En enero, antes de que la COVID-19 sea declarada una pandemia, en China, 67 budistas y un conductor abordaron un bus sin saber que uno de los presentes portaba el nuevo coronavirus. El viaje, que duró menos de dos horas de ida y vuelta, terminó con 23 de ellos contagiados.
La revista médica estadounidense Jama Internal Medicine publicó este martes 1 de septiembre un estudio que detalla cómo ocurrió la transmisión. Además, revela datos importantes sobre nuevos indicios de cómo el SARS-CoV-2 podría propagarse por el aire, especialmente en ambientes cerrados, con mala ventilación y poca distancia social.
PUEDES VER:Brasil: paciente portó coronavirus durante cinco meses, el caso más largo jamás documentado
La investigación, liderada por expertos del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, describe el traslado de los 67 pasajeros en dos autobuses a un evento budista en la ciudad de Ningbo el 19 de enero. Ninguno usaba mascarilla, ya que la noticia sobre la COVID-19 y sus implicaciones apenas estaban siendo conocidas.
El pasajero infectado era asintomático en aquel entonces. Días antes, había estado en la provincia de Hubei, donde el virus estaba propagándose rápidamente, reporta el medio Insider.
Presentó los primeros síntomas inmediatamente después de bajar del autobús y llegar a casa: tos, escalofríos, dolores y molestias. Se comprobó que era positivo al nuevo coronavirus, al igual que su cónyuge y su hijo.
Su ubicación en el autobús fue clave, reporta el informe. Se sentó en el lado derecho, a la altura del medio del carro número 2, entre dos pasajeros.
Gráfico de los asientos del bus en que viajaron los pasajeros del estudio citado. JAMA
Los investigadores hallaron que el círculo de contagio era mucho más amplio de lo que esperaban, que era unas pocas filas alrededor del hombre. En cambio, notaron personas infectadas en la parte delantera y trasera del vehículo. Esto los llevó a concluir que el sistema de aire acondicionado del transporte hizo recircular el aire en el interior del bus y no lo renovaba, lo cual ayudó a propagarlo.
“Esta investigación sugiere que, en ambientes cerrados donde el aire se hace recircular, el SARS-CoV-2 es un patógeno altamente transmisible”, escriben los científicos, debido a que si el virus solo se transmitiera por grandes gotitas, el círculo habría sido más pequeño, pues generalmente caen dentro de un perímetro de uno o dos metros. Además, el paciente índice no presentaba síntomas en el momento del viaje, (no tosía).