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Política

Día del campesino

“Es hora de que el debate del agro y el campesinado salga, de las redes sociales, a la realidad. Quizá es momento de más acciones...”.

Sigrid
Sigrid

La Reforma Agraria de Velasco Alvarado se promulgó un 24 de junio de 1969 y hasta el día de hoy motiva los más apasionados debates. Aún se discute incluso qué tanto pesaron las numerosas revueltas de campesinos y civiles durante el gobierno de Belaunde, causadas por el descontento frente a la concentración de la tierra, a que el general Velasco Alvarado diera un golpe de Estado e impusiera un Plan Inca en el que se volvería a considerar al campesinado explotado por los terratenientes.

Para empezar, es importante mencionar que resulta imposible comparar de manera justa el proceso peruano con algún otro. Aquí donde el desarrollo del capitalismo ha sido más lento y la economía fue y es aún fuertemente dependiente de los procesos económicos de otros países que se encuentran en un nivel de industrialización distinto.

Lo que sí resulta un denominador común es el problema de la tierra, que ha sido uno de los más importantes y decisorios para la configuración económica más básica de las sociedades incluyendo la peruana y, al mismo tiempo, para la modificación y consolidación de un sistema político que incluya a los actores de este problema.

Como todo proceso, hubo aspectos positivos y negativos que devinieron en un sistema nacional de planificación que mantuvo desarticuladas a las empresas públicas y que dejó como legado una nueva burguesía y, por ende, una nueva forma de explotación. Sin embargo, es importante que marcara un antes y un después, aunque aún se mantenga la explotación propia del sistema.

En esa línea de reflexión, Ojo Público ha expuesto la situación de la zona rural del distrito de Machu Picchu, en el que conviven más de 800 personas. De acuerdo a cifras del INEI citadas en el informe del periodista Aramís Castro, “el 88% de ellas no cuenta con alumbrado eléctrico en sus viviendas y solo el 17,5% dispone de agua potable durante toda la semana”. Mientras algunos se regodean con el crecimiento del valor de la marca Perú y otros resaltan la ciudadela inca como principal atractivo turístico, el importante sector de comunidades que subsisten de la agricultura se encuentra totalmente olvidado.

Actualmente el campesinado parece encontrarse o bien en medio de una alta conflictividad social o bien enfrentando la dura indiferencia del Estado. Quizá es hora de que el debate del agro y el campesinado salga, de las redes sociales o de los despachos y oficinas, a la realidad. Quizá es momento de más acciones, de esas que marquen un antes y un después, que nos enrumben en mejor camino.

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