“El abuso sexual clerical sigue siendo el principal problema que enfrenta la iglesia católica en todo el planeta, y no solo en los Estados Unidos”.,“Se trata de uno de los retos más complicados a los que me he enfrentado en mi carrera: por la amplitud del tema, que abarca con toda probabilidad unas magnitudes jamás imaginadas, y porque hemos tenido que gestionar historias personales muy duras, enterradas bajo décadas de un espeso manto de silencio”, comentó el director y periodista español Albert Solé, quien ha llevado a Netflix un impactante documental bautizado como Examen de conciencia. La serie tiene tres partes. Y a través de las reflexiones y del corajudo testimonio de Miguel Hurtado (36), abusado por el monje Andreu Soler del monasterio de Montserrat, se nos van presentando investigaciones de periodistas, revelaciones de víctimas de los hermanos maristas, así como de otras congregaciones católicas españolas, e incluso la confesión de un pederasta. Lo que vemos nos confirma, una vez más, que el abuso sexual clerical sigue siendo el principal problema que enfrenta la iglesia católica en todo el planeta, y no solo en los Estados Unidos, como fue interpretado en su momento por Juan Pablo II. El sistema del secreto, la ley de la omertà, el encubrimiento malicioso, las sanciones ridículas, el cambio de destino de los pedófilos descubiertos, se puede apreciar con nitidez en el caso español, como se ha visto en tantas partes, incluyendo al Perú. El problema no es nuevo ni reciente. De hecho, la evidencia más importante que ha sobrevivido es el Liber Gomorrhianus (Libro de Gomorra), escrito por san Pedro Damián, alrededor del año 1051, como anota el periodista norteamericano David Yallop en El Poder y la Gloria. “Esta obra denuncia el amplio grado de la sodomía activa entonces consentida por el clero y exige al papa emprender una acción decidida”, anota Pedro Damián. Y como él, hasta la fecha, ha habido muchos religiosos que han batallado contra esta lacra. Pero la institución prefirió evitar el escándalo y disfrazar el cáncer de la pederastia. La mala publicidad tenía que evitarse a cualquier costo. Y optaron por ocultar la verdad. El objetivo siempre fue proteger la imagen y reputación de la iglesia católica, antes que auxiliar a las víctimas. Pero como dice Miguel Hurtado: “A uno solo lo pueden doblegar, pero si las víctimas nos unimos, somos más fuertes y ya nadie nos podrá negar”.