Doy por hecho el carácter útil y funcional de las tecnologías y aplicaciones que añaden valor a la educación, el ocio y las relaciones interpersonales. ,Plotino decía que “cada alma es y se convierte en lo que contempla”. Recordé la frase a propósito de dos términos que he escuchado mucho últimamente en Lima: “influencer” y “desconectar”. El primero, hace referencia a estos nuevos “líderes de opinión” o incluso “role models” que la tecnología social (YouTube e Instagram v.g.) ha forjado en base al amateurismo, en donde todos terminan siendo “Sócrates de esquina” gracias a su propia experiencia, ingenio o humor procaz. La polémica en torno a quién es influencer -discrepo aquí de la opinión de los mercadólogos digitales- y cómo se forja uno, me lleva al otro tema, el de la desconexión como una respuesta a la abducción que la tecnología nos provoca a veces: tal como si se tratase de una nave extraterrestre, los dispositivos digitales nos abducen a mundos no previstos, habitados de seres estrambóticos que terminan por sobre estimular nuestras emociones. Ante tal situación, no queda más que escapar, desconectar en búsqueda de un equilibrio que nos permita aclarar el panorama. ¡Hoy la conectividad es un imperativo tanto técnico como moral, qué duda cabe! Doy por hecho el carácter útil y funcional de las tecnologías y aplicaciones que añaden valor a la educación, el ocio y las relaciones interpersonales. Aunque se exigen grandes dotes de distinción entre el grano y la paja, la socialización del conocimiento y la información, incluso de los juicios personales, no tiene parangón. No obstante, la insaciable capacidad del ser humano de practicar el autoengaño y crear estados ilusorios convierte los mismos instrumentos en señuelos a los que se sucumbe por su poder seductor. Ya está cerca la Navidad, regalémonos desconexión para conectar con nosotros mismos, nuestros vínculos más relevantes y aparcar un rato a tanto wannabe de las redes que nos secuestran de la realidad de vez en vez. Desenchufar para reiniciar. ¡Felices fiestas!