Por: Sonia Guillén, ministra de Cultura
Bertha Asqui, primera mujer teniente gobernadora de la comunidad Aquechia-Nazaparco del distrito de Platería, en Puno, no recuerda la primera vez que se desempeñó como intérprete, pero sí la experiencia más significativa: la llegada de unas representantes del PRONAA con alimentos para la población, a quienes ayudó traduciendo al aimara las indicaciones que daban en español. “La mayoría de mujeres y hombres que hablan aimara tienen miedo de dirigirse en español a los funcionarios del Estado”, recuerda.
El caso descrito por Bertha no es aislado. Si bien el Perú puede jactarse de contar con una diversidad lingüística que asciende a 48 lenguas indígenas, este número refleja un decrecimiento importante respecto de las lenguas que existían en el siglo XX. Dicho decrecimiento no es un hecho neutral: las historias de discriminación contra quienes no hablan español son factores determinantes que empujaron a padres y madres de familia indígenas a no enseñar dichas lenguas a sus propios hijos. Así, un hecho particular de injusticia se convierte en una grave amenaza colectiva: la pérdida de nuestra diversidad cultural.
En dicho contexto de privación del derecho a usar nuestra lengua materna en la vida diaria y frente a cualquier autoridad, el Estado tuvo –lamentablemente– un rol protagónico: exigió hablar español como condición para que la ciudadanía acceda a servicios básicos como salud, saneamiento, educación y hasta la propia justicia.
Sin embargo, existen avances importantes en materia normativa y de políticas públicas que deben servir como impulso para garantizar los derechos lingüísticos de todas y todos los peruanos. En el año 2011 se publicó la Ley que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias en el Perú (Ley 29735), mientras que en el año 2017 se aprobó la Política Nacional de Lenguas Originarias.
Si bien tuvieron que pasar 18 años para que el derecho a comunicarnos en nuestra propia lengua, reconocido en el artículo 48º de la Constitución, fuera desarrollado por una ley; el compromiso del Ministerio de Cultura con garantizar este derecho a través de una política intercultural efectiva ha traído resultados palpables. Actualmente se ha certificado a 2.496 servidores públicos bilingües en las lenguas quechua y aimara, en los departamentos de Apurímac, Cusco, Ayacucho y Puno. De esta manera, garantizamos que dichos servidores públicos asistan a la ciudadanía en mejores condiciones, en instituciones clave como Salud, Policía Nacional, Banco de la Nación, el Poder Judicial, entre otras.
Además, aprovechando el espíritu democratizador que pueden encarnar los medios de comunicación, el Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú empezó a transmitir noticieros en quechua, aimara y asháninka, desde el año 2018; incrementándose la oferta en el año 2019, a través del programa “El Informativo Descentralizado Nacional Pucallpa”, el cual es transmitido en idioma shipibo-konibo.
En consonancia con la importancia que la ONU ha reconocido a la preservación de las lenguas originarias, al declarar el decenio 2022-2032 como Década Internacional de las Lenguas Indígenas; hemos concluido la formación de 407 intérpretes en 37 lenguas originarias. De esta manera, las instituciones públicas y privadas que requieran traductores para garantizar el acceso pertinente a los servicios que prestan, podrán contratarlos apoyándose en el Registro Nacional de Intérpretes y Traductores de Lenguas Indígenas u Originarias. Además, en los próximos días representantes del Ministerio de Cultura acudirán a México para participar en la reunión de Alto Nivel de UNESCO, con el propósito de definir las metas y acciones a desarrollar en dicho decenio.
Existen, por otro lado, ejemplos de cómo la igualdad en el ejercicio de un derecho tan importante para la vida social como es el derecho a expresarnos en nuestra lengua materna puede enriquecer la vida cultural de nuestra comunidad. Hace unos meses, Roxana Quispe obtuvo el grado de doctora en literatura peruana sustentando, en quechua, su investigación sobre el harawi cusqueño “Yawar Para”, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Esta investigación, pionera en nuestro país, abordó temas como la diversidad, fusión y expresión cultural del mundo andino; dejando un legado intelectual y una lección de perseverancia sin precedentes para todos los jóvenes del Perú.
Ayer, 21 de febrero, conmemoramos el Día Internacional de la Lengua Materna. En esta fecha, que las historias de Bertha y de Roxana nos recuerden que la tarea por la igualdad lingüística es una deuda pendiente para consolidar la ciudadanía que nos fuera prometida con el nacimiento de la República, así como una oportunidad para construir un país que aproveche su diversidad.