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Sociedad

La muerte en los tiempos del nuevo coronavirus

CAMBIOS. La partida de un ser querido estuvo revestida de actos y ceremonias para desfogar el dolor y consolarlo. Con el coronavirus todo cambió. Si están infectados o son sospechosos, los creman. Para los demás casos están prohibidos velorios, misas u otras ceremonias póstumas. Todo es muy sumario.

protección. Con trajes de bioseguridad, trabajadores de funeraria de Arequipa retiran cuerpo de fallecido común del hospital Honorio Delgado.
protección. Con trajes de bioseguridad, trabajadores de funeraria de Arequipa retiran cuerpo de fallecido común del hospital Honorio Delgado.

Edwar Quispe

Arequipa

Son diez de la mañana del viernes en la funeraria Zúñiga. El teléfono celular de Henry Aguilar, uno de sus trabajadores, suena. “Aló? Sí, podemos ir ahora si usted lo desea”, contesta.

Al otro lado de la línea, un cliente pide adelantar un entierro en el cementerio de San Antonio en Yarabamba. Pablo Quilla, un hombre de 95 años, falleció el jueves en su casa de la Asoc. Villa Florida. Lo sepultarán ese viernes sin velorio ni nada. No recibieron visitas, solo los tres hijos del difunto, Carlos, Isaac y Jacinto, acompañaron el féretro hasta las 3 de la mañana del viernes.

Pablo no murió con el COVID-19, pero debía cumplir con el aislamiento social, evitar las reuniones.

Sus familiares que viven fuera de Arequipa los llamaron por teléfono para darles el pésame y palabras de consuelo. Algunos no pudieron viajar porque las carreteras están cerradas por el Ejército y la Policía. Solo diez personas asistieron al campo santo.

“Esperábamos a más de 50 pero nadie puede salir de sus lugares. Solo mi hermano se las arregló para viajar desde Puno y despedirse de papá”, contó Carlos Quilla, hijo del fallecido.

No hay florerías -no es un servicio esencial. Buscaron a una vendedora del cementerio de La Apacheta en su casa. Solo consiguieron dos pequeños maceteros con unas cuantas flores blancas y rojas. Hubo cantos y rezos breves, no hay abrazos que concilien las lágrimas de los deudos.

Ese día el entierro duró casi 20 minutos. Henry, el funerario, cuenta que en situaciones normales los servicios fúnebres pueden alargarse por más de dos horas. Y los velorios hasta dos días. Las misas han sido reemplazadas por breves palabras de un sacerdote o un familiar.

En algunos cementerios privados hay alcohol en gel y desinfectantes al ingreso para los asistentes. Todos deben guardar la distancia de un metro y medio. No se permite más de 10 personas.

Henry se despide de la familia y sube a su carroza fúnebre rumbo a otro servicio. A mitad de camino, recibe otra llamada. Le cancelan el servicio, el traslado de un cuerpo, el fallecido tuvo contacto con un caso positivo de COVID-19 en el hospital Honorio Delgado. En este caso el cadáver debe cremarse por ley.

La empresa no quiere arriesgar a sus trabajadores pese a tener mamelucos de bioseguridad, guantes, lentes y botas.

Rosario es otra trabajadora que ofrece servicios funerarios y que ha retirado cuerpos del hospital Honorio Delgado, donde se atienden pacientes con coronavirus.

El último cadáver que sacó fue el de una joven fallecida el domingo 12 de abril por intoxicación. El hospital no pudo contactar a la familia y el cuerpo pudo retirarse recién el jueves siguiente. Para todos los casos, la indumentaria de los funerarios es estricta: usan trajes que cubren todo su cuerpo. El féretro sale forrado con plástico aislante. A esta víctima la llevaron directamente hasta el cementerio de Mariano Melgar. Tampoco hubo ceremonia, ni abrazos por pésame para la familia, solo ingresaron 10 personas.

Rosario explica que con el pasar de las horas o días los cuerpos se hinchan y los funerarios deben sacarlos e inyectarles formol para conservarlos y tener tiempo de arreglarlos, maquillarlos y vestirlos para el velorio.

“Antes solo usábamos un par de guantes y una mascarilla, para sacar los cuerpos, arreglarlos y vestirlos. Ahora no, usamos hasta tres pares de guantes, mascarillas N95. Las familias entienden el riesgo que corremos y lo aprueban”, cuenta.

Cuerpos en la morgue

El presidente de la junta de fiscales superiores de Arequipa, Franklin Tomy López, explica que la directiva sanitaria 087-2020 del Ministerio de Salud establece que toda persona fallecida con COVID-19 o sospechosa de portar el virus debe ser aislada por el personal de salud y su cuerpo cremado o de ser el caso, enterrado.

El único caso por el cual un cuerpo puede ser conducido a la morgue de Arequipa es cuando hay indicios de un acto criminal o muerte violenta, incluyendo los suicidios. El resto es tratado en los hospitales de EsSalud y el Honorio Delgado.

Por información de un trabajador del Instituto de Medicina legal de Arequipa, hasta el momento no se ha atendido a pacientes sospechosos de coronavirus, pero se tiene temor que cuando esto suceda no estén preparados. Solo existe una sala de necropsias con 5 mesas para cadáveres, si un positivo o sospechoso para COVID-19 llegara, es probable que contamine el lugar.

El personal médico legista cuenta con implementos de protección, pero que deben reutilizar. Lo recomendable es que se desechen después de cada trabajo. Tampoco tienen duchas para desinfectarse.

En este punto, Tomy López indica que se está haciendo las coordinaciones para tener un ambiente aislado donde los médicos legistas puedan tratar un caso sospechoso. Indicó que se está pidiendo el apoyo del Ministerio de Salud para que la morgue del hospital Honorio Delgado sea usada para las necropsias y no vayan a la morgue central.

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