Miles de padres confiaron durante décadas que dejaban a sus hijos en las mejores manos, y se los destrozaron.,Termino de ver “The Keepers”, una serie de Netflix sobre una red de abusos de la Iglesia católica en Baltimore, justo cuando se publica la noticia de los 300 sacerdotes que abusaron sexualmente de más de 1.000 niños en Pensylvania. Ya van más de 18.000 niños abusados por curas desde 1950, solo en EEUU. ¿Qué hacemos con esto? Miles de padres confiaron durante décadas que dejaban a sus hijos en las mejores manos, y se los destrozaron. Hay gente buena en la Iglesia, en todas partes la hay; pero a estas alturas, ¿quién tiene suficiente sangre fría para defender esa institución religiosa? Los abusos de curas pederastas se repiten en diferentes partes de todo el mundo, y siempre son de una naturaleza insoportablemente perversa. Ya es difícil negar que la Iglesia católica es una institución regida por el engaño, el abuso y la impunidad; y a pesar de esta vergüenza moral, tiene poder sobre los gobiernos, dirige nuestras vidas en muchísimos aspectos: determina las leyes que inciden en nuestros cuerpos, en nuestros vínculos sociales, en nuestras decisiones de vida. Es verdad que mucha gente encuentra consuelo en la Iglesia, pero ya casi nadie puede negar que, como institución, está muy poco interesada en el bien de la humanidad. Durante siglos se ha aprovechado de la fe, la desesperación y el miedo de la gente para obtener poder político y jóvenes cuerpos inocentes donde descargar la oscuridad de sus almas enfermas. Todo lo bueno que representa Dios lo encarnan muchas personas que siembran el bien dentro y fuera de la Iglesia; pero sin duda está en las antípodas de lo que hace la Iglesia en general. Y esto descalifica a la institución como portadora de cualquier mensaje moral o divino. Es una burla secular. La gran estafa.