Bogotá
El escritor argentino Martín Caparrós reivindicó el elemento “político” de la crónica como género periodístico en una clase magistral con la que este lunes abrió la octava edición del Festival Gabo, que se celebrará hasta el 11 de diciembre.
“La crónica es política por sus maneras de asumir que hay un sujeto que cuenta y que hay una prosa que está allí, y también es política por los temas que elige. En general, las crónicas hablan de lo que no solemos considerar como información”, dijo en su presentación titulada “¿Para qué sirve la crónica?”.
Caparrós destacó que la crónica, género del cual fue maestro el nobel colombiano Gabriel García Márquez, cuya figura inspira el festival, tiene en el centro de sus elementos el relato en primera persona que revela que hay un narrador, sin que su mirada pretenda convertirse en la verdad absoluta de los acontecimientos relatados.
“No se puede contar algo si no hay alguien que lo cuenta y nuestro trabajo como periodistas es justamente contar, y por lo tanto elegir qué vamos a contar y qué no. Nos enfrentamos a una situación y se supone que estamos entrenados para elegir qué es lo que vale la pena contar”, explicó.
Mediante la primera persona –que no necesariamente se usa de forma gramatical–, la crónica, según explicó, rompe con el concepto de objetividad o neutralidad al que se aferran las facultades de periodismo y los grandes medios de comunicación para dar la ilusión de que lo que se cuenta es la verdad y no una de las innumerables miradas posibles de lo que sucede.
Para Caparrós, la crónica no disimula el hecho de que hay un narrador y en ese sentido la subjetividad desde la que esta parte es una toma de posición “muy política” de un género que “trata de mirar para otros lados”.
Esos otros enfoques periodísticos, contrario a lo que se entiende en muchas ocasiones casi automáticamente, no son solamente temas sobre la miseria y la violencia, aclaró, siendo incluso autocrítico con las historias que él mismo elige escribir.
Según dijo, cuando fue jurado de los Premios Gabo, “nueve de los diez trabajos finalistas eran sobre temas de miseria y violencia”, pero aclaró que “la vida es mucho más amplia”.
Aunque defendió la idea de que “todo relato es subjetivo”, el cronista insistió en que “de ninguna manera el hecho de que uno haga visible esa decisión significa que uno va a trabajar sin tener en cuenta lo básico del oficio que es averiguar”.
Subrayó que la crónica no puede prescindir de la contrastación y la verificación que exige el ejercicio del periodismo, por lo que el cronista no puede ser ni un “farsante” ni un “mentiroso”.
Sobre el “apetito del clic” en el que están sumergidos los medios de comunicación, Caparrós reiteró que “si en algún momento se decía que hacer periodismo era contar lo que alguno no quiere que se sepa, quizá ahora haya que pensar que hacer periodismo es contar lo que muchos no quieren saber, que no creen que les interesa”.
Defendió la idea de escribir contra el público o a favor de un público utópico o ideal al que le interesaría, según dijo, saber todas esas cosas que al periodismo le parece que valen la pena ser pensadas y publicadas. Reivindicó además el resultado del “Nuevo Periodismo”, acuñado y defendido durante décadas por escritores como García Márquez o Truman Capote.
“No deberíamos quedarnos con el resultado que dio ese procedimiento en los años 50 o 60, sino volver a usarlo todo lo que podamos (...). Me refiero a robar formas de otros géneros literarios para contar la no ficción (...) porque en qué consiste aprender a escribir sino en copiar y copiar, robar y robar”, dijo.
Para Caparrós, la crónica sirve, “si acaso es que sirve”, para “tratar de entender” o por lo menos “para plantearse más y mejores preguntas sobre aquello que vamos a contar”.
“¿Cómo haces para contar lo desconocido si no es a partir de lo que ya conoces? Yo querría creer que una buena crónica es eso: es algo que sirve para tratar de acercarte a lo desconocido a partir de lo que ya conoces”, concluyó sobre el reto de los escritores al enfrentarse a mundos nuevos.