Ugo entendía la caridad como un compromiso activo y total con los más pobres; el deber de construir oportunidades a través de la educación.,Esta semana nos dejó un hombre bueno. El padre Ugo de Censi (Polaggia 26-1-1924-Lima 2-12-2018) llegó al Perú en 1976 como párroco de Chacas, Áncash. Desde allí con el apoyo de miles de voluntarios extendió a través de los años su obra social por todo el Callejón de Conchucos y luego a otras partes del país. La entrega de Ugo marcó la diferencia para miles de compatriotas que tuvieron mejores vidas gracias a él. Ugo entendía la caridad como un compromiso activo y total con los más pobres; el deber de construir oportunidades a través de la educación y mecanismos de protección social en espacios donde el Estado no llega, o llega mal. Esta visión lo llevó a fundar en Italia en los años sesenta la Operación Mato Grosso (OMG), una organización dedicada a promover que jóvenes voluntarios viajasen a Brasil a trabajar en la deprimida región del mismo nombre. En la actualidad la organización tiene 110 casas de misión en Brasil, Bolivia, Ecuador y Perú con aproximadamente 500 misioneros que trabajan gratuitamente. El trabajo de la OMG en nuestro país suele asociarse con los talleres de artesanos Don Bosco. Aprovechando su cercanía a maestros artesanos de Italia, Ugo abrió espacios de formación donde los jóvenes pudieran aprender tallado, orfebrería, pintura, carpintería. Su intención era crear oportunidades de trabajo en regiones que se despoblaban por la migración hacia Lima. Hoy sus muebles y arte se exportan a diversos países. Pero visitar el Callejón de Conchucos permite conocer una obra que va mucho más allá de la artesanía. La OMG ha desarrollado una serie de servicios sociales y obras de infraestructura que con frecuencia se anticiparon al Estado. El impresionante hospital de Chacas, túneles que cruzan cordilleras, vías asfaltadas, ancianatos, dos centrales hidroeléctricas, refugios para niños, entre otras, son obras que han tenido por objeto dar vidas dignas a peruanos y peruanas de extrema pobreza. Este compromiso es tan alto que incluso hay voluntarios que perdieron la vida en estos años, sea por la violencia de Sendero o la delincuencia común. Distintos gobiernos apoyaron sus proyectos y el Ejecutivo y el Congreso le dieron varios reconocimientos. Pero la relación con el Estado no siempre fue armoniosa. A veces hubo desencuentros por el excesivo celo de funcionarios a los que les preocupaban las actividades de este cura cargado de energía. Y también tuvo que lidiar con malos personajes que bloqueaban sus iniciativas. Felizmente el padre Ugo tuvo la previsión de formar un equipo que comparte su visión y seguirá trabajando en estos y otros proyectos. Con su partida, sin embargo, nos deja una par de encargos urgentes. El primero, contribuir en un hermoso proyecto de escuelas en Chimbote para que cientos de niños de zonas deprimidas y desérticas de esa ciudad puedan tener espacios de educación y juego. El segundo, asegurar que el Colegio Médico siga prestando su cooperación para que los especialistas médicos italianos cuenten con la certificación que les permite atender gratuitamente en el Hospital de Chacas. Guardo distancia con la idea de caridad católica por razones que no viene al caso discutir ahora. Pero cuando la caridad se predica con tanta consecuencia; cuando la generosidad permite dar abrigo, educación, y salud a tantas personas; cuando la acción de unos pocos significa un mundo de diferencia para cientos de miles, lo que cabe es la admiración y el agradecimiento. Una bocanada de bondad y amor al prójimo en un año en que la política y judicatura nos han mostrado sus opuestos: la pequeñez, el egoísmo y la corrupción que roba oportunidades. Descansa en paz, querido padre Ugo. PD. Si quiere conocer más sobre la obra del padre en el Callejón de Conchucos, TV Perú repetirá este domingo a las 6 pm un especial sobre su trayectoria.