¿Cómo lo hizo? La vez que Steve Jobs logró vender un emulador de PlayStation 1 para Mac
¿Te imaginas la cantidad de denuncias por derechos de autor que surgirían si en la actualidad se da una situación así?
Increíble. Con el paso de los años, la fama de los emuladores se ha ido alejando un poco de los problemas de legalidad con el que siempre fueron relacionados. Aun así, se trata todavía de un tema polémico y ambiguo, en el que no solo hay una respuesta. Pese a ello, resulta difícil imaginarse a grandes compañías anunciado este tipo de software enfocados en productos que ni siquiera son de ellos, pero eso es justamente lo que ocurrió en 1999, cuando Steve Jobs presentó Virtual Game Station, de Connectix, nada menos que un emulador para la PlayStation.
¿Te suena Increíble? Pues es más difícil de creer si recordamos que, por aquel momento, la PS1 era la consola más popular y vendida del mercado (terminó sobrepasando las 100 millones de unidades). ¿Cómo se las ingeniaron tanto Steve Jobs como los desarrolladores de este software para presentar algo así en un evento de tanta oficialidad? Aquí te contaremos un poco de la historia y sus detalles.
Steve Jobs y las Mac Gaming
Jobs apenas había regresado de su largo exilio de 13 años tras haber sido despedido de Apple en 1984. En 1997, luego de haber fundado NeXT y Pixar, sus planes eran claros, hacer brillar a la Macintosh como la mejor computadora de escritorio para usuarios, en pleno auge de Windows 95 y 98.
El genio de Apple sabía que no podía acaparar todo, y tenía que encontrar nuevos nichos para atacar. Las Mac ya tenían una buena fama entre el desktop publishing y las tareas de diseño, pero en Cupertino parece que tuvieron, por unos años, la idea de enfocarla también para el lado del gaming.
Una gran muestra de ello fue el proyecto original de Halo para Mac, que terminó siendo absorbido por Microsoft, y que fue anunciado por sus creadores, Bungie (recientemente adquiridos por Sony), justamente en el mismo evento de MacWorld de 1999. El Master Chief iba a ser en un inicio exclusivo de las Apple.
La misma historia ocurrió con este emulador llamado Virtual Game Station, pues la idea de Jobs era atraer fuertemente a las masas de jugadores que ya se perfilaban en lo que por entonces se conoció como la primera edad dorada del PC Gaming.
Virtual Game Station. de Connectix: emulador de PS1 para Mac
Ahora, vayamos por el tema más complicado. La legalidad de la situación. Vale la pena decir que Apple no tendría por qué arriesgarse en un tema tan complicado, mucho menos por entonces cuando aún estaban intentando salir de un estado crítico en el mercado de PC. Jobs presentó Virtual Game Station de esta manera:
“¿No sería grandioso si pudiéramos jugar algunos de los títulos (de PS1) en las Mac?”, comentó ante un público emocionado. Luego, presentó el emulador aclarando que era obra de Connectix, y que lo iban a vender para las Mac por 49 dólares. Tras eso, un rápido demo de Crash Bandicoot 3: Warped aumentó los decibeles del entusiasmo en San Francisco.
¿Cuál es el problema con los emuladores?
En este punto, vale aclarar que, la legalidad del hecho era, incluso por entonces, un tema complicado para discernir. En primer lugar, Virtual Game Station no ejecutaba ISOs ni imágenes de disco ripeadas de discos originales, siempre necesitaba el disco original del juego de PS1.
Por otra parte, en emuladores modernos de hoy, es conocida la necesidad de un archivo BIOS, los cuales son propiedad de los fabricantes de las consolas, en este caso, Sony, pero es incierto si, por aquel entonces, los japoneses habían protegido legalmente dicho elemento.
Por otra parte, es preciso señalar que, los emuladores son softwares creados desde cero, y que, si de alguna manera se producen mediante ingeniería inversa, probarlo es muy difícil. Quizá por estas razones, ni Connectix ni Apple tuvieron reparos en presentar un producto así en un evento de tal magnitud como el MacWorld de 1999.
¿Ganó Sony?
La historia dictó sentencia. Sony demandó a Connectix por el software por violación de derechos de autor, pero terminó perdiendo el caso, aunque sí pudo evitar que el mismo se siga comercializando por un buen periodo de tiempo. Pese a ello, el hecho marcó un precedente y los emuladores ganaron un fuerte margen de legalidad a partir del caso. Al final, los nipones tuvieron que comprar la compañía y descontinuar el producto ellos mismos.