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Sociedad

Etapa final: caso de Ana Estrada será revisado el próximo 31 de enero

Ana Estrada sigue alzando su voz. Esta vez busca que la Corte Suprema haga justicia y escuche su pedido. Psicóloga fue diagnosticada hace más de 30 años con una enfermedad que paralizará casi todos sus músculos y la hará dependiente las 24 horas del día. Ella solo quiere decidir sobre su vida y su cuerpo.

Debido a su enfermedad, Estrada permanece 20 horas al día postrada en una cama. Foto: Antonio Melgarejo Yaranga
Debido a su enfermedad, Estrada permanece 20 horas al día postrada en una cama. Foto: Antonio Melgarejo Yaranga

La lucha de Ana Estrada continúa. La psicóloga tendrá que esperar hasta el lunes 31 de enero para conocer si la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia ratifica la decisión del Poder Judicial, que ordenó al Ministerio de Salud (Minsa) y EsSalud que respeten su derecho a una muerte digna debido a la polimiositis que padece desde hace más de 30 años.

En la sesión de la próxima semana, que se desarrollará desde las 10.30 a. m. y se transmitirá de forma online, también participará la Sociedad Peruana de Cuidados Paliativos, un médico de EsSalud y otro que designe la Defensoría del Pueblo. Se espera que en este debate se tome la decisión final respecto de este histórico caso.

“Yo no estoy solicitando que me dejen morir, estoy solicitando mi derecho a elegir cuándo es que ya quiero morir”, expresó este lunes la activista, quien lleva más de cuatro años en esta lucha.

Cronología del caso

Cuando tenía 12 años, Ana Estrada fue diagnosticada con polimiositis, una enfermedad muscular crónica, incurable y degenerativa, y por la que pasa la mayor parte de su día a día en una cama.

Con el pasar de los años, este mal empezó a reflejarse en las mínimas actividades que hacía, como comer. Pero la decisión de una muerte digna no llegó hasta que fue internada en una unidad de cuidados intensivos (UCI) por una recaída con neumonía. “Yo morí aquel día que ingresé al Hospital Rebagliati. Perdí mi vida. Todo me recordaba a mi vida anterior. Era un duelo”, reveló a un informe de la Defensoría.

Desde ese entonces perdió su autonomía, su independencia, trabajo y privacidad, también su cabello largo, que tanto le gustaba, pero que era incómodo para las enfermeras que tenían que bañarla en el nosocomio. Casi todo se le fue arrebatado, menos el coraje para luchar por un procedimiento de eutanasia, que es legal para extranjeros en Suiza.

Cuando la psicóloga empezó a alzar su voz, la Defensoría del Pueblo se unió para asumir el caso, el cual busca, en término técnicos, que Ana no aplique al artículo 112 del Código Penal, el cual penaliza y criminaliza a quien asista a una persona para ponerle fin a su vida.

En el 2020, ambos interpusieron una acción de amparo contra el Estado peruano con un único objetivo: que admitan el derecho a la muerte digna de Estrada. Un año después ya había una respuesta, y era favorable para la activista. El Poder Judicial le ordenó a EsSalud y el Minsa que respeten su decisión.

No obstante, el fallo fue elevado a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia, que tendrá la última palabra.

La enfermedad de Ana le paralizará casi todos los músculos del cuerpo, pero su capacidad de pensar y sentir seguirá intacta. Esto solo generará un gran dolor emocional e incrementará su sufrimiento. Y esto es lo que ella quiere evitar.

“Seguiré viviendo presa en un cuerpo que se está deteriorando cada minuto y que me atará a mi cama las 24 horas. Empezarán las úlceras en la piel, pero eso solo será el comienzo de muchas infecciones y más medios invasivos, y no moriré. Ese infierno será eterno y mi mente estará completamente lúcida”, relató a la Defensoría con la esperanza de que más personas la comprendan y empaticen con ella. La lucha sigue.

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