Sociedad

Trujillo: emprendedora ayacuchana promueve el quechua con la venta de chocotejas

Vanessa, de 26 años, inició la venta para costear sus gastos universitarios, pero decidió darle un giro cultural.

El eslogan de su marca es: "Tan dulce como el quechua". Foto: Yolanda Goicochea/URPI-LR
El eslogan de su marca es: "Tan dulce como el quechua". Foto: Yolanda Goicochea/URPI-LR

Con información de Yolanda Goicochea/URPI-LR

Hace 15 años, Vanessa y su madre llegaron a Trujillo (región La Libertad) procedentes de Ayacucho —según señala la hija, que actualmente tiene 26 años— debido a la crisis posterrorismo. Ya radicadas en la ciudad primaveral, desarrolló sus estudios de manera regular hasta la universidad, donde culminó la carrera de Arquitectura.

En esta etapa de formación superior, por los gastos que debía realizar por concepto de maquetería, decidió emprender un negocio de venta de chocotejas, cuyo nombre es Miskitejas. Así pudo cubrirlos y graduarse como bachiller.

No obstante, desde 2020, a raíz de la pandemia, no pudo expenderlos en la universidad, por lo que buscó darle un giro al negocio y encontró la posibilidad de transformarlo en una empresa con impacto cultural: la enseñanza del quechua.

Con el eslogan “Tan dulce con el quechua”, Vanessa ofrece sus chocotejas y comparte el idioma desde la comunicación oral hasta en las bolsas de papel en que entrega sus productos; de igual modo, en las redes sociales de Miskitejas y Warmi Power, donde enseña algunas palabras para los internautas.

Para darle la identidad de su tierra natal, incluso, se fue hasta el distrito de San Miguel, en el límite con el Vraem, para conseguir chocolate ayacuchano y de esa manera sentir que promueve su cultura.

A la par, ella sueña con ser una gran urbanista y generar la recuperación de los espacios públicos: desea empezar en Chuschi, lugar de nacimiento de su progenitora.