donde dos niños querían gritar, cuando sus experimentos fueran exitosos: ¡Viveeee!
Gabriel escribió un cuento que tomaba una anécdota de su infancia: quería modificar un insecto para ponerlo a su servicio.
Es el primer relato gótico que he publicado. Hace un par de años publiqué una novela sobrenatural, también por primera vez: siempre me interesó experimentar con los géneros. Pero la atmósfera gótica fue un azar con el que Gabriel se topó cuando escribió el primer capítulo que retrataba a un pequeño científico con condiciones mentales particulares, que un día podían haber sido consideradas las de un loco, pero que aquí parecen las de un niño formado para ser un genio creativo.
El niño está convencido de que puede usar su inteligencia manipuladora con tal de alcanzar un objetivo. Lo gótico está en esa penumbra donde se esconde lo bueno y lo malo y en el deseo de retar a la capacidad humana de crear criaturas que alguien podría considerar monstruos: también está en ese lazo que se tiende hacia el descubrimiento de la maldad y de la bondad. También es el relato de una amistad entre niños muy especiales.
Un equipo talentoso
“¿Qué tan complejo es lanzar un libro como ese al mercado?”, me preguntan los amigos de Domingo de La República. El libro de tapa dura es costoso, de manera que el precio segmenta al público, que no necesariamente es gente con recursos para comprarlo, sino que sabe por qué lo compra. Un libro de tapa dura es un tesoro. Trabajar un libro ilustrado así es apostar por poner una obra de arte bajo el sol. Yo siempre trabajo con gente brillante, así trabajo menos. Mayra Escribano es una artista excepcional.
Tuvimos un par de conversaciones luego de que yo viera un gato que ella dibujó. Allí fue cuando me dije: Solo ella puede dibujar este cuento. Ella planteó el estilo. Añadí una “dirección” de actores que ella captó de inmediato y listo, ocurrió la maravilla. En el diseño está Mila Rivero y ya con eso no tuve nada más qué hacer que mirar cómo producen mis socios cosas hermosas. Los libros de tapa dura en este formato representan el 30% de la venta que tienen las librerías. Y las librerías están en crecimiento. Obviamente, pienso que este libro debe tener una versión popular, pero eso depende de nuevas inversiones. En la preventa, felizmente, nos ha ido muy bien, así que ahora, que entra a librerías, creo que nos irá mejor.