Cuando enviaron tardígrados —osos de agua— en una sonda israelí llamada Beresheet hacia la Luna y se afirmó que podían sobrevivir deshidratados, pensamos que no existirían animales más resistentes a las hostilidades. Sin embargo, la comunidad científica sigue examinando a un insecto con la capacidad de aguantar el aplastamiento, los golpes y las perforaciones.
Un conjunto de investigadores del Programa de Ciencia e Ingeniería de Materiales en la Universidad de California, la Universidad de Agricultura y Tecnología de Tokio, además de otras instituciones, estudiaron los tejidos biológicos del diabólico escarabajo acorazado (Phloeodes diabolicus). Se trata de un diminuto animal del desierto con un exoesqueleto que tolera 39.000 veces su peso: como si un humano de 90 kilos cargara 40 aviones.
Todos los detalles de las observaciones están en el artículo de la revista Nature titulado “Mecanismos de endurecimiento de los élitros del diabólico escarabajo acorazado”.
Los élitros o capas de quitina son las alas rígidas de los coleópteros que recubren las alas flexibles. Este tipo de escarabajo no posee mecanismo de vuelo, por lo que ese exoesqueleto solo sirve para distribuir la fuerza. Según los investigadores, allí reside su superresistencia.
“Al carecer de la capacidad de volar lejos de los depredadores, este insecto del desierto tiene élitros extremadamente resistentes al impacto y al aplastamiento, producidos por interfaces complejas y graduadas”, comentan los expertos dentro del documento.
Luego, agregan: “Identificamos diseños arquitectónicos multiescala dentro del escarabajo”.
David Kisailus, ingeniero químico y ambiental, fue incluso más incisivo y precisó que su armadura cumple la función de defensa “hasta que el depredador se rinda”. Distintas aves, lagartos y roedores intentan con frecuencia darle caza al pequeño ser vivo.
En el laboratorio de Pablo Zavattieri, profesor de Ingeniería Civil de la Universidad Purdue, aislaron estructuras del insecto mediante simulaciones a computadora y diseños 3D. Divisaron que el animal de hábitats desérticos ofrecía dos clases de inmunidad física.
“La sutura (unión del abdomen) actúa como un rompecabezas. Conecta varias hojas exoesqueléticas (piezas de rompecabezas) en el abdomen debajo de los élitros”, enfatizó Zavattieri.
En segundo lugar, la sutura y las hojas se deslaminan. Esto conlleva a una deformación que protege al cuello de daños irreparables. No obstante, se desconoce si el diabólico escarabajo acorazado puede recuperarse luego de estar herido.
El diabólico escarabajo acorazado finge su muerte cuando se siente amenazado | Foto: Jesús Rivera / UCI - Archivo
David Restrepo, profesor asistente de la Universidad de Texas en San Antonio, por su parte, expresó que uno de los desafíos de la ingeniería consiste en unir materiales para soportar cargas pesadas como lo hace el insecto. Por ejemplo, en las turbinas de gas de los aviones hay un problema: los sujetadores de metales no son los óptimos.
Ante esa dificultad, Maryam Hosseini, gerente de ingeniería en Procter & Gamble Corp, dio a entender que el estudio de las suturas de los escarabajos proporcionarán la solución y aumentarán el rendimiento de los sistemas.
“Estas observaciones podrían aplicarse en el desarrollo de materiales duros, resistentes al impacto y al aplastamiento para unir materiales diferentes”, rescatan los involucrados en esta labor científica.
Los ingenieros de la Universidad de California Irvine ya construyeron una fibra de carbono basada en la complexión de esa especie. A su vez, integrantes del grupo de investigación de Purdue comprobaron la efectividad del objeto y quedaron satisfechos.
Jesús Rivera, autor principal de la iniciativa, vio por primera vez al diabólico escarabajo acorazado en el museo de entomología de UC Riverside. Él recolectó ejemplares de la especie y los trasladó al laboratorio de David Kisailus con ánimos de comparar sus propiedades con otros organismos.
Los escarabajos se hallan en zonas áridas, apretados entre cortezas y troncos de árboles; por tal motivo, necesitan evolucionar y fortalecerse.