“Inception”, conocida también como “El origen”, llegó hace 12 años y remeció los paradigmas de lo que creíamos plausible en el cine. No estamos ante una película surrealista, sino onírica. Los sueños, como vías al subconsciente y distorsionadores de la realidad, no son fáciles de filmar, pero el director Christopher Nolan se gradúa con honores de tan complicada hazaña.
No es un mago, pero sí un ilusionista que hará lo posible para mantener nuestra atención en vilo mientras trata de descubrir el truco. Es un engaño al que acudimos placidamente para deslumbrarnos. A fin de montar este espectáculo, hará uso de una narración no lineal, estructura minuciosamente orquestada y producción a la altura de su ingenio.
El final de “Inception” nos hizo preguntarnos si el protagonista seguía soñando o estaba despierto. A 12 años de su estreno, varios cuestionan cuál es su lugar en la historia del cine. Para algunos, se trata de una obra maestra del séptimo arte; para otros, una idea vilmente implantada en nuestras mentes.
Actualmente, en Rotten Tomatoes cuenta con una aprobación del 87% por parte de la crítica y un 91% de la audiencia. “Inteligente, innovador y emocionante. Es ese raro éxito de taquilla de verano que tiene éxito tanto visceral como intelectualmente”, dictaminó el consenso del medio.
Una película que aborda el mundo de los sueños como pocas. Foto: Warner
Dom Cobb es un experto apropiándose de los secretos del subconsciente ajeno durante el sueño, lo que lo convierte en un hombre muy cotizado en el mundo del espionaje pero imposibilitado de tener una vida normal. Ahora una misión se convierte en la mejor oportunidad para cambiar esto, pero deberá hacer lo contrario a lo que está acostumbrado: implantar una idea en lugar de sustraerla.
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