"Los intelectuales cusqueños dieron bastante más batalla que la genuflexa Lima, donde el clero se ufanaba y se ufana hoy, mucho de su poder".,El periodista Pedro Salinas, quien destapó junto con Paola Ugaz el prontuario del Sodalicio en su libro Mitad monjes, mitad soldados, está siendo amedrentado con la denuncia penal de un jerarca de ese grupo, que no es ni orden ni congregación. Estatus “especiales” amparados por el Vaticano y que, a vista de la cantidad de escándalos destapados, a ver si disuelven de una vez, si pretenden mantener un mínimo de respeto. Pero la iglesia, amenazando escritores, tiene tradición en el Perú. Narciso Aréstegui (1820-1869), autor de la novela El padre Horán, tuvo serios enfrentamientos con ésta al narrar un drama basado en un caso policial en el Cusco de entonces: el padre Horán del título seduce y luego asesina a una joven. Y ni qué decir de Clorinda Matto de Turner (1854-1909) y su clásica Aves sin nido, siempre en pie de guerra con el clero, tanto por contar la historia de dos medio hermanos que no pueden amarse por ser hijos de un maligno cura, como por su posición política, indigenista y feminista combativa donde las haya. No es casual que ambas novelas transcurran en el Cusco del siglo 19, donde el anticlericalismo liberal convivía con la iglesia más feudal. Sin duda, los intelectuales cusqueños dieron bastante más batalla que la genuflexa Lima, donde el clero se ufanaba y se ufana hoy, mucho de su poder. Esperamos que lo de Salinas no prospere, ya que hacer periodismo solo es “delito” en las peores dictaduras, pero también por un mínimo de vergüenza ajena. Lo de Pensylvania en USA parece la punta del iceberg de un apocalipsis de abusos sexuales a niños que excede los límites del asco. Y los sacerdotes honestos que aún quedan deberían ser los más interesados en limpiar su casa de tantísima basura. Es lo que toca en nuestros tiempos.