Su grupo alentó su pataleta en vez de ayudarla a controlarla.,El gran perdedor del domingo fue Fuerza Popular (FP). En cualquier democracia del mundo que funcione, lo que incluye un manejo democrático de los partidos políticos, un fracaso electoral rotundo conduce a una renovación de la dirigencia para abrirle nuevos horizontes al colectivo. En cualquier democracia que funcione, digo, y no en una como la peruana donde los partidos son chacras privadas en vez de instituciones al servicio de ideas y del grupo que se aglutina en torno a ellas. Para un partido que hace dos años obtuvo la mitad de los votos presidenciales –solo 42 mil menos que Pedro Pablo Kuczynski– y un respaldo a la lista parlamentaria que le permitió –por los laberintos de la norma electoral– 73 congresistas, el resultado del domingo es un gran desastre. Keiko Fujimori hizo ayer de tripas, corazón, en un tuit en el que envió “un saludo especial” a sus ‘ganadores’: 47 alcaldes distritales y tres provinciales. Pero ninguno de los alcaldes de FP ocurrió en una provincia que sea capital de región. Tampoco ganó ningún gobierno regional y nadie de FP estará en ninguna segunda vuelta regional. Asimismo, no logró ningún alcalde en un distrito de Lima y Callao. Y de los 408 regidores que el domingo se eligieron en la capital, únicamente tres son de este partido. No hay duda de que el domingo FP se desplomó, lo cual sucede cuando la desaprobación de la opinión pública a Keiko Fujimori es de 83%; está peleada con toda su familia; su partido está desunido; solo ha podido mostrar ante la ciudadanía capacidad de destrucción y ningún aporte para la gobernabilidad; su bancada solo proyecta mediocridad; y se ha hecho evidente una complicidad perniciosa con la corrupción del sector público como las del poder judicial y la fiscalía. Habiendo podido usar este lustro como un período para mostrarse como una política de oposición constructiva para el beneficio del país, lo cual le habría asegurado la presidencia en el año 2021, Keiko Fujimori no pudo controlar la pataleta por haber perdido la elección del 2016 y, en vez de tener un entorno que le ayudara a procesar la pena de manera ordenada, estructuró un grupo de sobones, ineptos, mediocres y lobistas, en su bancada y en su círculo íntimo, que alentaron su prepotencia. ¿Cuándo se jodió Keiko Fujimori? Cuando no tuvo grandeza en la derrota ni tolerancia para esperar su momento, y cuando se rodeó de un grupo mediocre con tanta necesidad de venganza como la que ella mostró. Ahí se jodió Keiko Fujimori.