"Si sumamos lo que vaya apareciendo por el camino (otras empresas, otros escándalos), la minería de datos en el Brasil se puede volver algo permanente".,El acuerdo firmado esta semana entre la fiscalía peruana y la empresa Odebrecht tolera diversas lecturas, algunas contradictorias entre sí. En unas la ganancia es total, y el Perú ha obtenido un instrumento decisivo para combatir una lonja clave de la corrupción, sobre todo en la política. En otras lecturas la fiscalía acaba de suscribir un trato inconveniente, donde Odebrecht se lleva la parte del león, en lo económico y en lo legal. Esto se podría resumir en una multa muy por debajo de lo que correspondería, de la mano con una impunidad total frente a su actividad delictiva en este país. Hay posturas intermedias. Para algunas de ellas el acuerdo es deficiente, pero provechoso, y era la única manera de obtener acceso a confesiones y pruebas importantes para la lucha anticorrupción en el Perú. Así, la cosa debería ser vista como toda negociación, en que cada una de las partes cede algo y obtiene algo. El acuerdo tiene la estructura de un juego de póker, donde la parte brasileña se guardó las cartas para después de la firma. Lo cual relativiza las opiniones por el momento. Lo que más hay es esperanzas. Unos esperan una sucesión de bombas legales y políticas, otros esperan un parto de los montes. De otra parte hay opciones abiertas. Para algunos el acuerdo le pone un candado a Odebrecht (como titulaba un diario ayer). Mientras que la fiscalía advierte que el acuerdo podría ser modificado en partes si aparecen nuevas circunstancias. Esto último es lo más lógico, puesto que las partes llegan a la mesa con intereses. De ninguna manera el acuerdo de esta semana puede ser visto como la culminación del proceso. Odebrecht es solo una de muchas empresas constructoras brasileñas, todas las cuales presumiblemente obligadas, si esa es la palabra, a las mismas prácticas de obtener contratos y beneficios a cambio de coimas o donativos. Basta el número de participantes en lo de Odebrecht para que el trámite de sacar las verdades a la luz se extienda hasta más allá del 2019. Si sumamos lo que vaya apareciendo por el camino (otras empresas, otros escándalos), la minería de datos en el Brasil se puede volver algo permanente.