El 50% y la alternancia servirá para que te fijes por quién votas y eso sin duda constituirá una mejora frente a lo que tenemos hoy.,Hay muchos factores que explican la asimetría a favor de los hombres en la representación política, pero uno de los más importantes es la estructura social. Sí, eso que los libertarios creen que no existe -o que no importa- y que determina, más que patrones de comportamiento y de reconocimiento del “otro” -que también-, identidades y roles. Los espacios de participación política son feroces, turbios, escatológicos casi, ultra jerárquicos y ultra verticales. Y lo son porque fueron construidos por hombres para hombres. Los acuerdos y las alianzas se forjaban -y se forjan- muchas veces entre cenas, botellas y prostíbulos. ¿Cuántas mujeres se sentirán cómodas allí? ¿Cuántos hombres dejarán de fortalecer sus vínculos en esos espacios para que las mujeres puedan participar? ¿Cuántas mujeres se pueden agarrar a gritos con un gorila al frente sin sentirse intimidadas? ¿Cuántos hombres dejarán de gritar hasta que se les salgan los pulmones para permitir que su contrincante mujer pueda ser escuchada? Ellas no serán muchas. Ellos, serán muchos menos. ¿Cuál es el arquetipo de la política mujer en el Perú? ¿Keiko Fujimori o Verónika Mendoza? ¿Lourdes Alcorta o Gloria Montenegro? ¿Martha Chávez o Patricia Donayre? ¿Luz Salgado o Yamila Osorio? ¿Yeni Vilcatoma o Tania Pariona? Algunos sostienen que proponer una cuota alternada del 50% de participantes mujeres en las listas de candidatos al parlamento es mala idea y argumentan -principalmente- tres cosas: I) es paternalista y minimiza la capacidad de las mujeres; II) atenta contra la democracia parametrando el voto; y III) suplanta la meritocracia, que debe primar para acceder a cualquier cargo público de representación. Escoger a alguien en razón de características que no dependen de ese alguien (no se escoge ser mujer), es un privilegio y un antecedente nefasto: los más preparados se quedarán fuera porque las mujeres sin preparación ocuparán esos espacios solo en virtud de ser mujeres. ¡Qué horror! Veamos. I) La subrepresentación de las mujeres en la política es evidente: representan al 50% de la población y, sin embargo, de 130 congresistas solo 36 son mujeres (28%); de 25 presidentes regionales, solo una es mujer (4%), de 196 alcaldes provinciales solo 6 son mujeres (3,06%) y en 1.573 gobiernos distritales solo hay 45 alcaldesas (2,8%). Según el JNE, en la última elección, las mujeres constituyeron menos del 40% de todos los candidatos al Congreso (39%). Salvo que seamos idiotas, es decir, que creamos que por cada 10 peruanos solo encontraremos 3 mujeres capaces, la cuota es una buena idea. II) La democracia no está amenazada: la paridad es solo para la representación en las listas y aun con las listas paritarias, el Congreso podría estar constituido al 100% por hombres. III) En el Perú, el voto preferencial se usa poco y la mayoría de los congresistas que alcanzan una curul lo hacen por el arrastre del candidato principal. Así llega al Congreso cualquiera, hombre o mujer, con condena por robo o investigación abierta por asesinato o demanda por alimentos o violación de menores. Los filtros (¿?) los ponen los partidos. Los congresistas Ríos Ocsa, Martorell y Lapa Inga (los tres con condenas firmes para irse presos) así como Becerril, Morales, Bienvenido y Apaza (y Kenji, sobre todo Kenji) son la demostración de que eso de la democracia, la meritocracia y los filtros partidarios no son argumentos válidos para oponerse a las cuotas. El 50% y la alternancia servirá para que te fijes por quién votas y eso sin duda constituirá una mejora frente a lo que tenemos hoy. Quizás se use más el voto preferencial. Quizás no. Si deciden usarlo deberán fijarse por quién están votando; y si siguen votando como hasta ahora tendremos más mujeres en el parlamento. No sabemos si serán como Marisa Glave o como Yesenia Ponce, pero por algo se empieza.