La ex candidata presidencial y lideresa de la abultada oposición, Keiko Fujimori, no extendió un saludo al presidente de la República reconociendo su triunfo electoral. El mensaje, insólito por cierto, quedó clarito. El presidente, sin embargo, prefirió no ver. Y así, a sus espaldas, creció una oposición violenta y torpe, desesperada por mostrarse más fuerte y más popular que él. La censura a Saavedra (impulsada por los millonarios movimientos ultraconservadores de tipo “Con mis hijos no te metas”), camuflada de falsa lucha contra la corrupción, tendría que haber sido suficiente para que el Ejecutivo respondiera a la oposición cuando todavía gozaban del respaldo de la mayoría de peruanos, cuando la ilusión del primer año de Gobierno estaba todavía intacta en la mayoría de nosotros. Pero, nuevamente, prefirieron no ver. El escenario en que nos encontramos es resultado de la ceguera política con que el gabinete de Fernando Zavala pretendió gobernar. El congreso es un matón y el más penoso de nuestra historia, sin duda. Pero esta crisis, insisto, es responsabilidad del Gobierno que, contando con herramientas constitucionales, cuyo correcto uso fortalece a la democracia, eligieron no usar. Hasta hoy. Y hoy, lo que correspondería es bajar los decibeles, calmar las ansiedades y ver a la democracia actuar, defendiendo con firmeza la Constitución y lo que ahí dice línea por línea. Las correlaciones están por fin dadas, el Ejecutivo hizo política: plantó cara al matón. Y, si todo sigue su cauce natural, habrá nueva elección congresal. El escenario en que nos encontramos es resultado de la ceguera política con que el gabinete de Fernando Zavala pretendió gobernar.