Gracias a que Fuerza Popular reedita lo peor del fujimontesinismo.,Si el antifujimorismo pasó por un bache en el verano con la caída de Pedro Pablo Kuczynski, la reedición de lo peor del fujimontesinismo de los noventa que hizo luego FP, incluyendo la comprobación de un sólido compromiso con la corrupción, ha reactivado su presencia política. Sin ninguna organización, el antifujimorismo ha tenido capacidad de cohesionarse para intervenciones puntuales y temporales en circunstancias políticas excepcionales. Gracias a que solo lo une un sentido común para la defensa de principios democráticos básicos, ha tenido la flexibilidad suficiente para votar por un ‘izquierdista’ como Ollanta Humala en 2011 o un ‘derechista’ como PPK en 2016 con tal de cerrarle el paso a una victoria de Keiko Fujimori. Es un sentimiento que perjudica, también, a reconocidos fujimoristas en elecciones menores pero de importancia. Juan Luis Cipriani nunca pudo ganar la elección para presidente de la Conferencia Episcopal Peruana; Javier Villa Stein perdió para rector de San Marcos en 2016 y este año para decano del Colegio de Abogados de Lima; y ni Osaías Ramírez –hermanito de Joaquín– pudo ser presidente de la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional en 2017. El neofujimorismo puso en marcha una intensa campaña para destruir al antifujimorismo, incluyendo la instalación de gente afín en medios, con el objetivo de demoler al caviarismo, un cajón de sastre para todo el que no se alinee con el fujialanismo. La caída de PPK pareció que iba a apuntalar el proyecto de liquidar al antifujimorismo, en el marco del esfuerzo de reconstrucción que FP emprendió tras su desgaste en los procesos de vacancia, incluyendo la recuperación de la mayoría parlamentaria y la demolición de la competencia interna de Kenji y su padre. Lo ha hecho, sin embargo, de la manera más torpe, reiterando las tropelías antidemocráticas de los noventa y con una puesta en marcha a cargo de una bancada mediocre y –como se oye en los audios– corrupta. Cada vez más sectores toman distancia. Empresarios ven mal a FP por su incapacidad de aportar al progreso; jóvenes se alejan por sus posiciones tan conservadoras en temas clave para este sector; las calles marchan contra ellos por la corrupción; y el presidente de la República que creían tener de rehén gobierna con principios y, por ello, toma distancia. El antifujimorismo se reactiva gracias a la torpeza de Keiko Fujimori y su equipo, y no serán pocos los candidatos que quieran estacionarse por ese espacio en la próxima elección.