"Fujimori podría echar mano a mejores argumentos para explicar su caída.",Salir a apoyar candidatos regionales o municipales cuando se tiene más de 80% de desaprobación parece un ejercicio contraproducente. Lo ha mostrado la bajísima concurrencia a una presentación de Keiko Fujimori en Tumbes. Lo cual quizás también es un anuncio de cómo le irá a los candidatos tumbesinos de Fuerza Popular llegado octubre. Pero lo que hace notable el paso de Fujimori por Tumbes es haber revelado que está convencida de que su enorme desaprobación se debe a que ella ha confrontado a la corrupción, como una suerte de costo político por haber tirado la primera piedra. Lo cual abre dos posibilidades para entender ese 80%+: esta gran mayoría no ve las cosas de esa manera, o directamente simpatiza con la corrupción. Quizás cuando Fujimori se subió a ese estrado no sabía que el pequeño Tumbes ya en el 2017 ocupaba el segundo lugar en el ranking de corrupción regional. Con 700 procesos y 150 investigaciones, y docenas de prófugos, algo solo superado por Áncash. ¿Es por eso que Fujimori eligió mencionar la corrupción precisamente allí, donde evidentemente es un delicado tema de campaña? En verdad los análisis sobre por qué cayó la candidata mencionan haber vacado a PPK, algo que podría calificarse como confrontar la corrupción. Pero también incluyen una media docena de factores más, como sus problemas legales, la lucha contra su padre y su hermano, dificultar las tareas de gobierno, y por supuesto el desgaste de toda sobreexposición política. Fujimori podría echar mano a mejores argumentos para explicar su caída. Por ejemplo, que la desaprobación de todos los políticos está subiendo, como mostró ayer Ipsos. Incluso los argumentos de sus defensores de oficio en FP no se atreven a mencionar una cruzada anticorruptiva. Su preferencia es culpar a los ataques de los enemigos, algo natural en política. Si Fujimori ha sido sincera en Tumbes, y realmente cree que ha estado “actuando correctamente y haciendo lo mejor para nuestro país”, entonces FP está alojando un serio problema de diagnóstico. Por lo pronto a la ciudadanía no le va a gustar la esquinada acusación de que desaprobar a la candidata equivale a simpatizar con la corrupción que flota en el ambiente.