Un 19 de enero de 1809, hace 211 años, nació en Boston, Estados Unidos, uno de los más grandes genios de la literatura universal: Edgar Allan Poe. Sus cuentos breves, poemas descarnados y ensayos forman parte de un canon que heredará la humanidad sin importar las eras.
Según el decálogo del bostoniano, todos los elementos del cuento deben conllevar al final, uno que sea sorprendente, relevante, que se quede merodeando en el subconsciente del lector. En este escritor tenemos al símbolo del maestro practicante de su propia doctrina. Así lo demuestran historias como El gato negro, El corazón delator, Los crímenes de la calle Morgue, La caída de la casa Usher, entre muchas otras.
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Dentro de los mitos de las celebraciones por el nacimiento de Edgar Allan Poe, los seguidores destacan que siempre se hallan rosas y un coñac en su tumba. Como es sabido, el creador de El pozo y el péndulo era aficionado al alcohol y las drogas, por lo que un extraño empezó a dejar estos ‘obsequios’ para su alma.
Alexander Rose, profesor de Literatura y presidente de la Poe Society, de acuerdo a un artículo de El Mundo, le dio mucha cabida al misterio, a tal punto que se animó a aclarar: “El hombre del cementerio no era una sola persona”; podría tratarse de una tradición. La suspicacia mayor se instauró cuando el extraño dejó una nota donde aseguraba que la ‘antorcha’ se la pasaría a su hijo.
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“Es muy posible que tuviera información privilegiada, porque estaba profundamente involucrado en todas las cosas de Edgar Allan Poe”, aseguró John Rose, hijo de Alexander. Asímismo, explicó que entre sus recuerdos de la infancia guarda algunas botellas de coñac.
Otro apasionado por los vaivenes en las etapas del autor de El gato negro fue George Figgs, actor y músico que descubrió el poema El cuervo a los 9 años de edad. Figgs contó que el mito del coñac le molestaba, debido a que solo buscaba perpetuar un mito. “No era un enigma importante”, sugirió.
Sin embargo, el interés o fijación de Figgs por la muerte del escritor sí era un acto confeso. Cuentan los biógrafos que Edgar Allan Poe apareció de la nada en un suburbio de Baltimore totalmente fuera de sí, incluso vestido de otra persona y balbuceando datos carentes de coherencia.
El 7 de octubre de 1849, a los 40 años de edad, el genio de la literatura falleció por cuestiones desconocidas. No se encontró nunca su certificado de defunción. A continuación, te dejamos sus mejores frases de locura, desdicha y muerte.
1. “A la muerte se le toma de frente, con valor, y después se le invita una copa”.
2. “En lo profundo de la Tierra, mi amor miente, y debo llorar solo”.
3. “Más cuerdo es el que acepta su propia locura”.
4. “Me crees un loco. Los locos no saben nada. Pero deberías haberme visto. Deberías haber visto qué tan sabiamente procedí…”.
5. “Si un poema no ha destrozado tu alma; no has experimentado la poesía”.
6. “No tengo fe en la perfección humana. Creo que el esfuerzo humano no tendrá un efecto apreciable sobre la humanidad. El hombre ahora es más activo, no más feliz, ni más sabio de lo que era hace 6000 años”.
7. “Sin sufrimiento, nunca habría sido bendecido".
8. “El ojo, como un espejo roto, multiplica las imágenes de tristeza”.
9. “Las tramas de Dios son perfectas. El Universo es un complot de Dios".
10. “Estoy caminando como un cadáver embrujado, con la certeza de ser comido por el infinito, de ser anulado por el único Absurdo existente.”.