Debemos decir esta vez NO a la reforma que establecía la bicameralidad porque, tras los cambios que hizo el Congreso, además de cargarse la paridad y cualquier posibilidad de formar cámaras diversas, podría ser la puerta para que puedan reelegirse,Será porque en los últimos meses la política de este país ha sido un thriller culposamente adictivo, lleno de personajes perversos, que el referéndum nos ha caído de sopetón, sin que ninguna campaña pública nos convenciera de la necesidad de participar en él. Me gustaría pensar que los indignantes momentos que nos han dado los jueces corruptos, los políticos cínicos y los expresidentes que rehúyen la justicia serán suficientes para convencernos de que este domingo hay que ir a votar. Porque a lo que más teme la mafia es a la democracia directa, a un pueblo con agencia y decisión política. Votaremos un indudable Sí a que se emprenda la reforma constitucional para la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia, que reemplazará al antiguo Consejo Nacional de la Magistratura, convertido en un nido de ratas y que podría ser una de las esperanzas para quitarnos de encima al Fiscal de la Nación. Otro inevitable Sí es el que debemos dar a la reforma constitucional que regula el financiamiento de organizaciones políticas, para que las campañas electorales no vuelvan a ser coctelitos para el lavado de activos. Y de nuevo votar Sí a la reforma que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República, porque no queremos volver a ver a estos mamarrachos que han mentido, robado, blindado y siguen sin pagar por ello. Finalmente, debemos decir esta vez NO a la reforma que establecía la bicameralidad porque, tras los cambios que hizo el Congreso, además de cargarse la paridad y cualquier posibilidad de formar cámaras diversas, podría ser la puerta para que puedan reelegirse aduciendo que nunca fueron ni senadores ni diputados. Aunque el gobierno quiera anotarse unos puntos más de popularidad por haber dado vía libre al referéndum, en realidad se trata de un derecho nacido del hartazgo, ganado a pulso por una ciudadanía activa que se atrevió a cuestionar el vacío, el fracaso de representación que es este Congreso. Porque un día dijimos que se vayan todos.