La simulación del consumo de tabaco mediante el vapeo vio la luz como una alternativa menos dañina para el cuerpo humano. Sin embargo, con el transcurrir de los años, los científicos han ido descubriendo algunos efectos secundarios.
Un equipo de diez investigadores procedentes de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos), con Meghan E. Rebuli a la cabeza, del Centro de Medicina Ambiental, Asma y Biología Pulmonar, sostienen que las personas que tienen el hábito de usar cigarrillos electrónicos son más susceptibles a contraer el virus de la influenza por generar respuestas inmunes alteradas.
“La inhalación de aerosol de cigarrillos electrónicos también se ha relacionado recientemente con la supresión inmunológica dentro del tracto respiratorio, específicamente la mucosa nasal", aclaran los expertos en el resumen exhaustivo del estudio publicado en American Journal of Respiratory Cell and Molecular Biology (Revista Estadounidense de Biología Molecular y Celular Respiratoria en español).
Rebuli señaló que los cambios en la respuesta inmune se notaron más en usuarios de e-cigs que en fumadores tradicionales. Si bien establecieron a la influenza como modelo de laboratorio, según la experta, habría otro riesgo: estar menos preparados frente al SARS-CoV-2, el agente del nuevo coronavirus, u otros patógenos.
La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) ha aprobado una cierta cantidad de químicos que pueden ser ingeridos respecto al cigarro electrónico, pero hay otro grupo que ni siquiera está apto para la inhalación. Los efectos destructivos del tabaco son bien definidos; por otro lado, falta estudiar más los perjuicios del vapeo antes de que se generalice una idea confusa de ello.
El número de vapeadores aumentó de 6 millones en 2011 a 35 millones en 2016 | Foto: ABC
El 9 de junio de 2019, la agencia mencionada de los Estados Unidos lanzó en su web un mensaje: evitar cigarrillos electrónicos que contengan tetrahidrocannabinol (o THC), un componente de la marihuana, debido a los reportes de lesiones pulmonares. Otro de los problemas se detectan cuando los consumidores le aumentan aceites u otras sustancias sin saber cómo reaccionará el organismo, de acuerdo con la FDA.
Como consecuencia de la respuesta inmune de la cavidad nasal, Ilona Jaspers, coautora del artículo y miembro del Plan de estudios en Toxicología y Medicina Ambiental, postula que las defensas no son las mismas tras el vapeo. Esa dificultad se asocia a la gripe y al SARS-CoV-2 porque ambos se adhieren a tal zona del aparato respiratorio.
En un experimento, los científicos inocularon la vacuna del virus de la influenza atenuada viva (LAIV) en fumadores, no fumadores y vapeadores, de entre 18 y 40 años de edad. El indicador de inmunidad posinfección no fue desarrollado en usuarios de e-cigs y fumadores.
Asimismo, los que usaban cigarrillos electrónicos disminuyeron sus genes críticos contra el virus y su memoria inmunitaria.
“Queremos ver que los niveles de IgA aumenten durante la infección. Es la forma natural del cuerpo de defenderse de un invasor. Aquí vimos que tanto fumar como el uso de cigarrillos electrónicos dificultan los niveles de IgA”, enfatizó Jaspers.
La inmunoglobulina A (IgA) es un anticuerpo presente en las cavidades mucosas del organismo, por ejemplo, la saliva, las lágrimas o las secreciones gastrointestinales. Actúa como una barrera protectora.
Las vacunas aplicadas en los dos conjuntos de riesgo serían menos efectivas tras los hábitos. Según Rebuli, falta conocer si efectivamente el vapeo nos convierte en blancos fáciles de la COVID-19, a pesar de que los datos así lo sugieren.