Pero aun sin candidatura 2021 Vizcarra está llamado a ser una figura política importante en la perspectiva de esas elecciones.,A medida que Vizcarra va cambiando bajo las miradas del país, estas se han dirigido hacia su futuro político, el inmediato y el de mediano plazo. Cuando llegó a Palacio la pregunta era si podría resistir el primer choque con Fuerza Popular. Esa duda se ha convertido en un reconocimiento de su muñeca, a la que le falta muy poco para entregarle al país un valioso embrión de reforma política. Sus tareas inmediatas son concretar el referendo que lanzó, llegar a entendimientos estables con la oposición del Congreso, y lograr éxitos administrativos de impacto social. Es decir algo que pueda llamarse una normalidad, en la que nadie se sienta tentado de patear el tablero. Un arte complicado, que tiene que durarle hasta el fin del periodo. Si llega hasta el 2021 en buen pie, ya habrá hecho mucho. Pero hay quienes ven en su actuación ambiciones de una candidatura bicentenaria. Un pronóstico a todas luces fuera de lugar y de tiempo. ¿Puede repetir? En todo caso habría mucho debate sobre si llegar a la presidencia por default equivale a haber sido elegido, o si su pista está libre. Pero aun si dejamos de lado el improbable caso de una remota candidatura. A la actual presidencia de Vizcarra todavía le falta mucha consolidación. La coalición de simpatías que lo viene impulsando, por ejemplo desde los medios y la calle, no equivale a un partido. Carece de homogeneidad, y por tanto de proyección para las tareas del gobierno en esta hora. Por lo tanto es una ilusión óptica pensar que hoy Vizcarra está conduciendo algo más que una fortísima reacción de la ciudadanía contra el estilo político keikista. Incluso a parte de esa reacción antifujimorista no le molestaría que Vizcarra se fuera opacando para despejarles la cancha a los que ya tienen candidaturas en marcha desde el 2016. Pero aun sin candidatura 2021 Vizcarra está llamado a ser una figura política importante en la perspectiva de esas elecciones. Participando como aglutinador de fuerzas, o endosando la popularidad que le quede para entonces. Más de una de las figuras que hoy lo rodea debe estar empezando a pensar en esa dirección. Es evidente, pues, que para Vizcarra el tiempo es ahora, no mañana.